La poesía y el cine de Marilyn Contardi, una habitante de la "Dublín del sur"
"Vivíamos en una casa grande, con patios y galerías. En la galería más larga, de unos treinta metros, mis hermanas y yo aprendimos a patinar. En el primero de los patios estaba la higuera por cuyas ramas subíamos al techo. Al llegar el verano aparecían las primeras brevas, gordas, exquisitas. Un poco más lejos, justo en el medio del patio, estaba el molino, y dos o tres pasos más atrás las dos grandes casuarinas. En los otros patios estaban los árboles frutales, ciruelas blancas y rojas, duraznos, naranjas, mandarinas, y un palomar, colmenares y gallinas". Ese párrafo, que parece describir una locación cinematográfica situada allá lejos y hace tiempo, ocupa parte de la breve "Autobiografía" que Marilyn Contardi, poeta y cineasta, escribió especialmente para la edición de En constante inconstancia. Obra poética, publicada por la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Eduner). Gracias a la antítesis del título se abre una tercera vía para leer una secreta perseverancia en la obra de la escritora.
Contardi nació en 1936 en Zenón Pereyra, un pueblo agrícola-ganadero de la provincia de Santa Fe, pocos días antes del inicio de la primavera. Se formó en el Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), donde conoció a Juan José Saer y a Hugo Gola, primero como docentes. Pero muy pronto la relación entre profesores y estudiante se convirtió en una amistad que marcó, según la poeta, todo su desarrollo posterior. Contardi vivió en Francia, como exiliada, con su pareja y su hija hasta 1985. De regreso al país, se instaló en Colastiné, localidad inmortalizada por Saer. En octubre de 1985, fue una de las creadoras del Taller de Cine de la UNL.
Una lengua musical para temáticas de ensueño
Contardi publicó cuatro libros de poesía: Los espacios del tiempo (1979), El estrecho límite (1992), Los patios (2000) y, en 2011, Cerca del paraíso. El volumen de Eduner suma, además, una sección de poemas y relatos inéditos y otros que habían aparecido en revistas como Diario de Poesía, Punto de Vista y El Poeta y su Trabajo. Los juegos con la sintaxis y el sentido, la musicalidad, la disposición de los poemas en la página, el cruce de lenguas (que refiere al cruce de fronteras) y una temática de ensueño que brota desde el pasado con efectos en el presente, quizás como acontecimiento, son algunos de los atributos de su escritura.
En el prólogo de la obra poética, Jorge Monteleone advierte que Contardi integra esa constelación de escritores, críticos y cineastas regida por el mítico poeta Juan L. Ortiz e integrada, entre otros, por Saer, Gola, Arnaldo Calveyra, Juan Manuel Inchauspe, Estela Figueroa, Contardi y el crítico y director de cine Raúl Beceyro (su pareja). Todos ellos habitan una zona que Fabián Casas bautizó, debido al ascendiente en la cultura argentina, como "nuestra Dublín". Ciertos motivos -la temporalidad mitológica que influye en el tiempo de las personas, la omnipresencia del agua de río, la luz del día, los niños y los animales en los poemas o relatos, el territorio como protagonista y la historia como fatalidad- están presentes en la obra de Contardi y en las de otros autores del Litoral.
En su obra poética y cinematográfica, la infancia (tanto el recuerdo como la presencia de la infancia) es central. En su célebre documental Homenaje a Juan L. Ortiz, de 1994, varios niños leen sus poemas hasta que se empieza a escuchar la voz del poeta entrerriano. "Una y otra vez el arte de Contardi mira el acontecer como un acto infantil, con mirada de niña, incluso como una escena pregramatical en pos de la palabra para volverse un hecho futuro", escribe Monteleone.
Algunos críticos han señalado que Contardi es nuestra Agnès Varda, si bien Varda no es poeta. Filmó una veintena de documentales, cortos y mediotrajes, entre los que destacan Jardín de infantes, de 1964; La vieja ciudad, de 1969; Zenón Pereyra, un pueblo de la colonización, de 1991; el documental sobre "Juanele" ya mencionado, Nadar contra la corriente. Mario Bunge en Santa Fe, de 2001; la extraordinaria Qué es el cine, de 2013 (donde los niños reflexionan sobre el séptimo arte mientras filman su propia película) y Cielos azules. Zenón Pereyra II, de 2015. Algunos de esos films se pueden ver en YouTube.
Al final de "Autobiografía", Contardi conjetura: "Cuando somos chicos estamos empeñados y nos va la vida en conocer el mundo. Los niños no escriben poesía porque están en medio de lo que la produce, son parte de eso: la deslumbrante riqueza del mundo". Esa riqueza se acrecienta en la obra poética y cinematográfica de la artista santafesina.
Cuatro poemas de En constante inconstancia
Lirios y campanarios
Los lirios y los campanarios
bajo el impero de la luz
como una vez.
Ahora mudos, inmóviles
en los silencios grises
entre el desorden y la histeria
de las calles.
Inalcanzables, insobornables
belleza de iris incontaminado
emblema del furor divino
contra la concupiscencia y el temor
taciturnos
bajos los cielos de cristal
¿a qué ignoto oasis los relegarán
otra vez
los borrascosos deseos de los hombres?
Medianoche
Los rubíes de la luna
cayeron
sobre la sábanas.
Cantó el grillo,
entré sin hacer ruido.
Del fondo del espejo
brotó temblando
la encendida rama.
Poemas breves. III
Han pasado muchos años,
hermana
¿cómo los hubiésemos pasado juntas?
¿Y cuando mirábamos
volar las golondrinas
sentadas en el borde de la galería?
Golondrinas… Eran golondrinas,
¿no es cierto?
¿Tendrá que suceder otro prodigio
como el que nos trajo aquí
para poder verlas de nuevo
las dos juntas, otra vez?
Otoño en las hojas
Miro las hojas
de la morera
a través
de la ventana
el otoño
ha descansado
en ellas
sin estrujarlas,
fueron sólo
caricias
de color.
Ni saben
que las miro
ni que entran
por los ojos
bellas
gráciles
que animan
todo el ser
hasta hacerle
sentir que es
una rama
llena de hojas
doradas
entibiándose
al sol.
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