La intemperie
La intemperie tiene sus formas. Habitarla, también. La ciudad es Rosario pero, más allá de la particular tragedia que vienen sufriendo los rosarinos, a efectos de esta imagen poco importa la exactitud geográfica. De lo que habla es de la caída: el día a día de quienes alguna vez estuvieron de un lado del juego social y hoy –por las razones que sean y fruto de un movimiento quizás lento, tal vez frenético– merodean en el desangelado territorio de los caídos. Perderlo todo salvo los mínimos gestos que recuerdan que alguna vez hubo algo distinto: este hombre, desposeído de prácticamente todo, recrea un espacio que, aun en medio de calle, se insinúa íntimo. Pequeño orden entre la escasez, un escalón que ayuda al descanso, indicios de cierta rutina. La lectura –concentrada, relajada– del diario. Hay aquí algo que afirma que una cosa es estar caído, otra cosa es estar arrasado.