La revista que hizo historia
SUR, UNA REVISTA EN LATORMENTA. LOS AÑOS DEFORMACION. 1931-1944 Por Nora Pasternac-(Paradiso)-254 páginas
No obstante la significación de la vasta obra ensayística de Victoria Ocampo, su nombre ha quedado indisolublemente ligado a Sur , su creación más querida, causa de intensas satisfacciones, pero también de pesares y desencantos. Como fundadora y directora, se consagró a ella con fervor, sin ceder su derecho a decidir en última instancia, aunque sin dejar de escuchar a sus colaboradores.
Sur , por lo menos durante 25 de sus 40 años de vida, fue una presencia ineludible en el ámbito intelectual y literario de la Argentina y aun de Hispanoamérica. El británico John King, autor del estudio más completo sobre la publicación (1986, en inglés; 1989, en español), la ha considerado "una de las realizaciones más importantes de la vida cultural de la América Latina". En cuanto a Victoria Ocampo, Sur contribuyó no sólo a difundir sus escritos sino también a provocarlos, dado que la directora nunca se mantuvo al margen de los temas que la revista planteó.
Nora Pasternac, argentina radicada en México y autora de varios trabajos sobre escritoras latinoamericanas y caribeñas, ha dedicado su reciente libro a examinar los años de formación y consolidación de Sur , entre 1931 y 1944. En esos trece años fundamentales (122 números), se definieron sus propósitos y se midieron sus fuerzas.
Alrededor de su directora se abrió un "espacio de sociabilidad literaria e intelectual" integrado por escritores y artistas que compartían con aquélla las tendencias generales de la revista. Desde las primeras apariciones, se manifestó el designio de abordar y discutir temas trascendentales. Uno de ellos, y en lugar prominente, fue la "inteligencia amenazada" por el avance, y pronto embestida, de regímenes totalitarios. En este sentido, Sur emitió claros pronunciamientos. A través de sus páginas, se advierte que Victoria Ocampo y sus colaboradores creían en el papel preponderante de las minorías ilustradas en todo lo concerniente a "lo espiritual" y desconfiaban de la política debido al riesgo de quedar encasillados en una determinada tendencia, sin los matices anejos al ejercicio intelectual y sin las salvedades que preservan la independencia del juicio.
Nora Pasternac estudia la concepción del americanismo en Sur , uno de sus proyectos iniciales, empeñado en tender un puente entre América y Europa. América era inmadura, incompleta, demasiado nueva; un "gigante sin palabras". En cambio, Europa era el centro de la civilización y debía suministrar a América el oxígeno que a ésta le faltaba. Sur proponía acentuar aquellos elementos de América que la acercaban a Europa.
Otro capítulo del libro registra la resuelta adhesión de Sur a la corriente cristiana de avanzada, pluralista y liberal, opuesta a la corriente reaccionaria o integrista, impulsada en la Argentina por aguerridos militantes. Frecuentes fueron los encontrones periodísticos entre ambas. Los artículos publicados en Sur por el filósofo francés Jacques Maritain, de mucho predicamento entonces, contribuyeron en gran medida a sustentar la tendencia pluralista que la revista defendía.
En el período examinado por Nora Pasternac transcurren dos acontecimientos de radicales efectos: la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. En cuanto al primer acontecimiento, Sur se inclinó por el bando republicano, pero cuidándose de no complicarse con las facciones beligerantes más extremas, adictas al comunismo soviético. El categórico rechazo a esta ideología -y sus diversas clonaciones hispanoamericanas- fue una de las invariantes de la revista de Victoria Ocampo. Aunque Sur nunca fue excesivamente hispanista, no vaciló en recibir a la talentosa pléyade de poetas, narradores, ensayistas y eruditos españoles que la Guerra Civil dispersó por el mundo, muchos de los cuales anclaron en las orillas del Plata. La Guerra Mundial, a continuación, dio origen a tomas de posiciones más firmes y netas por parte de la directora y sus colaboradores, tan devotos de los Aliados y de lo que éstos representaban culturalmente.
La situación europea renueva el americanismo de los inicios de la revista, pero en otro sentido: mientras en Europa se hacen patentes los signos de la decadencia, América aparece como el continente de la esperanza. El ensayista francés Roger Caillois, que más tarde sería influyente promotor de las letras iberoamericanas, y de la obra de Borges en especial, protagonizó la expansión de Sur por medio de Lettres Françaises , revista de prestigio internacional, patrocinada por Victoria Ocampo, en la cual colaboraron importantes escritores de Francia. La autora observa que Caillois y "muchos de los colaboradores de Sur " creían en la superioridad de la cultura occidental. Este etnocentrismo, no bien definido entonces, la lleva, fuera del marco histórico, a reprocharles rigidez cultural. De todos modos, concede que tal convicción sostuvo la lucha de Sur en apoyo de la causa aliada, y que las declaraciones de la revista constituyeron una decidida acción opositora frente a las posiciones reaccionarias de la época.
En el capítulo final, además de registrar algunas de las arbitrariedades que se han dicho sobre la revista, Nora Pasternac se refiere a un discutible antagonismo entre Borges y Mallea y a la justificación de Sur por la mera presencia de Borges. No hubo antagonismo, en el sentido de rivalidad u oposición. Mallea no vaciló en proclamar, cuando Sur desagravió a Borges por no habérsele concedido el Premio Nacional de Literatura, que el autor de El jardín de senderos que se bifurcan era el mejor escritor de la literatura argentina junto con Sarmiento. Eran autores muy dispares, simplemente.
Nora Pasternac distingue la "línea moral, ética y espiritualista de Mallea frente a las proposiciones estéticas y el proyecto de Borges tan diferente de su contemporáneo". Vista desde la descomunal fama de Borges, la espiritualista Sur podría aparecer como un mero pretexto para la eclosión del genio borgiano. No es verdad. Además, Sur no fue el único vehículo para las originalísimas creaciones del escritor. Fue precisamente Eduardo Mallea, director entonces del Suplemento Literario de LA NACION, quien incorporó a Borges entre sus más asiduos y destacados colaboradores. El índice 1940-1949, publicado por la Revista Interamericana de Bibliografía , da la medida exacta de la calidad y el número de las colaboraciones de Borges en LA NACION, prolongadas durante varias décadas más. No es preciso ni justo aventurar, como lo hace Nora Pasternac, que "se puede considerar que Sur fue la revista de Borges (o que "Borges fue de Sur "), a pesar de ciertos momentos agridulces en las relaciones".
Lo que sí cabe afirmar, con palabras de la autora, es que "a través de la revista Sur se puede leer una parte esencial de la historia cultural argentina", en la que figuran Borges y otros escritores argentinos que Sur dio a conocer, y en la que tienen un sitio de primacía los debates promovidos por la revista sobre temas de trascendencia y cuestiones candentes. A ellos hay que añadir las colaboraciones literarias argentinas y extranjeras, que respondían al gusto de quien la dirigía, como corresponde, y los memorables números especiales dedicados a literaturas de otras lenguas.
Sur , como observa Nora Pasternac en su atrayente y bien documentado libro, fue uno de los polos del conflicto europeísmo-nacionalismo, persistente a lo largo de nuestra historia literaria. La oposición resulta fértil cuando se equilibran sus términos, y estéril cuando se da exclusividad a uno de sus extremos. Sur trató de que su cosmopolitismo depurara de elementos retrógrados la cultura nacional.
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