La mágica síntesis del haiku
Por Odile Baron Supervielle
Stella Maris Acuña, lingüista y autora de diversos trabajos de investigación, es una estudiosa de la literatura japonesa, a quien conocí en el Centro Cultural de la embajada de ese país. Me causó curiosidad conocer los motivos que la habían llevado a interesarse por esa cultura tan distante de la nuestra y decidí interrogarla al respecto.
-Lo que me acercó a la cultura japonesa fue algo aparentemente sin importancia pero que resultó para mí un factor determinante. Cuando era chica, en la escuela primaria, estaba sentada al lado de un japonesito que me enseñó a contar hasta cinco en japonés. Cuando él dejó el colegio, tuve ganas de aprender algo más de ese idioma y, entonces, recurrí a una tintorera japonesa, Tomo Oyama, que vivía al lado de casa. Ella me enseñó un poco pero yo era insaciable. A la edad de 16 años empecé a estudiar en serio japonés.
- ¿Qué fue lo que más te gustó: el idioma, la literatura o los japoneses?
-Me agradó todo. Estoy casada con un japonés... Como hice estudios de lingüística me atrajeron tanto la lengua como la literatura. Mis escritores favoritos son Yukio Mishima (1925-1970), Akutagawa Ryunosuke (1992-1927) y, dentro del género lírico, Kobayashi Issa (1763-1827), que se destacó en la creación de haiku.
- Tus conocimientos sobre el haiku, ¿dónde los adquiriste?
-Seguí un curso sobre haiku en el Instituto Tozai con la profesora Neri Mendiara, que hizo la carrera de letras en Francia donde se dedicó al haiku . En ese país hay mucha información y estudios sobre ese tema. El impresionismo francés, que se inspiró en la estampa japonesa, rescata las cosas en un momento del día; el haiku también capta el instante.
- ¿Hay un elemento en común entre la estampa japonesa y el haiku?
-La estampa no tiene nada que ver con el haiku, son dos expresiones artísticas diferentes. Sin embargo, un haiku se puede pintar y una estampa puede parecer un poema.
- ¿Cómo surge el haiku?
-Como una manifestación literaria importante del siglo XVIII. Es una forma poética que consiste en una estrofa compuesta por tres versos de diecisiete sílabas en total. Cinco, siete y cinco, respectivamente.
-¿Tiene temas recurrentes?
-Sí, generalmente el de la naturaleza y dentro de ésta hay algunos tópicos que se repiten como la luna, las estrellas y otros astros.
- ¿Qué tiene de particular el haiku para vos?
-Me gusta, por un lado, su extraordinario poder de síntesis. Es el poema más corto del mundo. Y, por otro, que en contraposición a esa brevedad aparezca la imagen totalizadora, que intenta expresar la esencia de las cosas. La naturaleza ofrece infinidad de instantes al poeta, quien a través de su percepción puede incorporarlos y plasmarlos en palabras.
- ¿En algún escritor argentino se pueden encontrar reminiscencias del haiku?
-Algo que quizás la gente ignora es la atracción que sentía Bioy Casares por el Japón y su literatura. El leyó muchas obras japonesas, claro que en inglés. En su cuento "La sierva ajena", uno de los personajes le escribe haiku a su amada. Parecería que por razones de respeto no es Bioy quien escribe sino el protagonista. Magníficamente, Bioy plasmó en esos poemas la esencia del haiku. Sabía mucho más acerca del poema japonés, ya que en ese cuento también menciona a Juan José Tablada (1874-1945), conocido escritor mexicano e introductor del haiku en español. Bioy conocía también el Koji-ki , una de las obras clásicas más importantes de la literatura japonesa. Lo había leído entero y comentaba: "Lástima que no haya una edición en español, tuve que leerlo en inglés".
- ¿Conociste a Bioy personalmente?
-Sí. Fui a verlo varias veces a su casa. Además, yo y otras compañeras de letras solíamos reunirnos para almorzar con él. Tengo grabados en mi mente gratos recuerdos de Bioy. En los almuerzos que compartíamos hablábamos esencialmente de literatura, de escritores argentinos y extranjeros. Nos quedábamos subyugadas por su sencillez, su inteligencia y su cultura. En alguna oportunidad nos comentó que soñaba con viajar a Japón. Por eso en el último almuerzo, tres meses antes de su muerte, quedamos en encontrarnos pronto y tratar el tema del viaje a Japón para ir juntos con mis compañeras y yo. Qué lástima, no pudo ser.
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