La musa inspiradora
Graciela Taquini, reconocida impulsora del arte multimedia en la Argentina, celebra en Grata con otros,la retrospectiva de la Cronopios, una extensa, red de afectos, complicidades y reconocimientos
"No es el velorio del angelito ni la consagración de la primavera", dice con su característico buen humor Graciela Taquini, quien desde principios de los años 80 desarrolla una infatigable tarea como curadora, gestora, docente y promotora de las artes electrónicas en la Argentina. Pero Taquini también es una "veterana artista emergente", como a ella le gusta definirse. Por eso, a poco de cumplir 70 años, presenta en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta una muestra que reúne el conjunto de su obra, conformada por videos e instalaciones en gran parte realizados a partir del año 2000.
Grata con otros se llama la exposición, y en ese nombre se encierran dos de sus ejes principales: por un lado, una búsqueda expresiva marcada por lo autorreferencial -Taquini crea, y en sus piezas se intuyen los diversos matices de un ser llamado, entre otros muchos otros apelativos, Grata-; por el otro, el trazado de una trayectoria en la que la obra es vida y la vida es obra. Décadas de trabajo cristalizadas en una fructífera red de afectos, complicidades y reconocimientos mutuos que, en esta exhibición, aparece plasmada en la participación de "los otros": artistas de diversas generaciones que, con espíritu evidentemente celebratorio, aportan obras propias, todas ellas referidas a esa dínamo cultural que resulta ser "la Taquini".
Presidiendo la sala, por ejemplo, está Rizomática , de Mariela Yeregui: un planteo abstracto, realizado en formato digital, que alude a las diversas conexiones que estableció Graciela a lo largo de su trabajo con las artes audiovisuales y multimedia. En ese esquema móvil se pueden seguir caminos que van desde instituciones como la Universidad Nacional de Tres de Febrero, el Mamba o el Centro Cultural San Martín hasta circuitos que se desprenden del Bela Lugosi Club. A partir de este entramado emergen los cruces con un enorme número de personalidades de la cultura, críticos, videastas, historiadores del arte, artistas.
Sobre las paredes laterales de la Cronopios, enmarcando (¿o abrazando?) los cubículos donde se exhiben los videos de Taquini, se dispuso buena parte de los trabajos de otros autores. Entre otros, Vanitas , un magnífico retrato de Arturo Aguiar; Testigos ocasionales , de Sara Fried, composición de fotografías en blanco y negro donde aparecen Graciela y varias miniaturas (un guiño, probablemente, a la adoración que siente la retratada por la reproducción de objetos en pequeñas dimensiones), y una obra realizada en gráfica digital por Santiago Tavella, donde el juego con las expresiones "Niquita/ Taquini" se plantea desde una estética próxima a las formas del constructivismo ruso. En el podio de lo entrañable está la vitrina donde se lucen varias miniaturas y retratos de Graciela en "versión cómic": Grata Puca , de Elena Laplana, en la vertiente animé; Grace , de Luis Terán, con inspiración en Los Simpson .
Recuperación de la cultura masiva y sus productos televisivos, trabajo con la hibridación, apuesta por la experimentación, goce lúdico, búsqueda maravillada de lo que el registro audiovisual y sus múltiples soportes pueden generar: según cual sea la obra, alguno de estos ítems podría aplicarse a la producción de "los otros", pero todos ellos permiten reflejar la propuesta global -trayectoria y obra- de Graciela Taquini. Reivindicación de la palabra y abordaje de cierto modelo de relato, podría agregarse, pensando en algunos de sus videos.
En Granada (2005), la perspectiva es política. Al mismo tiempo que registra el testimonio de la artista plástica Andrea Fasani (sobreviviente de un centro clandestino de detención durante la última dictadura militar), el video interroga el modo de construcción de todo relato ligado a la memoria. Mientras, por medio de primerísimos planos, la cámara "disecciona" el rostro de Fasani, una voz en off interviene y aparenta "ordenar" la secuencia de su discurso. Entre lo que ocurrió, sus rastros y la reconstrucción por medio de la palabra, asoman intersticios, vacíos que eluden la representación.
La pregunta sobre la memoria aparece también en Lo sublime/banal (2004), aunque desde un costado menos trágico. En un logrado plano secuencia, la obra capta la conversación de dos amigas que reconstruyen un hecho vivido por ambas en el pasado: un encuentro con Julio Cortázar en París. Dos postales y la huella de una caligrafía son la marca de lo real; en los relatos aparece el intento, siempre insuficiente, por aferrarlo.
En la muestra también puede verse Roles (1988), la primera realización videográfica de esta autora, en la que, con humor, se pone a sí misma en el centro del fuego cruzado de voces que insultan, agreden, definen, exigen. ¿Dónde plantarse -parece preguntarse- cuando la maraña de mandatos y sentencias ajenas estrecha el cerco?
En la actualidad, la artista se encuentra perfectamente a gusto con su recorrido: "Estoy en un momento de madurez, de agradecimiento, de alegría en los vínculos -asegura-. Vivo sola, pero estoy rodeada de gente. Soy mayor, pero vivo entre jóvenes. En perspectiva, veo que todo lo que hice antes de realizar mi obra en video, sobre todo algunas curadurías, formó parte de mis obsesiones personales. La verdad y la mentira, la paradoja, el cuerpo, el futuro, ésas fueron siempre mis preocupaciones".
Cuenta que, días atrás, el videasta y director cinematográfico Gastón Duprat la comparó con la Agnès Varda de Las playas de Agnès . "¿Viste? -exclama ella ahora, exultante-. Esta petisita pelirroja de flequillo también se lo pasa presentando a sus amigos?"
Ficha. Grata con otros , en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), hasta el 18 de septiembre
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