La summa argentina
Llevó a cabo una "enciclopedia informal de nuestro país", a través de una colección que sale al rescate cultural de la nacionalidad.
ONCE años de trabajo le dedicó el arquitecto Raúl Bulgheroni a la colección Argentina, Imagen de un País, un conjunto de diez volúmenes que constituyen "una enciclopedia informal dedicada al conocimiento de nuestro país", según palabras del autor. Iniciada con la Summa patagónica (1986) -a la que luego siguieron la Summa andina (1989), la Summa chaqueña (1992) y la Summa Pampeana (1994)-, la reciente aparición de la Summa metropolitana concluye un ejercicio de rescate cultural tan omniabarcativo como indispensable.
Publicada con el apoyo de la Fundación Alejandro Ángel Bulgheroni Botto, la serie Argentina, Imagen de un País no se vende al público, sino que se dona a escuelas de enseñanza media, bibliotecas e institutos de investigación nacionales y extranjeros. Cada tomo va acompañado de otro de apéndices, en el que artistas e investigadores de distintas áreas rasgan el velo histórico de cada región y dibujan el mapa de una mirada multidisciplinaria. Así, en el caso de la Summa metropolitana , Adolfo Bioy Casares, Abel Posse, Horacio Salas, Beatriz Sarlo, José María Peña, Marcelo R. Yrigoyen y Alberto Petrina, entre otros, arman el siempre complejo rompecabezas de la "porteñidad".
Bulgheroni, autor del libro El mundo horizontal y profesor fundador de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Mendoza, fue secretario de Obras Públicas en Catamarca, director de Cultura de la provincia de Córdoba y decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Córdoba. Sin embargo, el mérito propio que más lo satisface no es ninguno de estos, sino el haber "caminado" todo el territorio nacional en más de una ocasión, la primera a los veintidós años. Allí habría comenzado su historia de amor con esta tierra, romance que ciertamente late en Argentina, Imagen de un País.
-Yo siempre me he sentido muy argentino -subraya-, y no me hacía nada bien que, en el extranjero, me hicieran elogios ingratos como: "Usted no parece argentino". En aquellos momentos, yo trataba de aclarar que, por lo general, el argentino que tiene la oportunidad de viajar es el porteño. Pero esa aclaración nunca era suficiente. Entonces me daba cuenta de que era necesaria una documentación seria, rigurosa y actualizada, capaz de difundir qué es realmente la Argentina. Y ésa es la intención con la que desarrollé mi obra.
-¿Qué Argentina ha descubierto en estos once años de investigación?
-Cada volumen de Argentina, Imagen de un País está escrito con la óptica del lugareño, así que entre todos forman la "summa" cultural de nuestro país. En el plano personal, debo decir que cada trabajo me enriqueció muchísimo. Por ejemplo, es sabido que en el interior hay un sentido de la nacionalidad que en Buenos Aires ya no se ve tanto, pero ahora he descubierto que ese mismo sentimiento sobrevive en los barrios porteños. También he advertido que en todo el país hay un cierto desprecio al capitalino, aunque esto merece una aclaración. Así como el porteño mira a París, el hombre del interior mira, y admira, a Buenos Aires. Esta relación de fascinación y desconfianza se ha suavizado en los últimos años, pero está en la raíz de la vida nacional.
-Su obra analiza el país desde el punto de vista histórico, geográfico, arquitectónico, sociológico y artístico. Incluso avanza sobre la descripción de la idiosincrasia que identifica a cada lugar. ¿Cuáles son, en su opinión, los elementos que forman la "argentinidad"?
-Ése es un asunto difícil. Históricamente, lo que nos define, en todo caso, es el cosmopolitismo. Ya desde Pedro de Mendoza, que comandó la Armada más grande de todas las enviadas por España a América, hay una mixtura inigualable con respecto a otros procesos colonizadores. Además, no olvidemos que el sustrato precolombino de nuestras tierras era de poca gravitación en cuanto a su desarrollo físico, pero tenía una gran diversidad. Así que podríamos decir que, ya en el origen de nuestra formación como pueblo, nos constituye esa pobreza inicial enriquecida por el cosmopolitismo. Estos elementos definen nuestra idiosincrasia.
-¿Por qué se decidió a describir la Argentina desde una "summa", y no a partir de una visión menos totalizante?
-Porque me pareció necesario imbricar distintos puntos de vista. Con una premisa multidisciplinaria era posible realizar un trabajo de máxima aproximación a la realidad histórica de nuestro país. Sabemos que existe un escenario, que es la tierra, y un actor, que es el hombre: de la interrelación entre ambos nace la cultura. Por lo tanto, cuantas más herramientas tengamos para analizar esa interrelación, más exacta será la comprensión general de esa cultura.
-A partir de la Summa metropolitana, ¿qué rasgos podría decir que definen a Buenos Aires?
-Buenos Aires es una ciudad que, desde su fundación, jamás miró al interior. En realidad es una ciudad-Estado, un país en sí mismo. Al mismo tiempo, su idiosincrasia es un elemento indispensable en la identidad nacional. Y ésa es su paradoja, que por supuesto también es la paradoja de nuestro país. Por ejemplo, para los provincianos siempre ha sido muy difícil instalarse en Buenos Aires sin que la Capital los devore y los transforme en porteños, es decir, en aquello que despreciaban. Grandes hombres de nuestra historia, como Alberdi, Sarmiento o Echeverría, llegaron del interior y, una vez aquí, actuaron de una manera porteña.
-Usted ha recorrido el país en varias oportunidades. ¿Podría decir qué es lo mejor que tiene la Argentina?
-Éste es un país con un territorio maravilloso, privilegiado. Diría que, por extensión y potencialidades, casi no tiene igual en el resto del mundo. Sin embargo, yo no destacaría sólo esto. Para mí, lo mejor es la gente. Acá hay una gente buenísima.
Por Leonardo Tarifeño
Para
La Nacion
- Buenos Aires, 1997