La tinta de Imprenteros late en un libro para atesorar
Después del asombroso boom del biodrama de Lorena Vega y Hnos., se publicó un ejemplar que reúne textos de la obra, material del archivo familiar, fotografías y otras palabras; esta semana, por partida doble, en el Malba
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Podría decirse con holgura que no hace falta ver Imprenteros para conmoverse con la historia de los Vega. Alcanza con leer el libro: los textos, las fotos, todo lo que hay detrás, la plancha de pegatinas, el póster desplegable, hasta las palabras de los espectadores que dicen cosas a la salida del teatro. Sin embargo, como se sabe que aquello que ahora es palpable fue antes piel y escena, el ejemplar –una edición de Documenta/Escénicas definitivamente para atesorar– alimenta al lector las ganas de salir al encuentro.
La obra documental Imprenteros, biodrama sobre tres hermanos que quieren volver (que vuelven) a la imprenta donde se criaron en el conurbano -un sitio vedado para ellos después de la muerte de su padre-, ocasionó un boom en su derrotero de sala en sala: el Rojas, Timbre 4, Picadero, Metropolitan Sura, El Recoleta, Dumont 4040, Centro Cultural Haroldo Conti, el Morán y más puntos de Buenos Aires y del país, en Montevideo y en Madrid, así de aluvional fue su recorrido hasta aquí. En su tránsito, dejó afuera a decenas de personas cada vez. Todos querían ver la obra, pero desde su estreno en 2018 las entradas parecían volar antes de que se conociera la fecha y hora de la siguiente función. En la última, por ejemplo, una espectadora ansiosa, que por fin tenía asegurada una butaca, sufrió el doble la agonía por los penales en la semifinal de Mundial: el partido de Argentina se alargó más de la cuenta y, con eso, la ilusión de llegar a tiempo hasta la sala del Pasaje de Discépolo se desvaneció.
Después de una escala en Chile, esta semana, la historia se repite: ya no queda ni un lugar para ver la obra, que solo el jueves estará en el auditorio del Malba. Sin embargo, mañana, con inscripción previa y entrada gratuita, Lorena Vega y Hnos. presentarán -también en el museo- el libro inspirado en la pieza teatral (y no al revés). Sin tribunas, ni videos VHS, ni coreografías que simulan máquinas, estarán la capitana del proyecto (actriz, dramaturga y directora), Lorena (1975), con Federico (1977) y Sergio (1978), en conversación con Lalo Mir. Los acompañará César Capasso, eslabón clave para la reconstrucción de este recorrido autobiográfico basado en material de archivo familiar y recuerdos emotivos. Es por obra y arte de él (el mago Capasso) que los tres aparecen otra vez en Ficcered, rodeados de esas máquinas, papeles, tintas, guillotinas, en Lomas del Mirador.
"“Diez días después de su muerte, que fue un 11 de septiembre. El mismo día del atentado a las torres, pero años más tarde, mis medios hermanos, nuestros medios hermanos… nosotros somos tres del primer matrimonio y él tuvo tres hijos más con su segunda pareja. Ellos, los de la segunda relación, cambiaron la cerradura del taller y nosotros tres no pudimos volver más. Ellos se apropiaron del lugar”, se lee en la página 19, un fragmento de la obra de teatro."
“Cuando empecé a armar Imprenteros una de las primeras cosas que hice fue pedirle a mi amigo César las fotos originales de la imprenta de mi papá. Él me contestó que no creía tenerlas porque las había sacado en 2006 –escribe Lorena–. Al otro día me mandó un audio diciendo ‘anoche revisé unos cajones con discos rígidos viejos y el primero que conecté tenía las fotos. ¿Qué vas a hacer exactamente?’. Le conté que estaba creando una obra de teatro sobre el lugar de la infancia al que no podía regresar, y me contestó ‘me dedico al retoque digital, yo con Photoshop los meto de nuevo a los tres adentro de la imprenta’”. Por eso el fotógrafo y diseñador gráfico es partícipe necesario de esta odisea profunda. “Gracias a sus trucos fotográficos podemos vernos de nuevo en la imprenta familiar”, remata la anécdota, narrada al dorso de un juego de postales con diferentes imágenes: está la máquina Harris del año 42 que Alfredo Vega nunca quiso vender, el escritorio con la agenda abierta en medio de un caos de otra época (teléfono con cable, lapiceros, talonario de facturas, cenicero con colillas). Y por supuesto, varias de esas escenas mágicas con ellos de vuelta en el lugar recobrado, años después.
Como esos chicos que se sentaban hipnotizados a ver cómo los rodillos cambiaban de color, el lector sale impregnado de las emociones grabadas con la tinta de Imprenteros, el libro. La segunda buena noticia es que desde el 10 de febrero y durante cuatro meses, la obra de teatro regresará al escenario del Picadero. El que avisa, no traiciona. Habrá que conseguir entradas.
Para agendar
Miércoles 25, a las 20. Presentación + lectura de Imprenteros el libro, en el Malba, Figueroa Alcorta 3415. Con entrada gratuita, previa inscripción en www.malba.org.ar Las entradas para ver la obra, este jueves, en el museo, están agotadas. Próximamente en el Teatro Picadero.
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