La tristeza de Herralde, último lector de Piglia
El editor de Anagrama despide al escritor amigo
BARCELONA.- Aún cuesta digerir la amarga noticia, como llevará su tiempo calibrar la cuantía de la pérdida con el fallecimiento de Ricardo Piglia para las letras hispánicas. Una pérdida literaria incalculable, tanto teórica como narrativa, con el off definitivo de esa máquina de narrar -como la que alguna vez soñara en La ciudad ausente- y de pensar la literatura en la que se había convertido el álter ego de carne y hueso de Emilio Renzi.
Pero el silencio de esa voz a causa de la implacable ELA se vuelve aún más intolerable cuando entran en juego, además de las valoraciones literarias, las cuestiones afectivas. Y ese es justamente el caso del último lector de Piglia, su editor Jorge Herralde. El último en el sentido temporal y el primero en la cercanía. Puede que hasta el más calificado, para jugar con todos los sentidos posibles del concepto que trazó en el ensayo homónimo, consciente de que "Un circuito de amigos sostiene la escritura, y a ellos les está dedicada", como escribiría en un prólogo a Saer, tras su muerte. "Hay gente apenada", dice Herralde en relación a ese circuito que aún no digiere la noticia y no para de recibir llamadas. Pero el último lector y estrecho amigo de Piglia en sus últimos años, tampoco. "Me ha caído como una bomba", admite el fundador de Anagrama desde la cama. Se repone de una caída el pasado noviembre que le provocó una fractura del acetábulo izquierdo, el hueso coxal que articula la cabeza del fémur, y todavía le quedan casi dos meses de rehabilitación. "Las penúltimas noticias eran que parecía que ese nuevo tratamiento milagroso había detenido la marcha de la enfermedad, y Ricardo se mostraba de muy buen humor en la correspondencia vía mail", se lamenta. Y Herralde aún no puede creerlo. "Era uno de mis autores que más he admirado y con el que más me he divertido", dice recordando cada uno de sus encuentros, comidas y viajes, como el de 2015 a Mallorca a recibir el premio Formentor. "Un personaje de una inteligencia y una modestia insuperables. Lo asombroso es que después de una carrera literaria como la suya, haya regalado los dos tomos de sus diarios ya publicados", dice el editor en referencia a los Diarios de Emilio Renzi, Los años de formación y Los años felices, "lo mejor que ha escrito nunca". "Sobre todo el último, que repasa su carrera de escritor, de una riqueza inigualable. Uno de los libros con el que más he disfrutado en los últimos años".
Con respecto al esperado tercer volumen Un día en la vida, previsto para 2017, Herralde admite que el original no llegó a cruzar el Atlántico y aún no sabe en qué estado lo dejó el autor. "Pero imagino que estaba avanzadísimo". Póstuma también será, pero es pronto para conocer detalles, la publicación de "un volumen de cuentos contratado hace años", concluye Herralde.
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