La importancia de un elenco estable
Los 65 años de la Comedia Nacional Uruguaya son un ejemplo para la actividad teatral argentina
Montevideo y Buenos Aires son ciudades cercanas geográficamente, pero con distancias en sus hábitos y formas de organización. En el plano teatral, una diferencia notable está dada por la existencia de la Comedia Nacional Uruguaya, ente municipal a pesar de su denominación. El elenco tiene su sede en el Teatro Solís y los espectáculos se ofrecen tanto en su sala principal como en la Zavala Muñiz, espacio que puede modelarse de acuerdo con las necesidades de cada puesta, y también en la Sala Verdi, perla arquitectónica ubicada en el barrio de las Artes.
La gran variedad de textos, la rotación de directores y la renovación de títulos caracterizan a esta compañía, compuesta hoy por treinta actores, que durante el año participan en espectáculos y seminarios de entrenamiento. Su actual director, Mario Ferreira, integra el elenco y este año termina su mandato, pese al reconocimiento existente sobre su gestión.
La Comedia Nacional Uruguaya se consolidó sobre la diversidad de textos, directores y estilos. En el año de inicio fue Carlos Calderón el director que tuvo a cargo la puesta de las obras elegidas. A partir de 1948 se incorporaron figuras fundamentales para la escena rioplatense: Armando Discepolo, Antonio Larreta, China Zorrilla. Sin duda, la impronta de Margarita Xirgu, que dirigió en 1949 La celestina y prosiguió durante dos décadas con piezas de Lope de Vega, García Lorca, Camus o Giraudoux, dejó una huella en su memoria.
Esta opción por la diversidad que es sello de origen se sostiene en el presente y multiplica el público. Se agotan localidades y es aconsejable sacar entradas con anticipación, síntoma de la buena relación de la compañía con la comunidad. Las giras son parte de la programación anual. Durante el transcurso de este año ya han representado obras tan disímiles como La orestíada de Esquilo en su versión integral, Las variaciones Meyerhold de Tato Pavlosky, El tobogán de Jacobo Langsner, y Harper del autor inglés Simon Stephens, dirigida por el también inglés Anthony Fletcher, en su estreno latinoamericano. Además, ha habido reposiciones como Doña Ramona de Víctor Manuel Leite, Príncipe Azul de Griffero y El inspector de Gogol.
Se advierte también desde la fundación de este elenco un criterio que combina el montaje de los clásicos del teatro universal y local, con las obras de nuevos dramaturgos. En 1949, Esteban Serrador dirigió Calígula de Albert Camus ,y en 1962 Sergio Otermin, Esperando la carroza de Jacobo Langsner, autores que merecieron la atención temprana de la compañía. Igual criterio se ha seguido en la elección de directores.
Un buen ejemplo de esta práctica es la decisión tomada en 2008 de convocar a Mariana Percovich para el montaje de Bodas de sangre. En esa puesta, se despedía de la compañía una de sus emblemáticas figuras: Estela Medina. La actriz, personalidad destacada del teatro hispanoparlante ("la mejor del mundo", según expresión de Thelma Biral), había iniciado su carrera en la Comedia con ese título y bajo la dirección de Margarita Xirgu. Percovich, renovadora directora, hizo una puesta desafiante pues intervino el texto de la obra con poemas tomados de otros libros de García Lorca y protagonizados por un personaje enigmático: el Amargo. De ese modo, realizó desde lo estético e interpretativo un camino inhabitual. La fachada del teatro Solís fue intervenida por el artista plástico Roberto Cancro. Así, la despedida de la gran actriz se hizo con un montaje polémico, que provocó adhesiones y controversias.
Las efemérides pueden no tener otro significado que el paso del tiempo. Pero 65 años de ininterrumpida labor para una institución cultural pública demuestran el ejercicio continuo de una política. El mantenimiento de elencos estables de cualquier disciplina (orquestas, coros, ballet, elencos dramáticos) es una apuesta para la creación de patrimonio cultural intangible, conjunto de valores simbólicos donde deben entramarse tradición y vanguardia, disciplina académica y experimentación. Si bien la existencia de algunas artes, como la música y la danza clásica, es casi imposible sin grupos estables, en otras, como en el teatro de prosa, sostener este tipo de elencos es sólo una opción dentro de las múltiples posibles.
Los elencos estables argentinos se cuentan entre lo que el viento menemista se llevó. La supresión del elenco estable del Teatro San Martín fue la lápida que convirtió el arte dramático en la única de las artes que carece hoy de un cuerpo de artistas permanentes que cultiven esa disciplina y puedan capacitarse en ella de modo permanente y permitan el mantenimiento de un repertorio. La principal crítica que se lanzó sobre estos elencos es la burocratización y la ausencia de riesgo creativo. La Comedia Nacional Uruguaya desmiente esta aseveración, ya que es un ejemplo geográficamente cercano de cómo se pueden conjugar tradición, riesgo y vanguardia.