La música de la realidad
Una amplia antología permite descubrir la originalidad de Giorgio Caproni, poeta amigo de Pasolini e Italo Calvino, cuya obra ocupa un lugar central en la literatura italiana del siglo XX
Quizás, para comprender mejor el punto de partida de Giorgio Caproni (Livorno, 1912 - Roma, 1990) habría que comenzar por el libro póstumo Res amissa , de 1991, en que los postulados iniciales del poeta están vigentes después de sesenta años. Allí, en una despojada lengua poética, Caproni funde por fin en formas concisas el lenguaje de la poesía con el de la filosofía. Porque Caproni, en los años finales de su vida, en vez de entregarse a una temblorosa aceptación de un destino cristiano, como tantos connacionales suyos, se ocupó más bien de hacer las últimas preguntas desde el punto de vista de un niño travieso e irreverente. "Dios de bondad infinita / Nosotros rezamos por ti / Rezamos para que te sea / larga y serena la vida./ Pero tú, si puedes, también / reza por nosotros./ Y perdónanos nuestras deudas / así como nosotros perdonamos las tuyas." Estos versos deben leerse inscriptos en esa poética del amor conyugal que Caproni puso en el centro de su obra y su vida. Por lo tanto, sería erróneo considerar su vasto merodeo por las interrogaciones metafísicas el hilo conductor de sus libros. Aquello que subyace en todos los libros es la dedicación espontánea a la compañera de su vida, enaltecida no como alegoría dantesca o emblema montaliano, ni tampoco como forma de la gloria petrarquiana, sino como mujer real, que se encarna en la poesía. "Mi rosa siempre presente en mis pensamientos... / Mi rima en mí siempre batiente": Rina, tal como se llamaba su mujer, y rima se abrazan en sus versos en esa rara conjunción aliterativa y en la común capacidad de proteger y aliviar al poeta. A estas dos cuestiones se les suma una visión siempre oblicua del presente, que coloca al poeta en fuerte disonancia con sus tiempos. "Vivir en desarmonía/ con la época (ir/ contra los tiempos a favor/ del tempo) es nuestra manía."
La palabra "tempo", perfectamente traducida, alude a la escansión musical con que Caproni concibió la materialidad de sus versos y a la búsqueda siempre original de una coherencia ínsita en cada libro. Porque si bien una antología no puede dar cuenta de esa altísima y armoniosa coherencia, la lectura integral de la misma ayuda a percibir como, según la mejor poética italiana, una obra no es otra cosa que un cancionero.
A partir de estas últimas poesías, el recorrido à rebours adquiere otro significado, y se nos aparece con toda clarividencia el porqué de sus primeras composiciones: el deslumbramiento frente al milagro de lo existente, lejos de la poética hermética, órfica, y ajena también a la lógica del correlato objetivo, hegemónico en los años de entreguerras. Para el joven Caproni, la realidad no se revela en una visión epifánica ni esconde secretos insondables: la realidad se ofrece en toda su corporeidad para volverse experiencia: "Recuerdo una iglesia antigua
perdida,/ a la hora en que el aire se anaranja / y la voz se nos quiebra / bajos los árboles del cielo. / Estabas cansada, y nos sentamos en un escalón/ como dos mendigos. / Sin embargo, la sangre hervía / maravillada al ver / cada pájaro en el cielo / convertirse en estrella". Pero la poesía de Caproni no es crepuscular, sino una poesía del alba, que lo conecta más bien a Pascoli, como se ve en esta formidable composición juvenil, en que ya se vislumbra el dominio magistral de una de los problemas más complejos de la composición poética: el cierre. "La tierra, con su cara / húmeda de sudor, / abre soñolientos ojos de agua /a la noche que albea. / (Los pájaros son siempre el primer / pensamiento del mundo)."
En medio de todos esos largos años de ejercicio literario, que van de los años treinta a los noventa, se impone de manera casi obsesiva la idea del cazador y la presa, con los que el poeta se identifica alternativamente. Y así, en "El francocazador", el poeta se transforma en aquel que persigue y es perseguido por la lengua: "Las palabras. Ya
Disuelven el objeto./ Como la niebla los árboles, / y el río el velero". La poesía capta y es captada musicalmente por la realidad, éste es el gran legado de Caproni a un sistema poético, como el italiano, demasiado tendiente a las grandes alturas.
La poesía de Giorgio Caproni ha recibido el reconocimiento de toda la crítica literaria del siglo XX. Sus libros fueron reseñados por firmas excelentes, desde su amigo íntimo Pier Paolo Pasolini hasta Italo Calvino y Giorgio Agamben, que cuidó la edición de su obra póstuma. Poesía escogida constituye una nueva antología en lengua española, en una amable traducción de Reche y Bernier, luego de un volumen editado en Madrid hace más de diez años y de las hermosas versiones argentinas de Ricardo Herrera para la revista Hablar de Poesía.
Poesía escogida
Giorgio Caproni
Pre-Textos
Trad.: Juan Carlos Reche, Juan Antonio Bernier
230 páginas
$ 175