La revista más linda del mundo
El domingo próximo, los lectores de La Nación y del Corriere della Sera podrán tener en sus casas una edición especial, de 36 páginas, de la prestigiosa revista FMR, dedicada en esta ocasión al teatro Alla Scala, de Milán. El director de esa publicación, el marqués Franco Maria Ricci, se refiere en esta entrevista a su editorial, a la amistad que mantuvo con Borges y a los libros de lujo
Habla con la "erre francesa", dice que Jorge Luis Borges, su gran amigo, ha sido maltratado por sus editores, que conserva un texto inédito del gran escritor y que fue él quien convenció a María Kodama de que se casara. Su oficina, un pequeño museo, es elegantísima: entre varias obras de arte hay enormes cuadros del Renacimiento, muebles de estilo, bustos, estatuas de mármol, piezas de colección, máscaras e incluso una calavera.
Todo muy refinado y de exquisito gusto, a imagen y semejanza de Franco Maria Ricci, el marqués italiano que se ha hecho famoso en todo el mundo por editar libros de una calidad excepcional, por la lujosísima revista de arte que lleva por nombre sus iniciales, FMR , y por ser un esteta, un bibliófilo, un humanista y un empedernido coleccionista.
Entrañable amigo de Borges, que dirigió para él "La Biblioteca de Babel", una colección de literatura fantástica, Franco Maria Ricci habló del gran escritor argentino, de la cultura en general y de FMR , "la revista más linda del mundo", en una entrevista que mantuvo con La Nación en Milán.
En 1982, apareció el primer número de FMR , letras que en francés se leen "éphémére" (efímero), una casualidad que a Ricci le encanta. La publicación es bimensual, se edita en italiano, español, francés e inglés, y no se vende en los quioscos, sino que se adquiere por suscripción o en las magníficas librerías que la editorial posee en varias ciudades de Italia, en París, Nueva York y Ciudad de México. En la última página del fascículo de FMR que recibirán los lectores de La Nación y el Corriere della Sera, el próximo domingo, habrá un cupón para quien quiera abonarse.
FMR es una revista para coleccionar, que se distingue por su elegante tapa, siempre de fondo negro. "En realidad es un libro, no una revista", explica el editor. Junto con Laura Casalis, su compañera de toda la vida, Ricci se ocupa personalmente de la dirección artística de FMR .
Nacido en Parma en diciembre de 1937, en el seno de una familia noble de origen genovés, Franco Maria Ricci, licenciado en geología y amante del arte y del diseño gráfico, comenzó su actividad editorial en 1963, casi por juego. Entonces, su pasión por Giambattista Bodoni, tipógrafo de fines del siglo XVIII y creador de aquellos caracteres ponderados por su elegancia y simpleza, lo llevó a editar 900 ejemplares de su Manual Tipográfico , en tres volúmenes. El inesperado éxito de esa primera idea significó su comienzo como editor para un público de elite: primero con una serie de colecciones de libros de extraordinaria calidad, de tirada limitada e impecable diseño, con papeles artesanales, refinadísimos, impresiones en oro, tapas de seda, y más tarde, con la revista de arte FMR .
-¿Cuando conoció a Borges?
-En 1972, cuando fui a la Argentina exclusivamente para conocerlo. Borges aún era director de la Biblioteca Nacional y me mostró su laberinto: me llevó por algunos pasillos, hasta que nos asomamos por un balcón desde el cual se veía la sala de lectura de la biblioteca, y me dijo: "Este es el centro del laberinto y yo soy el minotauro que espera ser matado y liberado". Aludía al regreso de Perón, que seguramente lo iba a echar, lo cual, afirmó, "en un cierto sentido me libera, pero también me mata". Entonces le dije: "yo lo libero, y si quiere venir a Italia, me alegraría mucho invitarlo". El dijo que sí, pero vino al año siguiente porque a raíz de su ceguera no podía viajar solo. Al mismo tiempo me hice muy amigo de María Esther Vázquez y de Horacio Armani, que eran muy amigos de Borges.
-¿Y María Kodama?
-Kodama vino después, aunque ya existía, pero era sólo una alumna de Borges. Durante la primera estadía que hizo Borges en mis casas de Milán y de Parma, estaba con María Esther Vázquez y Horacio Armani. La segunda vez, en cambio, llegó con Kodama, una persona deliciosa que lo cuidaba como si fuera el padre o el marido y de la que Borges se enamoró. Cuando Borges estaba ya muy enfermo en Ginebra, donde yo lo visitaba todas las semanas, convencí a Kodama de que se casara con él. Recuerdo que él solía tomarme las manos y decirme: "Franco, convencéla a María de que se case conmigo, yo quiero morir sabiendo que María es mi mujer".
-¿Cómo surgió la idea de que Borges dirigiera la colección "La Biblioteca de Babel"?
-Nació cuando le propuse hacer una colección de literatura fantástica con las cosas que él amaba. Para ello, María Esther Vázquez fue fundamental y le estoy muy agradecido. Con Borges hice 30 libros en total. Es más, todavía tengo en un cajón un texto inédito, que publicaremos cuando logre encontrar la iconografía justa. Es un texto muy lindo, corto, de tres páginas, sobre Virgilio.
-¿Cuándo escribió Borges ese texto aún inédito?
-Si mal no recuerdo, en 1982. Lo escribió para mí, para la revista, donde ya había escrito en otras oportunidades.
-¿A Borges enseguida le gustó la idea de dirigir una colección de literatura fantástica?
-Sí. El punto es que Borges me quería mucho: en ese momento yo era el único que lo trataba bien. Sobre todo cuando fui a la Argentina, Borges estaba solo, aislado, por esta historia de que era no grato políticamente. En Italia tuvo el mismo drama: cuando lo traje por primera vez, recuerdo que salió un artículo vergonzoso, en el cual se preguntaban "qué había venido a hacer este reaccionario, que por otra parte era un pésimo escritor". Yo creo que, en verdad, todos los editores lo trataban mal. Conmigo, en cambio, él se sentía bien: no le hablaba de política sino de literatura, y él era feliz. En la Argentina él, que era ciego, no leía los diarios, no escuchaba radio, no veía la televisión, y le iban a hacer preguntas de política.
-¿Es cierto que le regaló a Borges unas monedas de oro para un cumpleaños?
-Sí, y a él le encantó. Fue cuando lanzamos FMR en los Estados Unidos, momento que coincidió con su cumpleaños número 84. El era el huésped de honor, en la New York Public Library. Yo le regalé un cofrecito con una moneda esterlina de oro por cada año.
-¿Es rentable ser un editor de lujo en el 2000?
-A mí me causa mucha gracia cuando dicen que uno de mis libros es caro porque cuesta 200 dólares, cuando una camisa de Ralph Lauren cuesta el doble. Pero, lamentablemente, al 99 por ciento de la gente le interesan las camisas y sólo al 1 por ciento, los libros. Pero si uno hace libros de calidad y se contenta con hacerlos para ese pequeño mercado de los bibliófilos, se puede sobrevivir.
-¿Qué diferencia hay entre un mensaje literario presentado en forma elegante y el mismo mensaje presentado en forma simple, al alcance de todos?
-Son dos cosas totalmente distintas: para leer en la playa o en la cama hace falta un paper-back (libro en rústica). En la playa o en un tren, uno de mis libros es ilegible. Son dos conceptos distintos: yo hago libros para mirar en la biblioteca o sobre la mesa, basados en la imagen y en la tipografía. Es como si una casa popular, donde viven 50 familias, fuera el paper-back , mientras que un monumento, por ejemplo, la columnata de San Pedro, de Bernini, que no sirve para nada y donde nadie puede vivir, fuera el equivalente de mis libros. Hay cosas funcionales y cosas puramente estéticas, como un cuadro.
- Con el auge de Internet, ¿considera que el libro está en crisis?
-Creo que no tiene ningún sentido pensar que el libro será asesinado por la electrónica. La electrónica puede servir para la investigación y en las universidades, pero es impensable leer a García Márquez en una pantalla.
-¿Cómo se siente hoy alguien como usted, en un mundo en el cual, según dijo, ya no existen más el gusto ni la elegancia?
-Algunos días me siento totalmente inútil, sin ganas de seguir y derrotado. Pero otros, siento que hay que seguir luchando.
Perfil
Amistades: Franco María Ricci es un hombre mundano. Una de sus amigas célebres era Jackie Kennedy, que lo apoyó mucho cuando el jóven editor lanzó su primer libro en los Estados Unidos.
Preferencias: al exquisito marqués italiano se debe el redescubrimiento de Ertê, el gran diseñador de los años 20, al que Ricci consagró un libro deslumbrante.