Cuando la tierra comenzó a temblar, salieron todos a la calle. Vestido con guardapolvo blanco, Antonio corrió hacia su mujer y su hijo de dos años. "Me acuerdo de mi madre, yo en brazos, y nos abrazamos con él", dice emocionado Oscar Pintor al evocar el primer recuerdo de su vida. "Vos salvaste a la tía", le señala una mujer antes de contar lo que ocurrió la noche del 15 de enero de 1944 en Angaco, cuando un terremoto sacudió a San Juan. Según el relato familiar, si las hermanas no hubieran salido de la casa a recibir a su sobrino habrían quedado sepultadas bajo los escombros.
"La fotografía tiene que ver mucho con el recuerdo. Es uno de sus núcleos centrales, se inventó un poco para eso", opina Pintor más de siete décadas después de aquella imagen fundacional, mientras recorre el cementerio de Albardón en busca de la tumba de su padre. Lo filma de cerca su hijo Pablo, que se detiene ante las fotos antiguas de quienes ya no están.
Ese sensible registro forma parte de Memoria fotográfica, documental estrenado días atrás en la feria BAphoto Live y en el Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires. El resultado de un viaje al reencuentro con una pasión que Pintor creía perdida y que vuelve a descubrir entre las ruinas de su propia historia, tantas veces retratada.
Preguntas sobre los legados heredados y lo que es posible transformar -como aquellos negativos que rescató de una inundación para convertirlos en libro- abundan en este film que funciona como testimonio del vínculo entre cuatro generaciones. Tras competir el mes próximo en el festival Tucumán Cine, desde diciembre integrará una muestra que reunirá en Fototeca FOLA la obra de padre e hijo.
Será una nueva forma de volver a ver muchas de esas fotografías que integran Oscar Pintor, fotógrafo (Ediciones Larivière, 2015): más de doscientas páginas dedicadas a uno de los referentes de esta disciplina en el país, premiado discípulo de Humberto Rivas y creador del FotoEspacio en el Centro Cultural Recoleta.
Mientras su colega Marcos Zimmermann destaca allí esa "síntesis entre realidad y alucinación" que transmite gran parte de la obra de Pintor, centrada en "temas sencillos, íntimos, profundamente argentinos", el historiador Luis Priamo observa que "la única cuestión previa que él parece plantearse para tomar sus fotos es: qué recorte hago de lo real". Un recorte similar al que hacemos todos, cada día, al buscar imágenes en nuestra memoria.
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