La Nube, una vuelta al mundo de los chicos en 80.000 libros
Cumple 40 años la primera biblioteca del país dedicada a conservar literatura de la infancia, con un espacio de lectura para padres e hijos; una historia de perseverancia y vocación
A lo largo de cuarenta años, el maestro correntino Pablo Medina reunió ochenta mil títulos dedicados a la cultura de la infancia: libros ilustrados, de historia literaria, de teoría y ensayo, primeras ediciones, poesía, teatro, juegos y música. Su nutrida biblioteca es la base del proyecto cultural La Nube, la primera librería del país especializada en literatura infantil. Con un centro de documentación único en el género, a disposición de estudiantes e investigadores, La Nube festeja mañana sus cuatro décadas con un festival gratuito en la cuadra de Jorge Newbery al 3500, donde funciona desde 2003.
Entre los anhelos que la familia Medina quiere compartir con grandes y chicos en su aniversario se destaca uno: que La Nube sea declarada patrimonio histórico cultural de la Nación. El sueño se concretará si los senadores aprueban la ley presentada hace dos años por Adriana Puiggros, que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados y espera desde entonces su tratamiento en la Comisión de Cultura y Educación.
Mientras cruzan los dedos para que se les cumpla el deseo (y así, el acervo quede protegido por ley), los responsables de este centro de promoción de la lectura continúan ofreciendo a la comunidad actividades que incluyen el Club del Libro, un espacio para que los padres lean con los hijos; préstamo de libros; una biblioteca de consulta gratuita; una surtida tienda con libros, juguetes, títeres y discos, y espectáculos de calidad para toda la familia.
"Mi modelo fue Walter Benjamin y su texto Los niños, los libros y los juguetes. Al leerlo pensé en un proyecto amplio: en la cultura de la infancia, en la historia. Los libros son una parte importante, pero también están los juguetes, la música, los títeres, el teatro, el circo", cuenta Medina.
Del primer local, inaugurado en 1975, sobre la calle M. T. de Alvear, a la actualidad pasaron muchas cosas en la vida de Medina y de La Nube. Cosas buenas y también de las otras. Pero siempre siguió adelante, como el motor de un proyecto educativo y social sin fines de lucro basado en su pasión por la lectura y su amor por los libros. Todavía hoy, a los 70 y pico, el docente continúa en la búsqueda de títulos nuevos, raros, antiguos, que completen su biblioteca.
Pocos días atrás, por ejemplo, había comprado con dinero propio una nueva edición de Alicia en el país de las maravillas, publicada por Losada, en una librería de la avenida Corrientes. "Yo visito librerías y me proveo. Es parte del trabajo. Siempre lo hice. Cuando comencé compraba tres libros: vendía dos y me guardaba uno. Así se formó mi biblioteca", recuerda.
En la última Feria del Libro Infantil y Juvenil, a modo de homenaje por los 150 años de la primera edición de Alicia... se exhibieron algunos ejemplares que pertenecen a la colección de La Nube. "Debemos tener alrededor de 250 ediciones, traducidas e ilustradas por argentinos", dice el librero. La colección de Pinocho incluye más de 300 versiones.
"Hay donaciones de editoriales, pero van y vienen, no son constantes. Sí tuvimos notables legados de particulares. Por ejemplo, los hijos y el esposo de Gloria Pampillo donaron todos sus libros; la hija de Ruth Mehl, que fue periodista de LA NACION, nos cedió gran parte de su biblioteca infantil; Sara Crespo, una profesora de literatura infantil de casi 90 años, hizo la contribución más importante: gracias a sus libros pudimos completar las colecciones Robin Hood, Billiken, y otras olvidadas y perdidas, como la Peuser."
Cuidar un tesoro
En 1979, La Nube se mudó a un local de San Cristóbal, en Venezuela al 3000. Allí funcionó durante más de veinte años. Fue un período complicado, en lo político y en lo económico. "Tuvimos muchas deudas, a punto de que nos ejecutaran. Estábamos muy mal en esa época; creo que el proyecto sobrevivió gracias a nuestro empuje y nuestras ganas". En 2003, lograron que el gobierno porteño les cediera en comodato el edificio de Jorge Newbery 3537.
"La mudanza nos demandó seis meses. Comenzamos a traer libros en diciembre de 2003 e inauguramos en julio de 2004", recuerda Ana, hija de Medina e integrante de la asociación civil sin fines de lucro que sostiene la entidad. En 2009, la legislatura porteña votó a favor en forma unánime para la cesión del local por veinte años. Pero, a fines de 2013, el inmueble fue incluido en una lista del gobierno de la ciudad entre 49 edificios en venta. La Nube estuvo a punto de cerrar sus puertas. Pero, gracias a una campaña en Change.org, a la que se sumaron 25.000 personas, y a una movida en las redes sociales, el gobierno dio marcha atrás.
No existen en el país otras instituciones como La Nube, dedicadas a preservar la producción y la documentación de la literatura sobre y para la infancia. "Tenemos la obra completa de María Elena Walsh. Más de una vez, ella me pedía prestados libros propios que no tenía."
Después de varios años de negociaciones, La Nube firmó un convenio con la Universidad Nacional de San Martín para digitalizar el acervo. El primer tramo ya está terminado y se va a habilitar pronto para la consulta online. Ya están digitalizados unos tres mil títulos de historia y ensayo.
Como concluye Medina, "un centro de documentación como el de La Nube sirve para investigar, explorar y entender cómo se enlaza el pasado con el presente y la perspectiva de futuro del país".
Canciones, títeres, teatro y lecturas
Festival Cielito Lindo
Mañana, de 14 a 18, La Nube celebra su aniversario con espectáculos gratuitos en la calle. Participan Luis Pescetti, Mundo Arlequín y Los Musiqueros, entre otros. En Jorge Newbery al 3500. Se suspende por lluvia.
Club del Libro
El espacio gratuito de lectura para chicos funciona los martes y jueves, de 16 a 19, y los sábados, de 10 a 13. Los lectores pueden elegir entre más de mil títulos de todos los géneros. El único requisito es que los chicos, sin límite de edad, concurran acompañados por un adulto que comparta con ellos el momento de lectura.
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