La gran bestia pop: los libros argentinos que no les temen a la TV, el chisme y la new age
De la filosofía y las charlas TED a la fascinación por Cris Morena, pasando por el legado siempre vivo de Manuel Puig, los grandes grupos y la escena indie apuestan a colecciones y títulos nuevos
Como dijo Andy Warhol, el pop es para todos. Dejó de ser una categoría referida al arte y a la música para convertirse en un procedimiento compartido por diversos tipos de obras. Ensayos sobre cine, investigaciones artístico-policiales, disquisiciones filosóficas y novelas protagonizadas por personajes típicamente argentinos adoptan una perspectiva pop sobre el mundo. Una producción es pop cuando establece una distancia sobre aquello que representa, teoriza o filosofa.
Para Luis Diego Fernández, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, hay dos modos de considerar el fenómeno de la filosofía pop. "Si por eso entendemos a filósofos que reflexionan y escriben sobre productos de la cultura pop, indudablemente hay un corpus de textos en esa dirección en las últimas décadas. Una figura como la de Slavoj Žižek fue capital para que tomara forma". El filósofo esloveno no dejó nada fuera de su radar: además de Lacan y Hitchcock, teorizó sobre Lady Gaga, David Lynch y Tom Cruise.
Pero otro modo de la filosofía pop es la intervención de filósofos en el periodismo y los medios audiovisuales y, recientemente, en redes sociales y encuentros masivos como las charlas TED. "Es algo que en la filosofía francesa comienza en la década del 50 con la figura de Jean-Paul Sartre y que luego se continúa con Michel Foucault, Gilles Deleuze, Michel Onfray y tantos otros -señala Fernández-. Es un modo de hacer filosofía que se puede llamar pop porque logra un equilibrio entre el alto nivel académico y las intervenciones en medios". Esos pensadores, con émulos nacionales como Alejandro Rozitchner o Darío Sztajnszrajber, interpelan a su manera el mundo cotidiano, la política y la realidad extrauniversitaria.
La senda del thriller
En Crimen y vanguardia (Paidós), Fernando García traza una historia de la cultura en Buenos Aires desde los días del Instituto Di Tella hasta las noches del underground en las postrimerías de la dictadura y el regreso de la democracia en los años 80. Al examinar nuevas estrategias culturales, el autor eligió como eje un hecho siniestro y a la vez de amplio interés en el público: el parricidio de los Schoklender. El resultado es un ensayo apasionante de historia cultural que apela a los recursos del thriller y del caso sensacionalista. "Esta o cualquier historia acerca de la cultura pop necesita de un lenguaje propio . De una escritura pop", dice García.
Como periodista de tecnología, a Luciano Banchero siempre le interesó más la relación de las personas con las innovaciones que los dispositivos y las apps. "Habiendo tantos libros sobre las creaciones que se vienen, para el mío busqué algún aspecto no desarrollado, historias no contadas sobre lo que nos depara el futuro en materia tecnológica -revela el autor de Futuro pop. Guía para vivir en un universo de ciencia ficción (Paidós)-. Una manera de hacer más cercano el conjunto de ideas abstractas y frías de la tecnología era vincularlo con la cultura pop: de qué manera el cine, las series y la literatura que consumimos se relacionan con la inteligencia artificial, la Internet de las Cosas, la exploración planetaria y la extensión de la vida". Futuro pop es un libro sobre la curiosidad y el potencial humano y el modo en que la ciencia, la ficción y la ciencia ficción expresan esa facultad. "También es una obra sobre el pasado, la nostalgia y el camino recorrido, y, más que nada, sobre el presente. Hoy, la mayor expresión de nuestro vínculo con la tecnología, cada vez más personal e íntimo, es Black Mirror, una antología sobre cómo estas innovaciones radicales nos arruinan la vida", agrega Banchero.
Como sucede desde hace tiempo en el mercado angloamericano, en la Argentina comenzaron a publicarse colecciones de libros sobre el consumo de cine, televisión y series. En esos ensayos, la hondura del análisis está acompañada por una escritura ágil y entretenida.
Paidós creó en 2016 la colección Cine Pop, que ya tiene cuatro títulos publicados. Está dirigida por Leonardo D'Espósito, crítico de cine y ensayista. "La colección establece un puente con el cine a partir de los géneros y películas más populares -grafica D'Espósito-. Es necesario hablar del imaginario reciente, del imaginario pop, porque es el que contiene nuestra experiencia estética cotidiana". Para el autor de 50 películas para ser feliz, ese imaginario aún es difuso; cada libro de Cine Pop despeja una zona cinematográfica distinta. "Incluye la fantasía, pero también el realismo; es el espectáculo gigantesco y el comentario sobre ese mismo espectáculo". Este año llegará a las librerías un ensayo de Matías Bauso sobre cine deportivo, otro de Ezequiel Boetti sobre el cómico contemporáneo, uno de María Zacco sobre las ciudades en las pantallas y un libro de Quintín sobre las tensiones entre el cine "popular" y el "culto".
Periodista y dibujante, ella misma una criatura pop vernácula, Maia Debowicz es autora de Cine en pijamas. De la pantalla grande al living de casa. "No hay nada más pop que el cine, Internet y la televisión -afirma la autora-. Hasta sus interacciones son como una explosión de brillantina cuando se las analiza".
Una biografía exhaustiva de la "reina del pop" televisivo corona una selección heterogénea. Cris Morena. La mujer que transformó la adolescencia argentina (Milena Caserola), de Pablo Méndez Shiff, retrata la generación que vivió infancia y adolescencia en los años 90. La creadora de Chiquititas y Rebelde Way combinó en sus productos las fórmulas de los cuentos de hadas, la telenovela latinoamericana y las canciones pop para dejar su marca en el imaginario local. En su trabajo, Méndez Shiff recorre vida y obra de Cris Morena de la mano de más de un centenar de entrevistados, entre los que figuran Peter Lanzani, Pablo Sirvén, Leo García y Oriana Sabatini. "Tengo 29 años y crecí con los programas de Cris Morena: las canciones de sus programas son referencias ineludibles de mi educación sentimental", confiesa el joven periodista. Al iniciar sus estudios de ciencia política en la Universidad de Buenos Aires, el autor se sorprendió al ver que muchas personas censuraban la sensibilidad pop y la acusaban de superficial. "Eso me llevó a hacer una investigación de cinco años sobre Cris Morena. Sus productos llegaron a toda América latina, España, Italia e Israel, por lo que no se pueden entender las representaciones de la juventud sin prestarles atención."
"El arte pop supone un comentario irónico de la cultura que le sirve de contexto", escribió Daniel Link en Suturas, donde erigió a Manuel Puig como el escritor pop argentino por antonomasia. En esa tradición, se agregaron otros nombres, entre ellos los del propio Link, Pablo Pérez y Ana Ojeda; la Fernanda García Lao de Muerta de hambre y el del autor de La asesina de Lady Di. Luego de ser finalista del Premio Clarín de Novela 1999 con esa obra, Alejandro López se mantuvo al margen de las capillas literarias. Escribió nuevas ficciones, dio talleres de escritura y estudió astrología. Desde esa posición excéntrica, desarrolló una narrativa donde una lengua popular hecha de descartes vehiculiza tramas sensibles e hilarantes.
Un chico Almodóvar
"Escuché que se dice que mis novelas son trash y camp; medio Puig, medio Almodóvar, y en un punto está bien -dice López a la LA NACION-. Abrevan en la narrativa, en el país, en mi pueblo, en lo que sé y en lo que no sé. Mi único interés es entregar un trabajo lo más digno posible. Que divierta y haga reflexionar sobre el mundo, sobre nuestras limitaciones y sobre la vida". En su nueva novela, Las malas lenguas (Blatt & Ríos), López usa poesías, sesiones de terapia, chats, necrológicas, cartas astrales y perfiles de redes sociales para contar el itinerario de una familia argentina.
También en Mónica Beatriz (El 8vo. Loco), primera novela de Micaela Agostini, se recrea un ambiente de provincias para presentar la historia de una candidata a intendenta de Mercedes. A la manera de una epopeya ridícula y risueña, el ambicioso plan de una radióloga que se mete en política no deja arquetipo sin cabeza. Los discursos new age sobre la fuerza de la voluntad, la altisonancia de políticos y los chismes como factor de cambio social motorizan una trama que radiografía aspiraciones tan criollas como universales.