La ópera, los conciertos y el ballet entran en casa desde todas partes del mundo
A mediados de los años sesenta, el pianista Glenn Gould imaginaba un mundo sin conciertos en el que sus funciones artísticas habrían sido subrogadas por los medios electrónicos, que nosotros llamaríamos ahora digitales. Estimaba, como lo dice en el ensayo "The Prospects of Recordings", que semejante vuelco ocurriría en un siglo y que los discos serían la coartada de la experiencia musical. El propio Gould había renunciado al escenario en favor del estudio de grabación. Cierto que no pasaron todavía cien años, pero el siglo XXI no le dio inicialmente la razón. Él, que desconfiaba del progreso, se recostó en una perspectiva progresista. La tecnología de Internet trajo consigo la casi extinción de la industria discográfica y la regresión de la música clásica a las salas de concierto. Ahora el coronavirus introdujo una crisis (muy general) en la idea de progreso, y en el caso particular de la música anuló los conciertos sin que muchos tengan ya el consuelo de los discos. Pero el concierto sigue ahí, latente, en la red.
La mayoría de las salas solían ofrecer el streaming, la transmisión en vivo, como una manera de apuntalar globalmente el negocio. En estos días, no tienen más que eso, y por lo general sin dinero de por medio. La magnífica Digital Concert Hall de la Filarmónica de Berlín (pionera en streaming en vivo, retransmisiones y archivos de altísima calidad artística y técnica) liberó la semana pasada todos sus contenidos hasta el 31 de marzo. El primer streaming está programado para el 24 de abril, aunque quedará por verse si para entonces hay una prórroga de la gratuidad. Como sea, queda el archivo, y las decisiones sobre él son arduas. El arco con los cuatro directores, desde Herbert von Karajan a Kirill Petrenko pasando por Claudio Abbado y Simon Rattle, no da respiro y algo en cada uno de ellos en lo que vale la pena detenerse. De Karajan, ese ensayo de la Quinta sinfonía de Beethoven en 1966. De Abbado, su debut al frente de la orquesta como director titular, el 16 de diciembre de 1989, con la Sinfonía nº1 de Gustav Mahler. De Rattle, su colaboración con la solista Mitsuko Uchida en los conciertos para piano de Beethoven. También al año 1989 corresponde el concierto que Daniel Barenboim dio tres días después de la caída del Muro de Berlín para los ciudadanos de la ex República Democrática Alemana, con el Tercer concierto para piano y la Séptima sinfonía de Beethoven. ¿Y cómo renunciar al Concierto en sol de Ravel por Pierre-Laurent Aimard y Pierre Boulez? ¿O al Concierto nº 20 de Mozart por András Schiff? Ahí está, disponible, todo esto.
Los alemanes tomaron la delantera en este plano. La Bayerische Staatsoper tiene, por lo pronto, ya disponible hasta el 28 de marzo una puesta de Il Trovatore, de Verdi, con Jonas Kaufmann y Anja Harteros. Hasta el 31 de marzo, podrá verse también al pianista Igor Levit en las Variaciones Diabelli, de Beethoven, de quien hace poco publicó una integral memorable de sus sonatas para piano. Por el lado del ballet, a partir del 21 estará en línea Joyas, con coreografía de George Balanchine y música de Fauré, Stravinski y Chaikovski. En abril, seguirán el streaming en vivo. La Staatsoper de Berlín se sumó con la ópera Manon, de Jules Massenet.
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También el Teatro Regio de Turín se sumó a las "funciones en cuarentena" con "Opera on the Sofa", un canal de YouTube que incluye Carmen, de Bizet, Nabucco, de Verdi, e Il matrimonio segreto, de Doménico Cimarosa. Y en el ciclo #MyOperaPlayer el Gran Teatro Liceu de Barcelona ofrecerá este jueves con libre acceso a Aida, con puesta de Hugo de Ana.
Una curiosidad europea es que, hasta hace 48 horas, la Royal Opera House tenía todavía funciones; no han anunciado aún pero comunicarán por sus canales y redes sociales cuál será la forma de que sus elencos entren en casa con funciones virtuales, ya que hasta el 19 de abril su sede estará cerrada.
Un hit en la MET de Nueva York
La prestigiosa Metropolitan Opera House de Nueva York tiene el ciclo Nightly Met Opera Streams que, según celebran en redes sociales, tuvo decenas de miles de seguidores desde que se puso en línea. cuyas próximas funciones son La Traviata, de Verdi, con Diana Dam Rau y Juan Diego Florez, La Fille du Régiment, de Donizetti (el viernes), Lucia di Lammermoor, también de Donizetti, con Anna Netrebko (el sábado) y el domingo, la obra maestra de Chaikovski, Eugene Onegin, con Renée Fleming y dirección de Valery Gergiev.
En Sudamérica, estamos todavía un poco retrasados con el inicio de las emisiones. El Teatro Colón, en primer lugar, trabaja actualmente para subir a la web de la sala una docena de óperas, conciertos y ballets. Serán retransmisiones gratuitas y no se conocen aun los títulos porque no concluyeron las gestiones de derechos. Confían en que la información esté disponible hacia el fin de semana.
También el Sodre de Uruguay está a punto de lanzar contenidos de sus elencos en modalidad virtual en culturaencasa.uy
Por su parte, el Teatro Municipal de Santiago armó una temporada online virtual con ópera, ballet y actividades para chicos. Si bien Municipal Delivery está destinada inicialmente al público chileno, cualquiera podrá tener acceso a esos contenidos. La propuesta incluye los ballets El cascanueces (este viernes) y El lago de los cisnes, y las óperas El Cristo de Elqui, El barbero de Sevilla y Papelucho en la ópera. Los títulos se estrenarán los viernes y miércoles, a las 20, y estarán disponibles por una semana. Y el Teatro Mayor Julio Santo Domingo , de Bogotá, presentará este jueves Don Giovanni, de Mozart.
Heute mit Komponistenansage: Franz Schubert. Bis gleich. 18:45 Uhr. Today with announcement. On the programme: Franz Schubert. See you all at 6.45pm CET. Igor [R][R] https://t.co/Y5OR3031EQ&— Igor Levit (@igorpianist) March 18, 2020
La oferta es amplia y hay también acciones individuales, como las del propio pianista Igor Levit, que hace todas las noches transmisiones por Periscope en Twitter, a las que seguramente irán sumándose otros solistas.
Gould tenían tanto pánico a las infecciones virósicas que daba siempre la mano con guantes. Tampoco le gustaban los aviones y, en cierto modo, fue un globalifóbico avant la lettre. El panorama de estos días parece darle la razón. Lo que no pudo acaso imaginar era que aquello que él juzgaba el futuro (la tecnología de registro) terminara yendo al rescate de eso que él entendía un pasado irremediablemente muerto.