La historia como ficción
El secreto de Lisboa
Por Luis Mattini
Primero, algunos datos necesarios. Luis Mattini es el "nombre de guerra" de Arnol Kremer Balugano, activista sindical y luego dirigente del PRT-ERP. Los datos son necesarios, justamente, porque El secreto de Lisboa. Un secuestro político de novela hurga en una acción política de la década de 1970, pero vista desde hoy por el personaje central, una joven italiana, hija de una pareja argentina que integró el ERP, que se encuentra con ex compañeros de sus padres con la intención de descubrir su propia historia: quiere confirmar si fue o no concebida por un estadounidense secuestrado por el grupo guerrillero en Portugal, luego de ser seducido por su madre.
Mattini juega con dos miradas: una nostálgica y otra crítica, y entre ambas aparece la historia reciente, conjugada con la actual "revolución bolivariana" de Hugo Chávez. A la manera de la ficción, sí, pero con la idea constante de que siempre escuchamos a los protagonistas contar lo ocurrido desde su perspectiva, que es otra manera de hacer ficción. No en vano abre el libro una cita de Borges: "La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta". Mercedes admira a sus padres, porque lucharon por un ideal, pero, a la vez, esa misma lucha le parece incomprensible, fuera de toda lógica y plagada de errores. Estos elementos son los que atrapan en este relato en el que Mattini, indudablemente, vuelca mucho de su propia vida y de la historia que vivieron sus compañeros, y encuentra una vuelta atractiva: no se trata de una hija de desaparecidos en busca de su identidad. Esta joven, simpatizante y activista de la juventud radicalizada de Europa, se larga a la aventura de conocer su origen a través de las versiones que le dan otros militantes del ERP. Uno de ellos es Rodolfo; el otro, el moribundo Tordo, hoy colaborador fundamental de Chávez. Con citas a innumerables poetas italianos (Pavese, Quasimodo, Dante, Pasolini, Ungaretti, Saba), Mattini atrapa con un relato de intrigas que se despega de la idealización de los años setenta. Y no deja de ser provocativo. Uno de los protagonistas de entonces lo sintetiza así cuando le cuenta a la joven cómo fue la lucha del ERP: "Metete en la cabeza que nosotros no éramos ni bohemios, ni delincuentes, y mucho menos terroristas".
El secreto de Lisboa es un relato tan irreal como cierto. Por eso invita a la reflexión y al debate, pero sobre todo a disfrutar una historia alimentada por vidas intensas. Una novela donde las pasiones y las convicciones se exponen sin fanatismo, sin rencores, sin promesas de venganza. Y tal vez eso, en estos días, sea el toque fantástico.
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