La momia se resiste a que le cambien el nombre: un debate “innecesario”
La iniciativa del British Museum y otros centros del Reino Unido de utilizar el término “restos momificados” para “dignificar” a los cuerpos embalsamados no encontró eco en la mayoría de los egiptólogos
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BARCELONA.- A falta de poder recabar su opinión sobre el asunto a Tutankamón, Ramsés II o cualquier otro egipcio momificado (por no hablar de Boris Karloff), una encuesta de urgencia entre egiptólogos revela que la iniciativa del British Museum y otros centros británicos de dejar de usar la palabra momia para los cuerpos embalsamados del Egipto faraónico y sustituirla por el término “restos momificados” es considerada, en general, innecesaria. Los argumentos para el cambio son, entre otros, que la palabra momia tiene reminiscencias colonialistas o se asocia más con un monstruo de ficción.
“No se puede ser más pazguato”, ha señalado a El País sin ambages el egiptólogo José Miguel Parra, autor precisamente de un libro titulado Momias (Crítica, 2010), una estupenda monografía sobre la historia de la momificación en el Antiguo Egipto, que de seguir las recomendaciones del museo londinense quizá debería pasar a denominarse Restos momificados, que desde luego tiene menos gancho. Siguiendo esa lógica, un filme como El retorno de la momia pasaría a titularse El retorno del resto momificado, lo que haría alzar la ceja hasta a su protagonista, el villano Imhotep de Arnold Vosloo. En cuanto a la escultural momia de Anck-Su Namun que encarna Patricia Velásquez, acaso habría que considerarla pedazo de resto momificado.
“Estamos ante otro gesto gratuito del movimiento de lo políticamente correcto”, juzga Parra, que ha desenterrado y estudiado momias en la necrópolis tebana como parte del equipo del Proyecto Djehuty en Dra Abu el Naga (Luxor). “¿Palabra colonialista momia?”, señala de uno de los argumentos esgrimidos para cambiar el término, “pero si viene del persa, mumia, y lo popularizó Plinio el Viejo en el siglo I”. Recuerda Parra que la palabra no es despectiva, sino que hace referencia al betún al que se asemejaba para los antiguos la consistencia que adquirían las sustancias resinosas con que se embadurnaban los cuerpos en el embalsamamiento.
El estudioso señala que en la actualidad las momias han dejado de ser cosificadas como pudo suceder en la época de los pioneros de la egiptología y los shows de desvendado. Se las trata con sumo respeto, recalca, sometiéndolas a análisis científicos con tecnología de última generación de la medicina moderna, lo que no hace sino explicitar la condición humana de esos restos. Igual que uno va al médico a hacerse un TAC, va la momia. “Me parece que hoy nadie cuestiona la humanidad de las momias, la campaña es fácil, pero innecesaria, y no creo que prospere. Todo el asunto de la dignificación me parece absurdo y algo como discutir del sexo de los ángeles”.
De lo de querer separar a las momias de su plasmación literaria y cinematográfica, Parra apunta que es también separarlas de su popularización, que ha significado que mucha gente se interesara por el Antiguo Egipto. Además, recordemos que la momia no es en esas producciones generalmente un monstruo insensible (por mucho que pueda echarnos para atrás), sino un ser que tiene sus motivaciones y sentimientos. No hay que olvidar que la momia clásica de las novelas y el cine actúa movida por amor, como la de Karloff (inspirada físicamente por cierto en la de Ramsés III).
La egiptóloga Maite Mascort, que ha tratado con muchas momias en sus excavaciones en Oxirrinco, ve también innecesario el cambio de terminología. “El respeto no depende de si llamas a las momias de una manera u otra, la dignidad no está cuestionada por llamarles momia. No hace falta entrar en ese debate. Momia es una denominación que todo el mundo entiende y nunca ha tenido connotaciones negativas en su aplicación a los cuerpos embalsamados del Antiguo Egipto. Sirve además muy bien para que la gente identifique claramente unos restos humanos concretos y despierta interés. No creo que nadie piense en realidad que las cosas que salen en las películas sobre las momias sean verdad, simplemente gustan esos relatos y hacen que te intereses por la historia real”.
Como Parra, Mascort recalca que precisamente ahora se trata bien a las momias. “En excavaciones, exposiciones, museos, investigaciones, el respeto por las momias como cuerpos humanos se pone en la actualidad por encima de todo”. La egiptóloga considera necesario el uso de la palabra momia porque es llamativo y atractivo, y eso juega a su favor.
Para Salima Ikram, una de las grandes expertas mundiales en momias y que trabaja con diversas misiones sobre el terreno, autora de numerosos libros de referencia y recientemente en castellano Muerte y enterramiento en el Antiguo Egipto (Almuzara, 2022), el cambio de denominación “no me parece necesario para nada”. “Al contrario”, continúa, “restos momificados me parece insultante y deshumanizador, y muchos colegas comparten mi opinión; restos sugiere que el cuerpo está fragmentado, y a mí me evoca lo que se deja en el plato”.
Para la prestigiosa egiptóloga de la Universidad Estadounidense en El Cairo, “el problema es la necesidad de educar a la gente para que entienda que una momia es un ser humano (u otro ser en el caso de las de animales) que ha pasado por un complejo proceso de transformación que los antiguos egipcios consideraban esencial para devenir divino y vivir eternamente. No creo que cambiar el nombre/palabra usado para describir ese cuerpo transformado vaya a cambiar las actitudes, ¡lo hará la educación!”. Ikram se pregunta por qué restos momificados ha de sonar mejor que momia. “Me entristece esa idea simple de que cambiar el nombre altere o mejore la comprensión; las explicaciones y la educación son lo crucial”.
Para Mariàngela Taulé, egiptóloga y directora del Museu Egipci de Barcelona, centro privado dependiente de la Fundación Jordi Clos, la iniciativa del British Museum les suena un poco lejana. “Somos una institución moderna, nacida hace 30 años, mientras que ellos tienen los problemas de un museo creado en 1753 y con ocho millones de objetos. Tenemos en nuestras salas una momia que era anónima, pero la bautizamos como la Dama de Kemet para referirnos a ella de manera personalizada. Nunca hemos visto en este museo las momias como objetos descontextualizados de lo que son: cuerpos de seres humanos. Así que no necesitamos esa mirada autocrítica que se hace el British Museum. Por otro lado, en inglés mummy es una palabra neutra de forma que quizá puede ser más cosificada que la nuestra, momia, que es femenina, con lo que está más personalizada. Insisto en que nuestro trato con los restos humanos momificados siempre ha sido muy respetuoso, también porque al realizar excavaciones en Egipto tenemos una mirada directa de arqueólogos. La mirada es lo más importante. A mí no me molesta para nada la palabra momia. Y no hay que olvidar, desde el punto de vista de la tan necesaria divulgación, que es una palabra que vende e impacta”.
El egiptólogo José Manuel Galán, director del Proyecto Djehuty, que está actualmente en campaña en Luxor, apunta que “cuando salió la noticia aquí entre las misiones hubo bastante cachondeo”. Considera que la tendencia a lo políticamente correcto a veces se pasa de frenada. “Llevado al extremo eso es chocante, uno podría pensar que si en el British están tan concienciados podrían empezar por devolver cosas a Egipto, pero claro, eso no”. Para Galán, la palabra momia no es ofensiva y toda la cuestión es irrelevante. “Lo importante es cuidar bien los restos humanos, con respeto y preservándolos. Cuando se sobreactúa como ha pasado esta vez, se consigue a menudo el efecto contrario, en vez de concienciar, chascarrillos y memes, bromas”.
Una voz un tanto disonante en el debate es la del egiptólogo José Ramon Pérez Accino, que contesta también desde Luxor, donde está trabajando en su proyecto sobre el valle de la cache real (el célebre escondite de momias reales), con ideas revolucionarias sobre el lugar. “A ver, más allá de que todo el asunto es un poco cogérsela con papel de fumar, por decirlo vulgarmente, no se puede negar que lo que se pretende es humanizar el término y eso no es malo. Momia significa poco menos que betún, y los cuerpos embalsamados no son betún, son personas. En todo caso creo que va a tardar mucho en que cale un término distinto al de momia: no nos hagamos ilusiones”.
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