La fotografía, un medio para salvar culturas en riesgo
El documentalista Chris Rainier pasó por el país para contar su labor en National Geographic
"He estado en situaciones donde quise ser doctor, donde deseé poder salvarle la vida a alguien. Allí tengo que creer que la cámara puede ser parte del proceso para lograr que el mundo sea un lugar mejor", admite Chris Rainier. Fotógrafo de la revista National Geographic desde hace 12 años, se especializa en fotografiar culturas en riesgo de extinción y ha documentado conflictos armados y crisis humanitarias.
"Hay muchas cosas terribles que suceden en el mundo, y si no se publican, es como si no estuvieran pasando. Hay conflictos donde es fundamental que se pueda ver alguna fotografía para que la gente no los olvide. He documentado distintas situaciones, como Ruanda, Bosnia, Somalia o el 11-S, donde todo lo que tengo es mi cámara. Y me genera una sensación de no estar haciendo lo suficiente. Pero no podría hacerlo si no creyera en el poder de la imagen", explicó Rainier, invitado a Buenos Aires por la editorial Cengage Learning para contar sus experiencias, durante una entrevista con La Nacion:
Rainier fue pasante del célebre fotógrafo conservacionista Ansel Adams y corresponsal mundial para la revista Time durante muchos años. Más de una década atrás fue convocado por National Geographic, donde se encarga de llevar adelante varios programas. Uno de ellos tiene como objetivo que cada sociedad documente su propia historia.
"En el siglo XX, National Geographic envió a los mejores fotógrafos y escritores a todas partes del mundo. En este siglo, con la tecnología actual, las redes sociales y los sitios web, tenemos la oportunidad de que todos cuenten su historia", detalló. "Lo que está ocurriendo es que la gente desea mostrar su punto de vista sin tener que hacerlo a través del modo tradicional, donde Occidente relata a todo el resto del mundo las historias", prosiguió.
"La responsabilidad de trabajar en National Geographic es muy grande, es una publicación que se traduce a 35 idiomas. En esos momentos soy los ojos de mucha gente que no podrá viajar nunca a esos lugares. El público debe saber que cuando ven esas imágenes se les está diciendo la verdad o lo más próximo a la realidad posible. Lo importante es sumergirme en estas culturas, establecer relaciones que tienen un alto nivel de sensibilidad y conciencia", explica.
Rainier visitó comunidades remotas, convivió con distintos grupos étnicos, siempre con el afán de comunicarse y de retratar culturas diferentes. Es un apasionado por su trabajo y se aferra a la fe en la humanidad para tolerar contextos de extrema violencia.
"Publicaciones muy importantes cuentan con el poder de la fotografía para convertirse en catalizadores de un cambio para ciertas situaciones. Si no pensara en esas cosas, no estaría haciendo bien mi trabajo. Debo tener fe en la humanidad para creer en estas cosas, y pienso seguir haciéndolo porque no pretendo convertirme en un cínico. Prefiero morir intentándolo a decir: «¡Y bueno, la gente se muere de hambre!» Las imágenes sirven para confrontar, para decir: «Vos podés hacer una diferencia»", concluyó.