La Interpol ayudará a prevenir el robo de objetos culturales
Afirman que, en el país, el tráfico ilegal de arte y piezas arqueológicas es alto
Pocas semanas atrás, Juan José Cresto, director del Museo Histórico Nacional, descubrió que le habían robado una tabaquera de oro que perteneció a San Martín. Y hace pocos días, encontró que las puertas de una vitrina con pequeños objetos había sido forzada.
Fue "un disgusto serio y una nueva prueba de la falta de fondos para mayor vigilancia", dijo. Pero, probablemente, no una sorpresa mayor. Porque desde la noche de Navidad de 1980, cuando del Museo Nacional de Bellas Artes desaparecieron siete objetos y 16 cuadros de Matisse, Renoir, Cézanne y Gauguin, entre otras obras excepcionales, hubo más de 300 robos en las salas de exposiciones de nuestro país, según un estudio realizado por el arquitecto y arqueólogo Daniel Schavelzon.
Se destino final, casi invariablemente, es el exterior. Tanto que el tráfico ilegal de obras de arte sólo es superado por el de drogas y el de armas. Sin embargo, el organismo encargado de buscarlas, la Interpol, sólo recibió un promedio de dos denuncias por año de nuestro país.
Así lo aseguraron el jefe del departamento Interpol de la Policía Federal Argentina, comisario Alejandro Nobile, y el inspector Marcelo Daniel El Haibe, de la misma institución. Ayer, ambos firmaron con el subsecretario de Cultura de la Nación, Hugo Storero, y la presidenta del Consejo Internacional de Museos (ICOM), Marta Gaudencio de Germani, el primer convenio de intercambio de información para impedir el robo y la exportación ilegal de objetos culturales e instrumentar su restitución.
Con el nuevo acuerdo, en 24 horas, la foto y descripción del objeto se distribuye por todo el globo. Y aunque pasen los años, la búsqueda -sea de bienes públicos o privados- nunca se da de baja.
Controles deficientes
Claro que nada es tan simple, en un país que los especialistas señalaron como un "coto de caza privilegiado" para los traficantes, dada la perfecta combinación de un legado patrimonial excepcional y escasos, o deficientes, controles.
Para empezar, son pocos los museos que tienen el inventario digitalizado y con fotos. Y en el caso de los particulares, "si las piezas no están aseguradas, en general, ni se molestan en hacer la denuncia. Además, a muchos les da miedo no poder justificar cómo las obtuvieron en primera instancia, o que se sepa su patrimonio", explicó Nobile.
También dijo que se necesita capacitar a la policía para que, como parte de "una urgente campaña de concientización generalizada, no traten el tema de la misma manera que el robo de un cenicero".
"La depredación de bienes culturales constituye un crimen contra el patrimonio de la humanidad", aseguraron los firmantes.
Entre los hechos más recientes que investiga la Interpol hoy figuran el óleo "El carneador", de Bernaldo Cesáreo de Quirós, robado del Museo Nacional de Bellas Artes en noviembre de 1999; un certificado de deuda externa del Paraguay del siglo pasado (que fue reemplazado por una fotocopia) tomado de un museo correntino en mayo de este año, y 28 cuadros de la artista plástica Cristina Santander, que estaban camino a ser expuestos en Madrid en octubre.
Saqueo arqueológico
Pero el pacto no se limita a las obras de arte y objetos culturales modernos. Según la directora Nacional de Patrimonio, Museos y Artes, Liliana Barela, un problema mayúsculo es el saqueo de yacimientos arqueológicos. Incluso el mes pasado, la Policía Aeronáutica Nacional realizó cinco allanamientos simultáneos y encontraron cerca de 15.000 piezas.
Para Laura Miotti, profesora adjunta de Arqueología Americana de la Facultad y Museo de Ciencias Naturales de La Plata, se trata de "un tema muy delicado que se fue agravando con los años".
"Hasta hace un tiempo, los objetos arqueológicos eran vistos como cacharros, cosas de indios, pero ahora el contexto social es otro: para ciertos grupos de elite, éstos tienen valor incluso como adornos especiales, por lo que pagan precios siderales ", comentó.
La misma suerte corren los huesos de dinosaurio. Sin embargo, es muy difícil medir qué es lo que sale de contrabando. "No es sólo una cuestión de número, sino también de la calidad del material -asegura Rosendo Pascual, jefe del Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de La Plata-. Porque quizás, un solo fósil sea "la" pieza que uno estaba buscando desde hace treinta años".
Si bien celebró la llegada del convenio, subrayó la importancia de que éste "sea finamente fiscalizado para evitar algunas injusticias. No es raro que cuando los investigadores tenemos que trasladarnos con piezas para estudiar en otros países, nos hagan problemas en la Aduana como si los estuviésemos robando", concluyó el especialista.
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