La novela de una novela
Por Hugo Beccacece De la Redacción de La Nación
EL film de Roberto Andò, Il manoscritto del principe , que acaba de estrenarse en Italia, narra la génesis de El gatopardo , de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, una de las novelas más importantes de la literatura italiana del siglo XX. En la encuesta realizada por La Nación en 1998 para saber cuáles eran los cinco libros de la literatura mundial preferidos por el público y los autores argentinos, Adolfo Bioy Casares eligió un quinteto de obras entre las que figuraba precisamente la de Tomasi.
Sin saberlo, el príncipe Giuseppe Tomasi di Lampedusa se preparó durante toda su vida para escribir una obra maestra. Era antes que nada un gran lector que, por su erudición y por la voracidad con que devoraba bibliotecas enteras, recibía el sobrenombre de "el monstruo" por parte de sus parientes. Lampedusa murió a los 60 años, en 1957; tan sólo en los últimos tres años de su existencia se había puesto a escribir. En ese lapso, produjo un texto memorable que retrata admirablemente a los miembros de la aristocracia siciliana en decadencia y cuenta de un modo apasionante la transformación de Italia a mediados y fines del sigloXIX. Otro aristócrata, Luchino Visconti, llevaría al cine El gatopardo en una versión tan notable como la novela en la que se inspiró.
Durante mucho tiempo no se conocieron con detalle las circunstancias que llevaron al príncipe a quebrar su escepticismo y a escribir. El curso de literatura inglesa que Lampedusa dio a dos jóvenes de la sociedad siciliana, el aristocrático Gioacchino Lanza y el burgués Francesco Orlando, profundizaron el cambio que se había observado en la actitud, hasta poco antes reticente, del príncipe respecto de la escritura. Para preparar sus lecciones, Lampedusa se vio obligado a escribir sus clases. Ylo hizo con mucho cuidado. Paralelamente componía su gran y única novela. Muy pocas personas sabían que Lampedusa, por fin, había sucumbido a la vocación literaria. Poco a poco, el noble señor se convirtió en un profesional, pero en secreto. Debía escribir todos los días para adelantar en su relato y en los apuntes destinados a las clases. Muchos años más tarde, esos textos didácticos habrían de editarse póstumamente. Y fue precisamente Gioacchino Lanza quien tomó la decisión de hacerlo. En homenaje a su amigo y compañero de clases, Lanza dedicó esos volúmenes a Francesco Orlando.
Para el príncipe, el contacto con sus discípulos fue literariamente muy enriquecedor. Lampedusa se inspiró en esos dos jóvenes, que sintetizaban el enfrentamiento y la diferencia de clases, para crear personajes y situaciones de El gatopardo . En cierta medida, la historia de Lampedusa, Lanza y Orlando es algo así como la novela de una novela.
Vida de príncipe
Giuseppe Tomasi di Lampedusa había nacido en Palermo, Sicilia, el 23 de diciembre de 1896. Los orígenes de su familia se remontan al Imperio romano. Se decía que uno de esos ancestros, Tomás el Leopardo, había sido comandante de la guardia imperial y esposo de Irene, la hija de Tiberio.
A mediados del siglo XVI, los Lampedusa ya se había establecido en Sicilia y tenían propiedades importantes. Una centuria después, la familia recibió los títulos de duques de Palma y príncipes de Lampedusa. Los Tomasi pasaron más tarde por rachas alternadas de esplendor y de problemas económicos. En el siglo XIX, tuvieron que enfrentar una difícil situación producida por la abolición del feudalismo en 1812. Las rentas empezaron a agotarse. Giulio, el padre del autor de El gatopardo , se casó con Beatrice Mastrogiovanni Tasca Filangeri di Cutò, una joven hermosa y relativamente rica, que redoró con su dinero los blasones de los Lampedusa.
Como madre, doña Beatrice ejercía un control casi absoluto sobre su hijo. Durante la niñez de Giuseppe, doña Beatrice nunca se separó de él. Cuando el muchacho debió abandonarla para cursar estudios en Turín y en Génova, la madre le envió una copiosa correspondencia. En esas cartas, Beatrice trataba a Giuseppe en femenino, como si él ocupara el lugar que había dejado libre una hermana mayor, muerta al nacer. Ese cambio de sexo gramatical en las cartas resulta inquietante, sobre todo si se tiene en cuenta la extraordinaria timidez de Giuseppe y sus escasas relaciones con otras mujeres que no fueran doña Beatrice.
Se sabe que Giuseppe estudió derecho y se graduó, pero se ignora dónde cursó sus estudios. En 1915, Giuseppe fue llamado a las armas. Se comportó con valentía en el frente, pero fue tomado prisionero por los austríacos.Logró huir, pero su salud quedó gravemente quebrantada por el cautiverio y las penurias pasadas.
Con la paz, el joven Giuseppe tuvo un período de depresión del que lo arrancaron varias estadías en Londres. Su tío, el marqués de Torretta, había sido designado embajador de Italia en Londres y lo invitó a pasar algunas temporadas en la representación italiana. Giuseppe adoraba Inglaterra, el teatro y la literatura inglesas. Se sentía casi feliz en ese país.
Entre Giuseppe Tomasi y Licy, hija de la segunda esposa del marqués de Torretta, surgió una relación de características muy especiales. Licy había estudiado literatura y lingüística. Más tarde se consagró al estudio de Freud y llegaría a convertirse en una de las principales y más tempranas especialistas en psicoanálisis. Lo insólito fue que habría de ejercer su profesión en la prejuiciosaSicilia. En 1918, a los 23 años, Licy se había casado con el barón estonio André Pilar. Fue un matrimonio de conveniencia. André no ocultaba su homosexualidad y Licy lo dejaba en libertad de hacer lo que él quisiera siempre que ella tuviera una libertad semejante.
Giuseppe y Licy intimaron. Ella lo invitó a Stomersee. Quizá el amor de ambos haya sido sobre todo intelectual. De todos modos, se sintieron suficientemente unidos como para casarse. El divorcio de Licy no presentó ningún problema. André Pilar no opuso resistencia. Los padres de Giuseppe, aunque al principio rechazaron la idea de que su hijo se casara con una divorciada, terminaron por resignarse. Los jóvenes se casaron casi en secreto en agosto de 1932.
A partir del casamiento, Licy y Giuseppe llevaron adelante una relación que fue durante mucho tiempo casi tan sólo epistolar. El vivía gran parte del año en Sicilia; ella, en Stomersee, separada de su marido. Se ha dicho que Giuseppe era impotente como resultado de una herida recibida durante la guerra. Eso explicaría la depresión en la que había caído Giuseppe en los primeros años de la paz. También se dijo que Licy era frígida y se llegó a arriesgar la opinión de que era lesbiana. A pesar de los rumores, el vínculo entre marido y mujer siempre fue estrecho y fructífero.
Licy, en cierto modo, se parecía a doña Beatrice. Le gustaba mandar y ser obedecida de inmediato. No entendía las dilaciones, la sensualidad y el escepticismo sicilianos. Cuando el padre de Giuseppe murió, en 1934, el joven marido se convirtió en príncipe, una dignidad que enorgullecía a la aristocrática Licy. Apenas se declaró la guerra, Giuseppe fue enrolado, pero lo desmovilizaron por razones de salud. En 1942 ya se había reintegrado a la vida civil. Licy debió renunciar a sus temporadas en Stomersee cuando los rusos empezaron a ocupar el territorio letón. Se refugió en la casa siciliana de los Lampedusa. Pero los bombardeos hacían insoportable la vida en Palermo, de modo que el trío formado por doña Beatrice, Giuseppe y Licy se vio obligado a refugiarse en el campo. La convivencia no fue buena y el matrimonio regresó a Palermo.
Personas y personajes
Durante la ocupación de los aliados, el príncipe fue designado presidente del Comité provincial de la Cruz Roja Italiana, una función que desempeñó con mucha eficiencia, pero que lo agotó. Renunció en 1946. Su madre, la princesa, murió ese mismo año. Doña Beatrice no pudo sobrevivir al referéndum que puso fin a la monarquía en Italia. A la noble señora, ya ni siquiera le quedaba el consuelo de ser una princesa. La habían despojado de casi todo.
Giuseppe se entregó cada vez con más ardor a la lectura. Frecuentaba el aristocrático Circolo Bellini, donde se encontraba con algunos intelectuales de la nobleza, el café Caflish y, a veces, la tertulia del barón Sgádari di lo Monaco. En el Círcolo Bellini, Lampedusa conoció al joven y apuesto Gioacchino Lanza, nieto del conde de Mazarino. Gioacchino, nacido en 1934, tenía el mismo altivo sentido del humor que Giuseppe. Los dos echaban sobre el mundo una mirada estética, se burlaban tiernamente de las miserias cotidianas y consideraban a sus semejantes con serena condescendencia. Pero había entre ambos notorias diferencias. Gioacchino no sólo estaba en plena juventud, además era todo lo que Giuseppe hubiera querido ser y nunca fue: hermoso, simpático, desenvuelto. El príncipe se inspiró en Gioacchino para crear el fascinante personaje de Tancredi, el joven sobrino del príncipe de Salina. Conviene señalar que, a diferencia de Tancredi, Gioacchino siempre fue de una gran honestidad y de un elevado sentido moral. Además nunca estuvo arruinado económicamente. Gioacchino Lanza y Giuseppe entablaron una profunda relación que culminó cuando Tomasi di Lampedusa adoptó legalmente a Gioacchino como su hijo.
Lanza era uno de los dos jóvenes a quienes estuvieron consagradas las lecciones de literatura inglesa del autor de El gatopardo . El otro era Francesco Orlando, un muchacho de la burguesía, que había llegado a Palermo desde el interior de la isla. Orlando había comprendido que debía escapar de Sicilia si quería construirse una vida aceptable en la que pudiera dedicarse a lo que amaba: la literatura. Estudiaba desesperadamente para convertirse en un académico. Con el tiempo lo lograría. Tenía una memoria prodigiosa y una voluntad de acero.
Todo lo que a Gioacchino Lanza le había sido concedido desde el nacimiento, Orlando debía ganárselo. Gioacchino había aprendido idiomas desde la niñez. Sus nurses lo habían educado en inglés y en francés. Orlando, en cambio, no tenía tan buen oído para las lenguas extranjeras, pero con una constancia implacable aprendió inglés en un año y asimiló un vocabulario extensísimo que asombraba incluso al propio Lampedusa. Orlando aspiraba a convertirse en un profesional. Trabajaba: algo que ningún miembro de la clase del gatopardo pensaba hacer. Hasta el mismo Lanza, que pertenecía a la generación joven, todavía conservaba la esperanza de vivir como había vivido su padre, como un rico aficionado al que cualquier signo de esfuerzo le resultaba poco elegante. Mucho después, Gioacchino reconocería su error. Los tiempos habían cambiado y el mundo empezaba a pertenecer a los Orlando, aunque aún hoy sea casi imposible resistir al hechizo que ejercen los personajes altivos, a la manera del Tancredi creado por Lampedusa. Como dice el príncipe de Salina en El gatopardo , se necesitan siglos de señorío, de poder, de lujo, de arbitrariedades, para que surjan seres de la gracia y de la fascinación de Tancredi y, correspondería agregar, de Gioacchino Lanza.
Tres veces por semana, a las seis de la tarde, en la biblioteca de la casa de los Tomasi, Gioacchino Lanza y Francesco Orlando escuchaban las clases de literatura inglesa del príncipe. Pero no serían esas lecciones las que convertirían a Giuseppe Tomasi en un inmortal, sino las páginas que había empezado a escribir con premura: el manuscrito de El gatopardo . El príncipe terminó la novela en mayo de 1956. Más tarde escribió una segunda versión. Envió una copia anónima a Elena Croce, la hija del gran filósofo Benedetto Croce. Ella, sin saber de quién se trataba, se la mandó a Giorgio Bassani, el autor de El jardín de los Finzi Contini , que trabajaba en la editorial Feltrinelli. La copia permaneció meses en el escritorio de Bassani sin que éste la leyera.
El 23 de julio de 1957, a los 60 años, Giuseppe Tomasi di Lampedusa murió en Palermo. Pocos días después, Bassani se puso a leer con desgano la novela que le había llegado. Quedó deslumbrado desde la primera página y decidió publicarla. En noviembre de 1958 apareció la primera edición de El gatopardo . Fue un éxito inmediato. El príncipe, como si fuera el noble protagonista de su libro, había abandonado el escenario antes de que empezara el énfasis vulgar de las ovaciones.
El monstruo
- Giuseppe Tomasi di Lampedusa nació en Palermo el 23 de diciembre de 1896. Dueño de una enorme erudición, su familia lo había apodado "el monstruo" en alusión a la gran voracidad con que arrasaba bibliotecas enteras.
- Habitualmente reservado en los encuentros con sus amigos intelectuales y aristócratas, Lampedusa se tansformaba en presencia de sus discípulos Gioacchino Lanza, a quien luego adoptaría como hijo propio, Francesco Orlando y Francesco Agnello. Con ellos se volvía un ser fascinante, arrollador, ingenioso.
- Esa personalidad, revelada sólo en el encuentro con sus brillantes discípulos, fue el origen de su único libro, El gatopardo , obra maestra en la que retrató la aristocracia siciliana en decadencia y en donde dio cuenta de la transformación de Italia a mediados y fines del siglo XIX.
- Lampedusa escribió solamente en los últimos 3 años de su vida. Pocos días después de su muerte, el 23 de julio de 1957, Bassani leyó un original que le había llegado. Quedó deslumbrado y decidió publicarlo. El gatopardo fue un éxito inmediato. Aún hoy, muchos intelectuales la consideran una de las cinco mejores novelas del siglo XX.