La seducción del mal
Lucía Puenzo propone una perturbadora ficción sobre los días en la Argentina del médico Josef Mengele,uno de los más lúgubres criminales nazis
Wakolda , de Lucía Puenzo, gira en torno de los últimos meses que Josef Mengele pasó en la Argentina, antes de su huida al Paraguay. En el verano de 1959, enterado de que andan tras sus huellas, el criminal nazi abandona Buenos Aires. En una localidad pampeana se encuentra con la familia formada por Enzo y Eva, y sus tres hijos. Uno de ellos, Lilith -una niña de doce años con un retraso de crecimiento- atrae de inmediato el interés del médico antropólogo, quien decide acompañar a la familia que viaja a Bariloche para hacerse cargo de una hostería. La obra, vista desde la perspectiva de Mengele, plantea el arriesgado desafío de insuflarle humanidad a una figura tan inhumana como la del "Ángel de la Muerte", cuyos aberrantes experimentos superan la ficción más truculenta. Puenzo logra mantenerse lejos del estereotipo del monstruo sádico sin caer en una desagradable empatía. Al elaborar la psicología de su protagonista, se centra en las percepciones de un científico marcado por una ideología nefasta, que ve especímenes en lugar de personas y registra de manera compulsiva sus defectos físicos. Así observa en la voz de Lilith "mínimos rastros de la deformidad del cuerpo a la que pertenecía" y que "los brazos y piernas eran apenas unos centímetros más largos de lo normal".
La trama de Wakolda no se sustenta en un desenlace que sorprenda demasiado, porque el destino de Mengele es conocido. La narración apunta al vínculo que se va estableciendo entre el prófugo nazi y la familia de Enzo y Eva. Ellos ignoran la verdadera identidad de ese hombre y lo hospedan en la hostería. Como en sus ratos de ocio Enzo se dedica a confeccionar muñecas de porcelana, Mengele le propone fabricarlas en serie e invierte el dinero necesario para impulsar el negocio. También convence a los padres de Lilith de someter a la chica a un tratamiento para aumentar su tamaño y asiste a Eva cuando ella da a luz gemelas.
Desde el principio Mengele y Lilith entablan un recíproco juego de seducción que roza lo sexual y se convierte en el núcleo del argumento. Entre ambos crean un espacio de ambigüedad -manejado con acierto por la autora- en el que la sombra del mal se esconde en supuestas amabilidades y la luz de la inocencia supura malicia.
El título de la novela procede del nombre de una muñeca que Lilith obtiene de una joven mapuche y es uno de los elementos que enmarcan una fuerte crítica a la Conquista del Desierto, a la que se compara con la Solución Final ejecutada por el Tercer Reich. Un documentalista francés, de paso por la Patagonia, habla de "campos de concentración" a los que fueron enviados "entre diez y veinte mil indios".
El asunto de las muñecas, por su parte, parece aludir a un hecho comprobado: durante sus años en la Argentina el alemán fundó una fábrica de juguetes. El tema ofrece además un simbolismo irónico: el asesino que se ensañó con los cuerpos de miles de víctimas, que propugnaba una civilización de clones rubios y ojos celestes, debe contentarse con la homogénea perfección de unas pequeñas criaturas de porcelana.
WAKOLDA
Por Lucía Puenzo
Emecé
203 páginas
$ 69
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