La revancha del cuento: el año de un género nada menor
Contra todos los prejuicios, 2015 pobló de relatos ciclos y librerías
Hay varias hipótesis sobre el renacimiento del cuento en la Argentina. Por su brevedad, puede ser leído y disfrutado en un tiempo acotado, en diversos soportes y muchas veces de manera gratuita (hay revistas digitales y, cabe recordar, bibliotecas públicas). Una de las últimas ganadoras del Nobel de Literatura fue la cuentista canadiense Alice Munro, cuya escritura discreta conmovió la escena literaria mundial. Los cuentos condensan, además, el estilo de un autor de manera inmediata y al mismo tiempo asimilan una época. Son fotografías verbales, no el film que una novela representa. Un libro de cuentos ofrece usos prácticos: se puede leer en la escuela, antes de dormir, en el transporte público, durante una espera. La experiencia es modesta y completa a la vez.
En 2015 hubo un estallido del cuento en librerías, ciclos de lectura, ferias, medios, y sellos pequeños, medianos y grandes. El fenómeno es mayormente femenino. Cuentistas como Samanta Schweblin y Ana María Shua volvieron a publicar relatos. Otras escritoras inéditas se dieron a conocer con el género.
Selva Almada publicó dos novelas muy elogiadas y ahora acaba de presentar El desapego es una manera de querernos (Literatura Random House). "Empecé escribiendo relatos y estuve haciéndolo más de quince años... sólo relatos, sin pensar siquiera en la posibilidad de escribir una novela. El viento que arrasa fue el fracaso de un cuento. Como no pude resolverlo, terminé escribiendo una novela. Así que mi llegada a la novela fue un accidente", comenta. Sobre la producción local y el mercado, agrega: "Es extraño lo que pasa con el cuento en la Argentina. Por un lado, hay una tradición del género que ha tenido grandes autores: pienso en Daniel Moyano, en Silvina Ocampo y, más acá, en Fogwill, Laiseca, Uhart. Y entre los más jóvenes, Schweblin y Federico Falco. Y sin embargo, hace más de veinte años que vengo escuchando que «el cuento no vende». Siempre me pregunto si será así o es una decisión editorial, arbitraria".
"Cuando fui jurado de algunos concursos, como en el estimulante Fondo Nacional de las Artes, que premia con dinero para publicar, me encontré que en los libros de cuentos al menos un cuento sorprendía -dice Guillermo Saccomanno, novelista, docente en talleres de escritura y autor del volumen de cuentos Animales domésticos-. Hay otro detalle que no se puede pasar por alto: las voces novedosas se encuentran en las editoriales chicas, menos preocupadas por una encontrar una novela que se pueda «bestsellerizar». Las grandes no se arriesgan tanto al cuento, a menos que provenga de un autor consagrado. Una lista incompleta de jóvenes no tan jóvenes cuentistas a seguir debería incluir a Mariana Enríquez, Fernanda García Lao, Juan Boido, Oliverio Coelho, Claudio Zeiger, Tomás Downey."
Confluencia de tradiciones
Un país con referentes tan notables, con clásicos como Miguel Briante, Rodolfo Walsh y Liliana Heker (por no nombrar a Borges y a Arlt), puede congelar ciertas temáticas, formas narrativas, modulaciones. Ocurrió por años con el género fantástico, cuyas fórmulas se repetían a la manera de ejercicios basados en los cuentos de Cortázar. Eso ha empezado a cambiar con el acercamiento por parte de los escritores argentinos a nuevos materiales, a zonas inexploradas de la ficción. En los talleres, apunta Saccomanno, el primer ejercicio de adiestramiento en el arte de narrar suele ser el cuento. Muchos autores jóvenes establecen filiaciones con voces extranjeras, que incluso pueden prevalecer sobre las nacionales al momento de crear: la lista es infinita, intercontinental y conviven diferentes épocas e idiomas. Así se trazan paralelos y correspondencias entre literaturas. Por ejemplo, el último libro de Walter Lezcano, Los wachos (Conejos), rinde tributo a los cuentos de Junot Díaz de Los boys, y Sueños a 90 centavos (Seix Barral), de Violeta Gorodischer, a las vivencias tragicómicas narradas por Lorrie Moore en sus relatos.
Mariana Travacio ganó la convocatoria abierta del sello rosarino Baltasara y publicó en 2015 Cotidiano, su primer libro. "Es un género que me apasiona. Si miro mi biblioteca, encuentro una buena porción dedicada al cuento. Di Benedetto, Faulkner, Capote, Nabokov, Onetti, Carver. Y muchas antologías, empezando por la Antología de la literatura fantástica, que ya tiene el lomo partido al medio. Hay quienes sostienen que un libro de cuentos exige al lector mayor atención: entrar a una historia, salir, y entrar en otra, y salir, y así, mientras que la novela exige el esfuerzo inicial de entrar a un mundo y luego navegar en ese territorio conquistado."
¿Vende o no vende?
"No creo que haya exactamente un fenómeno -opina Leonora Djament, de Eterna Cadencia, "editora del año" según la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires-. O habría que preguntarse un fenómeno de qué: ¿de ventas, de lectura o de escritura? Se publicaron más o menos al mismo tiempo muy buenos libros de relatos y varias notas elogiosas al respecto. Creo que el cuento, pese a la mala prensa que suele tener en términos de ventas, siempre vende. De hecho, hasta hace poco, nuestros libros de ficción más vendidos eran de cuentos." Recientemente, Eterna Cadencia publicó Cuerpo a tierra, el pase al cuento de Martín Kohan, y para 2016 ya se anuncia lo nuevo de Federico Falco, tras 222 patitos.
Ignacio Iraola, director editorial de Planeta, recuerda la colección que Emecé publicó años atrás. "Era difícil mantener un promedio de la fórmula autor joven con cuentos de calidad como ése. Allí publicaron Enríquez, Coelho, Falco y Lola Arias. Probablemente para las editoriales independientes sea rentable, pero Planeta vende mejor las novelas. Es una pena porque la tradición del cuento en la Argentina es muy fuerte. Hubo un repliegue de los autores, aunque ahora muchos vuelven a escribir cuentos." El año que viene Planeta anticipa que tendrá relatos de autores consagrados: Pedro Mairal, Angélica Gorodischer y Guillermo Saccomanno.
"Los cuentos volvieron a tener más visibilidad gracias a las antologías, las revistas y la circulación que les da Internet -opina Juan Ignacio Boido, director editorial del otro gran grupo, Penguin Random House-. Y varios de los nombres de las nuevas generaciones son cuentistas a los que ya no se les exige una novela como prueba de adultez narrativa." En favor de la tendencia, en 2016 reeditarán Pájaros en la boca, de Schweblin, y publicarán Cuentos secretos, de Aurora Venturini. También trabajan en un volumen de Luciano Lamberti, acaban de sacar Cuentos para leer los sábados, una antología de lo publicado por Borges y Petit de Murat en el diario Crítica, y a la colección Cuentos Completos de Alfaguara llegarán los que firma Griselda Gambaro.
Buenas señales
Nuevas voces
Ana Ojeda, Luciano Lamberti, Laura Galarza, Gerardo Quirós, Alejandra Zina, Martín Di Lisio, Pablo Natale, Cristian Godoy, Acheli Panza, Natalia Massei
Impulso editorial
La publicación de libros de cuentos se incrementó respecto de 2014. Los grandes grupos reeditaron los de Selva Almada, Alejandra Laurencich, Hebe Uhart y Eduardo Sacheri.
Revistas
La Balandra, Próxima e Hyspamérica publican cuentos de consagrados y poco conocidos, en pos de ampliar el panorama local
Lo bueno, si breve...
Recomendados de cosecha reciente
Cuerpo a tierra
Martín Kohan
Retorno al cuento del autor de Dos veces junio, luego de publicar novelas y ensayos sobre literatura argentina. Son nueve relatos protagonizados por un soldado que debe fusilar a un hombre que admira, Martín Fierro y el sargento Cruz. Cruces entre literatura e historia
El desapego es una manera de querernos
Selva Almada
Los relatos de este volumen trazan la evolución de una escritura potente. Algunos cuentos integraron antologías temáticas, como De puntín y Una terraza propia; otros fueron publicados en revistas
Acá había un río
Francisco Bitar
Los cuentos del autor santafecino, similares a guiones o esbozos narrativos, combinan ternura y desencanto para narrar historias de seres frágiles a quienes el destino amenaza. Minimalismo y emoción
Sueños a 90 centavos
Violeta Gorodischer
Luego de publicar una novela de iniciación situada en los años 90 en Buenos Aires y un ensayo sobre nuevas creencias, la autora recrea circunstancias de la clase media argentina a través de personajes en crisis de valores, vocacionales o de pareja, con sensualidad y humor
Siete casas vacías
Samantha Schweblin
Con un gran relato de apertura ("Nada de todo esto"), el flamante libro de una muy premiada Schweblin confirma su talento para narrar situaciones fronterizas entre la realidad y el horror, mediante ángulos incómodos e inesperados. El libro fue editado en Madrid