La pintura asesinada
Miguel Rothschild cuenta con ironía la historia del artista fracasado que finalmente triunfa matando a la pintura
Hace poco más de diez años Miguel Rohtschild expuso un conjunto de pinturas en las mostraba sin pudor sus (¿ficticias o reales?) desventuras sentimentales. Nuevamente exhibe su malhadada historia, pero ahora se trata de la vida de un pintor fracasado envuelto en una novela policial, en la que se mezclan las obras de arte, los marchands y los asesinatos.
La triste e irónica historia puede verse en la galería Ruth Benzacar, donde se expone Lágrimas asesinas , una película en formato de "cine de pulgar" (Flip books), con la que Rothschild obtuvo el premio Karl-Hofer 2000, en Berlín. La obra está compuesta por 73 pequeños libritos, cada una con aproximadamente 40 cuadros (fotografías), que manipulados entre el índice y el pulgar hacen percibir los movimientos de la escena de manera fluida. El film está fotografiado en blanco y negro, con textos que recuerdan el cine mudo.
La historia de Lágrimas asesinas reitera el mito del artista apesadumbrado por el fracaso y rechazado por todas las galerías. Miguel, el protagonista, hastiado por tantas desventuras, un día no puede contenerse y rompe en llanto. De sus ojos surgen lágrimas que se convierten en proyectiles mortales para algunos indiferentes transeúntes (personas que no aprecian su arte).
También los marchands mueren en serie. El llanto, asimismo, produce grandes agujeros en sus cuadros; cuando decide arrojar a la basura esas telas, un galerista lo descubre y lo lanza a la fama como un shooting star. El marchand afirma: "Es impresionante con qué fuerza sus cuadros reflejan la muerte de la pintura".
Miguel se convierte en el creador del sad art , admirado en el mundo entero. Fatalmente, no puede gozar su triunfo. Mientras lo buscan por sus asesinatos no intencionales, un policía lo mata por error. El triunfo fue póstumo: la corriente que creó se convirtió en la más importante escuela de fines del siglo XX. El argumento recuerda las fórmulas del filme noir , con algunos clisés de la novela policial, todo aderezado con mucho dolor del corazón y con un suspenso que se mantiene hasta el triste final. En uno de los capítulos, una condiscípula del pintor (de la que se enamora) desciende desnuda la escalera de la Academia de Bellas Artes de Berlín. La escena en una perfecta cita del famoso cuadro de Duchamp. Otro cuadernillo muestra, con ironía, el backstage de la toma.
La muestra está presentada como en un cine, con un gran afiche que imita el diseño del anuncio para un film. Fotografías fijas de escenas adelantan la historia. En una vitrina, grandes cajas conservan los 73 cuadernillos (editados en español, inglés y alemán). Los espectadores que hojean los "cines para pulgar" pueden modificar los acontecimientos salteando, adelantando o retardando las acciones con sus dedos.
Folletín del joven pintor
Con recursos similares, Rothschild produjo una fotonovela con proyecciones de diapositivas en blanco y negro, titulada Rothschild exige su herencia (presentada por primera vez en Transit-Permanez, Berlín, 1993). Parodiando un género que abunda en historias de amores desventurados con finales felices, narra el folletín del joven pintor de Buenos Aires, sin recursos y mediocre, decidido a cambiar su suerte que emigra a Europa.
El artista cree encontrar allí no sólo la esencia del arte, sino la riqueza y los privilegios que le depararía su ilustre apellido. Finalmente, emulando al Fausto de Goethe, pacta con el diablo conquistar la riqueza que corresponde a su nombre de familia, renunciando al futuro como artista. Rompe con el pacto y, en la escena final, el diablo lo reintegra a su pasado de bohemia y pobreza, condenándolo a un futuro triste, como dibujante de retratos para turistas en el Kurfürstendamm de Berlín Rothschild presentó en su primera muestra personal en 1990, en el Centro Cultural Recoleta, con el título "A todas las mujeres que me hicieron sufrir como un perro". Las ocho enormes pinturas con retratos de mujeres estaban acompañadas por igual número de textos que testimoniaban las desventuras amorosas del joven artista. La parodia autobiográfica señalaba en forma premonitoria el rumbo que transitó su obra durante una década: la vida como fuente perpetua de inspiración y el humor como mecanismo de interpretación de las situaciones, risibles o bufas, en las que se ve involucrado el hombre urbano.
Un lustro más tarde trabajó en una serie de objetos y muebles "mejorados" o "perjudicados". Uno de ellos, Lo intratable amoroso , consiste en una cama cubierta por una (aparente) sábana de color piel. Sin embargo, la seductora cubierta, al ser observada en detalle, muestra su verdadera estructura: está construida por tiritas de vendas adhesivas que recuerdan el dolor. En la misma dirección, construyó los muebles de El deseo imposible de cumplir , una cama y dos sillones recubiertos completamente por labios de látex. Los muebles utilizados para el reposo parecen ofrecer besos y caricias afectivas (aunque pueden resultar repulsivos o desconcertantes con su falso realismo erótico). En el 2000 Rothschild presentó en Berlín y en Buenos Aires El Paraíso. Work in progress (1998-2000). La instalación muestra un mundo de referencias lingüísticas reiteradas: la palabra "Paraíso", en varios idiomas, repetida en más de 200 fotografías de todo tipo de letreros urbanos o rurales, obtenidas en Berlín y Buenos Aires, París y Madrid. Los objetos de consumo que utilizan ese nombre -comestibles, artículos de tocador, productos farmacéuticos, etcétera- conforman un sector de la instalación dedicado al "Paraíso del mercado", con sus falsas promesas de felicidad. El Paraíso es el nombre del Jardín del Edén en la Versión de los Setenta. Entre sus múltiples referencias, es símbolo de un estado espiritual en el que no caben las interrogaciones ni los distingos; también alude a las "islas bienaventuradas" y a los "eldorados". Por eso, Rothschild muestra en fotos, sin presencias humanas, la repetición de su uso en los nombres del hotel, del mercado de carnes, del bar-club, de la estación de ferrocarril, del jugo de naranjas, del título de un libro, del desodorante.
Todos, lugares y objetos, a su manera, con artilugios engañosos, muchas veces con estética kitsch, prometen por igual la felicidad. Eso es lo que el artista pretende desenmascarar con ironía y humor: por lo general, ninguno de los lugares se parece al prometido Edén.
Diversidad
La obra de Rothschild se resuelve en un amplio espectro de prácticas: desde la pintura hasta la performance , desde las instalaciones hasta los objetos y la escultura, desde las proyecciones luminosas hasta los "libros de pulgar". En ella abundan las referencias autobiográficas -reales, fantaseadas o falsificadas- miradas con sarcasmo e ironía. En ocasiones su vida aparece narrada como si fuera la de otro artista argentino, tan "pobre y fracasado como él".
Miguel Rothschild (Buenos Aires, 1963), formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, reside desde hace diez años en Berlín, aunque no ha dejado de pasar temporadas en su ciudad natal, ni de exponer en ella, ni de participar en muestras colectivas de artistas argentinos en Europa. A los 26 años, impulsado por su interés en la cultura alemana, comenzó sus estudios de posgrado en la Hochschule der Künste de Berlín. Obtuvo la maestría en Bellas Artes bajo la dirección de Rebecca Horn. En 1999 le fue otorgado el Premio de Video del Net Festival, recientemente fue becado por la Fundación Kulturfond (Alemania).