La salud de Paul Auster: “Con el humor intacto, hizo que este momento de su enfermedad sea hermoso y no desagradable”
Siri Hustvedt publicó un nuevo “parte médico” del escritor estadounidense, de 76 años, titulado “Otro boletín desde Cancerland”; además anuncia que en noviembre se publicará una nueva novela de su pareja
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En una publicación de Instagram, esta tarde, Siri Hustvedt dio a conocer un nuevo “parte médico” con información sobre la salud de su pareja, el escritor estadounidense Paul Auster, que tiene cáncer. En el anterior, fechado el 11 de abril, agradecía a las personas que habían enviado “mensajes amables”; en ese momento, informó que Auster, de 76 años -fotografiado por su yerno, Spencer Ostrander, con el que publicó Un país bañado en sangre- estaba realizando tratamientos de quimioterapia e inmunoterapia. En marzo, la escritora había contado que su marido tenía cáncer. “Otro boletín desde Cancerland”, se titula el que publicó Hustvedt hoy, con dos fotos en las que se ve a los dos escritores jovencísimos y hermosos.
“He guardado silencio porque el territorio aquí en Cancerland ha sido confuso y traicionero -escribe Hustvedt-. El paciente, y yo con él, hemos avanzado por el camino, nos hemos retrasado y hemos dado vuelta en círculos. No hemos alcanzado la señal que marca los límites del país: Ahora estás dejando Cancerland. Es un país grande, aun más grande de lo que pensaba”.
La autora de Todo cuanto amé relata su experiencia en Cancerland, que no es solitaria. “Hay muchas personas de mediana edad y mayores aquí, y sabemos que hay niños, pero no los vemos porque son atendidos en lugares separados. Mi marido y yo hemos visto a muchos jóvenes, que se sientan en las salas de espera con nosotros. Las caras sin arrugas y los cuerpos vigorosos a menudo no muestran signos de enfermedad. A veces una linda gorra cubre su calvicie, la única señal de que están enfermos”.
Además, anuncia que en noviembre se publicará una nueva novela de Auster. “Paul ya tiene muchos años detrás de él, infancia y juventud y mediana edad y ha entrado en la vejez. Ha escrito muchos libros. Otra novela que terminó mientras estaba enfermo, Baumgartner, será publicada en noviembre. Es un pequeño libro tierno y milagroso”. Según se informa, la decimoctava novela de Auster está protagonizada por Sy Baumgartner, un profesor de filosofía jubilado, escritor de éxito y viudo. Su esposa, Anna, ha muerto años atrás.
“He vivido cuarenta y dos años escribiendo con él -relata Hustvedt-. El mes pasado, mientras esperábamos que nos atendieran, y Paul se había ido a tomar el té, una joven se le acercó porque lo reconoció. Ella le dijo que su esposa era una gran lectora de su obra, y que también ella había comenzado a leer algunos de sus libros. Le contó que estaba en la etapa IV. Le dijo con una sonrisa: ‘Acabo de volver de Italia. Estoy viviendo mi vida’. Y luego dijo: ‘Pensamos en ti todo el tiempo. Dios te bendiga’. Cuando volvió a sentarse a mi lado, había empezado a llorar”.
“Puede ser tentador considerar el cáncer un país aburrido, triste y peligroso donde nadie vive realmente, sino que solo esperas, un limbo de turnos, pruebas, drogas, escáner e infusiones que se soportarán hasta que el paciente es enviado al cielo de la vida o al infierno de la muerte. Pero esto es un error. La joven dijo: ‘Estoy viviendo mi vida’”.
La escritora, a su vez, cuenta que, acompañando a su pareja, ha entendido el modo en que brilla “la gracia” de su pareja, aun bajo la presión de la enfermedad. “Impresionante e intacto, con el humor intacto, ha hecho que este momento de su enfermedad, que ya ha durado casi un año, sea hermoso y no desagradable. Ha superado una serie de síntomas miserables tanto del cáncer como del tratamiento con una dignidad que me asombra. Ha dicho que a medida que este juicio continúa, ha pasado más y más tiempo ‘mirando en el abismo’, y me ha dicho que no tiene miedo a morir. Tengo miedo de morir, así que al escuchar esto, me humilla”.
“Juntos hemos presenciado respuestas muy diferentes en conocidos a enfermedades mortales: rebelión, arrepentimiento y pánico. Sospecho que es imposible saber cómo reaccionará uno. Ciertamente no puedo predecir mi propia respuesta, ni culpo a nadie por la suya. Y sin embargo, he sido testigo de una maravilla, y estoy agradecida. Él también ha dicho que no tiene ningún deseo de ocultar su cáncer, y me permite contar mi experiencia al respecto”.
“La joven que se acercó a Paul en la sala de espera tiene razón. Esto también es vida, no vida suspendida, sino la vida misma. Es posible que nunca haya vivido tanto en el presente como ahora con Paul. El diálogo entre nosotros continúa y las bromas vuelan y la buena comida se consume, y él está aquí conmigo, y ahora está vivo, y aprovechamos el día como es, con sus restricciones y limitaciones. Revisamos el portal del hospital en busca de nuevos números de sangre, gráficos que suben o bajan. Leo los periódicos médicos en busca de pistas. Esto continúa. Hay temor y hay esperanza”.
Y concluye con unas palabras que destacan la importancia del trato humano en el ámbito de la salud: “Una cosa se ha vuelto deslumbrantemente evidente. La bondad nos ha importado a Paul y a mí, y no podemos estar solos al sentir esto. La sonrisa de la recepcionista importa. El gesto respetuoso de la técnica mientras levanta el brazo del paciente y lo prepara para la aguja importa. La enfermera y el médico que escuchan atentamente mientras habla el paciente, que permiten que el paciente cuente su historia y explique cómo se siente, importan. Familia y amigos que envían notas y correos electrónicos y hacen llamadas importan más que nada. Estos actos no pueden alterar el resultado de la enfermedad, pero son una parte crucial del modo en que se la vive. En marcha…”.
Para verificar, por si hiciera falta, cuánto importan las palabras de la escritora sobre la vivencia de Auster y la suya, la publicación ha sido leída por miles de personas; muchas otras, desde todas partes del mundo, expresaron su afecto y apoyo por medio de mensajes.
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