La grieta Galdós divide las aguas en la literatura española y es trending topic
MADRID.–"Garbancero". El epíteto puede resultar ininteligible, ridículo si no inocuo para un argentino del siglo XXI. Sin embargo, Benito Pérez Galdós padeció estas denostaciones por parte de sus contemporáneos. La semilla, protagonista de la comida típica castellana, el cocido, cobraba en el mundillo intelectual del siglo XIX y principios del XX el matiz de aquello poco sofisticado y erudito. Pérez Galdós retrataba la vida de la gente común y humilde en una época en la que apenas existía la fotografía. Sus imágenes, tan nítidas y sinestésicas, recreaban cuadros de costumbres que, antes de hacerlos ingresar en sus ficciones, se albergaban en las páginas de LA NACION. El eco de este epíteto hoy, en el año del centenario de su muerte, regresa de la mano de encendidos debates que se dirimen en la prensa entre algunas de las plumas más destacadas de España: Javier Cercas, Almudena Grandes y Antonio Muñoz Molina. Galdós, que todo lo vislumbró, jamás imaginó ser Trending Topic en Twitter. Y por si faltaba combustible, un documento de los archivos de la Academia Sueca reveló ahora que el presidente del comité defendió en 1915 el Nobel para el autor.
Desde hace algunos meses diversos autores reflexionan sobre la obra de Galdós, con motivo de la efeméride. Almudena Grandes lo hace desde muchos años antes, cuando comenzó a escribir, inspirada en la saga Episodios nacionales de Galdós, su perspectiva sobre la posguerra española en la denominada Episodios de una guerra interminable, que suma en breve su quinta novela. Decía la autora el pasado 4 de enero, en una columna en el diario El País, que leer a Galdós resultaba indispensable por su "asombrosa capacidad para explicarnos lo que nos ha pasado, lo que nos está pasando todavía", y aludía al independentismo catalán y a los conceptos de "liberal" y "republicano", aún bajo la lupa y dirimidos en medios de comunicación. Desde entonces, comenzó un encendido debate que los lectores siguen con la misma voracidad que una novela por entregas.
A partir del artículo de Grandes, Javier Cercas –un autor que reúne inteligencia, experiencia periodística y docente, y una pluma exquisita– salió al cruce de Grandes, quien elogiaba el hecho de que Galdós nunca fue neutral. "Le dice al lector lo que debe pensar, en vez de dejar que sea el lector por sí mismo quien piense; este paternalismo es literariamente letal", opinó el último ganador del Premio Planeta.
"Galdós era garbancero, decimonónico, vulgarote, costumbrista, agropecuario", ironiza Antonio Muñoz Molina días después de Cercas. Toma el guante y acusa a Cercas de arrojar a Galdós a la caricatura y de defenestrar en unos pocos párrafos una obra monumental de un autor de gran responsabilidad política (Galdós fue diputado en dos ocasiones). Cercas le replicó un día después con una prosa más encendida: "Lo que Muñoz Molina no debería de ningún modo permitirse es decir que quienes no compartimos su imbatible entusiasmo galdosiano (…) lo hacemos para dárnoslas de modernos. ¿No podría imaginar Muñoz Molina una motivación un poquito menos espuria que esa, o simplemente menos insultante?"
Madrid celebra el centenario galdosiano en todo su esplendor: en las universidades, en las redacciones, en las redes sociales y también en la calle. La Biblioteca Nacional batió el récord de asistencia con su muestra homenaje al autor. Las avenidas están empapeladas con su rostro. Los teatros ensayan obras de su producción teatral. Hay tours donde se recorren las calles donde sufrían Fortunata y Jacinta el desdén de Juanito Santa Cruz, o ya lejos de la ficción, las calles del barrio de Chamberí que caminó Galdós: desde Hilarión Eslava hasta la comercial calle Fuencarral, donde ocurrió un atroz crimen cuyo juicio cubrió con esmero en crónicas para LA NACION.
Sostiene el mito que fue Ramón María de Valle Inclán, el creador del esperpéntico Marqués de Bradomín, quien llamó "garbancero" a Galdós. Este epíteto aparece en Luces de Bohemia, una obra de teatro del autoproclamado "segundo manco de la literatura española". Esta elevada discusión que entremezcla disquisiciones estéticas y políticas revela un hecho fundamental: Galdós sigue vivo. Su sombra no es tal. Es una huella por la que caminan y desde donde toman impulso sus predecesores.
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