La “travesía” de Santiago Kovadloff de la poesía a la música, con la pianista Ana Chaves
Juntos, con el violinista Federico Mouján como invitado, presentan este sábado, vía streaming, desde el Templo Libertad, el espectáculo La Travesía (un encuentro de músicos y poetas)
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Fanático de la sonoridad del texto y de la textualidad del sonido, el ensayista Santiago Kovadloff capitalizó el tiempo de pandemia para proyectar un nuevo espectáculo de textos leídos y de música. Si bien tiene ya una larga experiencia en este tipo de creaciones –esa que va desde sus producciones con César Lerner y Marcelo Moguilevsky a discos con Lucas Sedler- esta vez quiso explorar en el terreno de la música clásica. Para eso llamó a la pianista Ana Chaves, con quien le dio forma, desde mediados del año pasado, a La Travesía (encuentro con músicos y poetas), que se estrenará el próximo sábado, a las 20.30 via streaming.
A medida que el repertorio fue tomando forma, se sumó al proyecto el violinista Federico Mouján. Los tres hicieron el registro del espectáculo en la sinagoga de la calle Liberdad 769. “Hicimos una filmación del espectáculo y la experiencia fue muy conmovedora, porque la sinagoga estaba vacía. Solo estábamos allá nosotros tres, los encargados del cuidado del templo y los dos técnicos. El lugar estaba puesto a nuestra disposición por eso la sonoridad fue algo muy intenso”, explica Kovadloff.
Sin duda, un par de años atrás no se le daba tanta importancia a este tiempo de cuestiones, pero desde la llegada del Covid-19 en forma de pandemia hay mucho de lo inadvertido o de lo apenas advertido que resulta muy relevante. “Sí, ya no está el feedback del público, para bien y para nervios también –sonríe Chaves-. Y se extraña muchísimo. Pero como todos, nosotros tuvimos que reinventarnos y para eso existe la tecnología. Lo bueno es que desde el año pasado podemos acceder a recitales de cualquier parte del mundo que antes no era tan accesibles. Así aparece un abanico de espectáculo mayor, o universalizado”.
“Además –agrega Kovadloff- creo que tanto para Ana, como para Federico y para mí, es especial porque nunca estuvimos tan cerca de una experiencia cinematográfica. Mientras se filma se está a solas. En casos como el mío, que estoy habituado a leer poesía en público, descubrí lo que es la actuación imaginaria. Imaginar a un público y tener la vivencia de lo venidero como hecho presente. Aquello que iba a ocurrir estaba pasando. Ese desplazamiento en el tiempo donde el presente era un presente potencial y el futuro un presente real. Esta es una vivencia intensa.”
El recital de piano y voz (aunque no sea de lo más convencional, de eso se trata) con un violín invitado incluye poesía de Borges, Neruda, Sabines, Vallejo, Villariño, Cortázar, Tiempo, Salzano y Vinícius de Moraes, y músicas de Chopin, Bach, Schumann, Mozart, Satie, Debussy, Van Biber, Brahms, Ginastera y Piazzolla, entre otros.
“En un momento tuve la intuición que podíamos trabajar con Ana un espectáculo. Uno en el que no siendo yo un cantante, pero sí, a mi manera, un recitador de poesía, podríamos hilvanar la simultaneidad de la música o la textualidad de la música con la sonoridad de la palabra. Se lo propuse. Ana lo tomó con cautela porque era una experiencia novedosa para ella. Y en algún sentido para mí, porque era música clásica. De todos modos, todo dependía de que ella encontrara las melodías apropiadas para que lectura y música entraran en comunión”.
Desde el vamos, música y poesía en clara competencia entre sí, a menos que se encuentren las parejas adecuadas. “Por eso mi resistencia en un comienzo –dice Chaves-. Me encantó la idea de trabajar con Santiago, pero a la vez, en mi cabeza sentía la competencia de música y poesía. Santiago me mandó un repertorio de poesía, pero no escritas sino leídas por él, para que yo buscar la música con total libertad. Venía de hacer música de cámara durante muchos años. Había dejado de hacer piano solo, por eso tuve que ir hacia mi juventud para encontrar repertorio acorde. Y me apasioné con ese trabajo que al principio era difícil de imaginar. Fue una búsqueda hermosa, que duró meses”.
Lo más valioso para Chaves fue descubrir, cuando comenzaron a ensayar, que estaban haciendo música de cámara y que esa voz hablada (o recitada) era otro instrumento. “Eran como dos partituras escritas, incluso, en distintos momentos de la historia. Respirar, frasear juntos.”
Hay obras solo recitadas. Hay composiciones sólo tocadas y hay otras (la mayoría) en las que poesía y música con piano (o con piano y violín) suenan en simultáneo. En algunos casos al elegir un poema que Borges le dedicó a Brahms el destino musical es una composición de Brahms, casi en un sentido programático. Pero, de todos modos, las elecciones no fueron tan sencillas. “Había que encontrar una pieza que fuese lo suficientemente corta y representativa de Brahms, pero que no compitiera con ese Borges celestial. Justamente, al nivel de la música de Brahms –explica Chaves-. Otros fueron más sencillos, como el poema de Santiago ‘El Campo’ que va perfectamente con la tercer sección de la ‘Danza de la moza donosa’, de Ginastera”.
Seguramente habrá algunas claves implícitas en este recital. Incluso ya desde el inicio. Con el “Preludio en Do Mayor” del Clave bien temperado de Bach, que da paso a un poema de Neruda y luego al violín que asume la melodía que Gounod escribió para ese preludio y lo transformó en el “Ave María”. El espectáculo fue registrado en Templo Libertad y desde el próximo sábado quedará disponible durante 48 horas; las entradas se consiguen desde la plataforma de Plateanet. Luego se podrán adquirir on demand.
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