La revancha de Eros: de las delicias de la vida conyugal al eclipse del amor romántico
Ensayos, ficciones y poemas vuelven a uno de los motivos literarios universales: el amor y las declinaciones de la experiencia amorosa en imposibilidad, recuerdo, dicha o fracaso
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Desde la Ilíada, el amor ha sido y es un motivo literario. Luego de la primera ola pandémica, varios libros de poesía, ensayo y narrativa de autores argentinos contemporáneos parecen confirmar una máxima de Roland Barthes: todo el discurso amoroso está urdido de deseo, de imaginario y de declaraciones. Crónicas en verso sobre el enamoramiento, destellos del primer amor en la reconstrucción de una biografía, aforismos destilados de las palabras de los otros, parodias de la desesperada búsqueda de amor y exploraciones sobre las retóricas sentimentales forman parte de esta exploración a ciegas en el territorio de Eros.
“Cada época tiene su narrativa acerca del amor -dice la psicoanalista y ensayista Alexandra Kohan, autora de Y sin embargo, el amor. Elogio de lo incierto (Paidós)-. Cuando se habla de reconfigurar el amor no se trata de hacer caer un paradigma y poner otro en su lugar. El asunto está en tratar de soportar la inasibilidad de eso que ocurre más allá de las cuestiones voluntarias. Lo que intenté transmitir en el libro es lo que a partir de la experiencia del análisis aparece como un nuevo amor, que es nuevo cada vez y se resiste, y excede cualquier configuración del amor, en cualquier época”. Para Kohan, algunos discursos presentan a los que aman o bien como sujeto pasivos e infantilizados, o bien como garantes de las expectativas de los enamorados. “El asunto es tratar de no agobiar al amor con definiciones, prescripciones, narraciones -agrega-. Y si en algún lugar sucede eso es en los discursos alrededor del amor. La pregunta que me hago es por qué hace falta narrar tanto al amor, por qué necesitamos todo el tiempo saber lo que es el amor”. Como sugiere el subtítulo de su ensayo, la vacilación y la incertidumbre guían, paradójicamente, las tentativas amorosas actuales.
Muerte y resurrección del amor romántico
Para el docente e investigador Abelardo Barra Ruatta, autor de Amores bárbaros. El poliamor y el asedio a la monogamia conyugal (Prometeo), las representaciones estéticas del amor están sujetas a metamorfosis. “Su tratamiento pasó por una variedad considerable de modelos, entre los cuales, posiblemente por una mayor socialización democrática del arte, fue el modelo romántico el que más improntas ha dejado -destaca-. El eclipse del amor romántico se vincula a la idea del amor como sentimiento que une eternamente a los involucrados. Y aunque se manifieste etéreo, asienta en el patriarcado un vínculo posesivo que en su ejemplaridad moral-afectiva incurre en correctivas que, ¡por exceso de amor!, pueden ser violentas”. En tiempos de alarmante aumento de femicidios en el país, Barra Ruatta cuestiona el espiritualismo en torno a esta concepción amorosa. “El amor romántico no es la forma natural del amor; es solo una manifestación histórica de las formas de las convivencias amorosas. El romanticismo, como erotismo discursivo y galantería no genital, no es impugnable en sí mismo, el problema romántico se presenta cuando expresa relaciones amorosas posesivas y se confunde con el amor eterno, frente al cual, cualquier disminución acaba en tragedias. Miles de poesías hablan de asesinos amorosos y eso, lejos de ser modelo de pasión, es una conducta perversa que amparó por siglos el patriarcado”.
No obstante, el amor cortés insiste y se adapta al escenario del siglo XXI. En Decálogo para un casamiento (Mansalva), la investigadora especializada en arte María Paula Zacharías reúne una selección de poemas sobre la dicha conyugal escritos a lo largo de los años. En tres capítulos -”Así pasan nuestros días”, con textos sobre los hijos y la vida cotidiana; “Novios a la distancia”, crónica de un amor a primera vista, y “Decálogo para un casamiento”-, se cuenta en verso una historia de amor: la de la autora. “Los poemas tienen en común el hallazgo de la felicidad, que creo que es mi talento: encontrar siempre algo maravilloso que celebrar y agradecer, por más insignificante que parezca -dice-. Soy tan optimista que pienso que no es feliz el que no quiere, porque siempre hay algún motivo para sentirse afortunado: un grillo, un buen viento, una copa de vino, una luciérnaga”. Zacharías es consciente de que hoy no resulta “muy deconstruido” hablar de una pareja de enamorados casados por civil y por iglesia, con tres hijos y un perro. “Pero creo que todos buscamos el amor -destaca-. El buen amor. Ser feliz, dar y recibir amor, no es algo que pase de moda. Estos poemas abrazan la felicidad de estar en casa, y ahora estamos todos mucho más en casa: en 2020 me dispuse a mostrarlos, en parte porque tuve tiempo de volver sobre ellos”.
“Hoy dormimos juntos./ Tu alma llena de paisajes/ empapará mis sueños”, se lee en uno de los textos. “Tenía mucho miedo a exponer algo tan íntimo y preciado -revela la autora-. Mi educación sentimental en la poesía comenzó a los trece, catorce años, suspirando de amor con Neruda y Benedetti, como corresponde. Mis primeros versos son anteriores al primer beso. Después aspiré a vivir y escribir sobre una vida sencilla como la de José Pedroni. O a sentir un amor desgarrador como el de Amado Nervo por su Amada Inmóvil. Me conmoví con Alfonsina y con Pizarnik. Tuve una época de Marosa Di Giorgio, la leí toda, la escuché, la amé. Me la presentó Arturo Carrera, cuando a los veintipico estudiaba con él”. El título del nuevo libro de la autora de Maestro Cafiso es una invención del maestro Carrera.
Ante el amor, el protagonista de la nueva novela del narrador y poeta Francisco Bitar, La preparación de la aventura amorosa (Tusquets), se encuentra en una encrucijada existencial similar a la descripta por Kohan. “Amar y recordar, se dice a esta altura Cerro, son la misma cosa. Hay algo inconcluso entre ambos”, se lee antes del inicio de su aventura, que consistirá primero en reconstruir su pasado sentimental para dar luego paso a otro romance que motorice nuevos relatos sobre el accidentado arte de amar. “La novela supone una especie de imposibilidad -indica Bitar-. Algo que se rodea pero respecto de lo cual no se puede tener acceso y que de todas maneras atrae al personaje pero dejándolo en la cercanía de un agujero negro que lo empuja, sobre todo, a pensar y a acompasar su pensamiento con lo que hace”. La obsesión con el amor que embriaga a Cerro encuentra distintos cauces en la historia. “Es como una especie de fábula en la que se teje el personaje para ponerlo frente a sí mismo”, resume el escritor santafesino.
“La literatura contemporánea, la del siglo XX en adelante y la que pretende correrse del lugar del best seller, busca por todos los medios evitar el romanticismo -remarca la escritora y docente Mariana Sández-. Si aparecen el amor o las relaciones, cada autor o autora se las rebusca para despojarla de sensiblería. Quizás por eso todos estos últimos años, en la Argentina, surgieron tantas escritoras centradas en el retrato de lo sórdido, la violencia y la oscuridad, para salirse del viejo preconcepto de lo femenino”. Si bien sus historias no son sórdidas, la autora utiliza ciertos recursos para esquivar el sentimentalismo, como el absurdo, el humor, la autoparodia y los juegos de lenguaje. “Al focalizarme en la psicología de los personajes, desde una mirada más analítica, racional, puedo examinar los afectos. En los primeros cuentos de Algunas familias normales, transité más desde ese lugar la temática de las relaciones de pareja o de familia: desde la psiquis y las dificultades, las rupturas, las grietas. En la novela Una casa llena de gente, construí parejas con una unión linda, sólida, bastante ideales, donde igualmente aparecen las complicaciones que tiene todo el mundo”. Ambos títulos de la autora fueron publicados por Cía. Naviera Ilimitada.
En Las palabras que otros dejan (Milena Caserola), la locutora y poeta Laura Szerman reconstruye en forma de textos breves la agonía del desamor. “Son los pensamientos mínimos que salen de la observación de ese afuera lleno de ausencias, de nostalgia y de deseo -señala la autora-. Una insatisfacción creadora, que parece sostener cada poema hasta que se cae y se transforma en otra cosa”. Aun con universos verbales minúsculos, se puede reconstruir una historia. “La ‘y’ que se repite al comienzo de muchos poemas refuerza la idea de fragmentación y de un relato ausente. De aquello o aquel que ya no está. Curiosamente, siento que es más un manual que describe las posibilidades del olvido y del recuerdo para descubrir al final que no hay forma de escapar del desamor más que acostumbrarse. En el libro recuerdo un juego: repetir la palabra mandarina hasta que suene a otra cosa. Eso se llama saciedad semántica. Pienso en la retórica del amor, en la repetición necesaria de ciertos tropos. Al intentar el amor, nos repetimos. De tanto repetir, a veces parece algo diferente. Pero no. Después de la saciedad viene el hambre y seguimos comiendo mandarinas”.
En su primera novela, Respiración ovárica (Milena Caserola), la periodista e investigadora Ingrid Sarchman propone un acercamiento alternativo a la desilusión amorosa. “La protagonista está en una búsqueda constante por encontrar el alivio -dice la autora- Justamente el subtítulo, El fin de los intentos, refiere a las distintas terapias por las que pasa la protagonista para salir de la desazón que le provocó una experiencia trunca”. En ese trance, se pone a prueba con un psicólogo constelador, un pastor evangelista, una astróloga, una tarotista, una atípica coach. “Aunque el relato empiece cuando la relación se termina, pareciera como si la experiencia amorosa se extendiera en cada intento, en la representación que se hace del otro mientras los transita y en el esfuerzo por racionalizar el sentimiento para dejarlo atrás”. Su novela cuestiona uno de los imperativo amorosos de todas las épocas: la imposición social que recae sobre hombres y mujeres de no estar solos. “La soledad siempre es sospechosa, especialmente en determinados círculos sociales”. Fracasar en el amor es una de las figuras más humanas del discurso amoroso.
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