La fotógrafa Nan Goldin torna su adicción a las drogas en denuncia
Acusa a la familia Sackler, que desarrolló la oxicodona, de "lavar dinero de sangre" con sus donaciones a museos
Diez meses después de haber salido de un centro de rehabilitación por su adicción a la oxicodona, la fotógrafa Nan Goldin regresó a la palestra con un proyecto que despertará polémica: una campaña contra la familia Sackler, dueña del laboratorio responsable de la producción y comercialización de ese analgésico, y además benefactora de museos y universidades en varios países. Los acusa de haber lavado "dinero de sangre" con sus donaciones a esos espacios culturales y pide que la corporación financie tratamientos médicos para los adictos a esos fármacos, en lugar de galerías o salas en museos.
A los 64 años, Goldin es una de las fotógrafas de arte más famosas del mundo y está decidida a presentar batalla. En una entrevista publicada ayer por el diario británico The Guardian, la artista afirma que sufrió una recaída en su adicción a las drogas tras consumir el fármaco, prescripto por los médicos para combatir el dolor que le causaba una tendinitis en la mano izquierda. Su primera experiencia con las drogas había sido en los años 80 y el médico que la ayudó a sobrellevar su adicción fue el mismo que la asistió en esta oportunidad.
Goldin explica en la entrevista que tras consumir solo la dosis recetada, en 2014, se volvió adicta a esa medicación; cuando los médicos se negaron a seguir suministrándosela, comenzó a comprarla en el mercado negro. "Mi dealer venía a casa las 24 horas del día, los siete días de la semana. Fui uno de sus mejores clientes", afirma allí.
No salió de su casa en Brooklyn durante tres años. En marzo de 2017 fue dada de alta en un centro de rehabilitación de Massachusetts y comenzó a investigar las causas y los efectos de la epidemia de opiáceos que actualmente registra Estados Unidos, con unas 200.000 víctimas mortales. Las muertes de los músicos Prince y Tom Petty fueron resultado del uso de estos analgésicos opioides, como la oxicodona y el fentanilo, varias veces más poderosos que la heroína y la morfina y altamente adictivos.
Denominada "Prescription Addiction Intervention Now (Pain)", la intervención artística y política de Goldin continúa desde entonces en redes sociales como Twitter e Instagram con el hashtag #ShameOnSackler y en la plataforma de crowdfundingchange.org .
La familia Sackler, compuesta por cerca de veinte miembros cuya fortuna combinada fue calculada por Forbes, en 2015, en un monto cercano a los 14.000 millones de dólares, tiene un muy bajo perfil, aunque es conocida por sus actividades filantrópicas. Han aportado millones a universidades como Yale y sustanciales donaciones a museos como el Victoria & Albert de Londres y el Met y el Guggenheim de Nueva York.
"No estoy pidiendo a los museos que devuelvan el dinero -aclaró Goldin-, pero no quiero que sigan recibiendo aportes de los Sackler y quiero que se solidaricen con mi campaña". La artista pretende realizar un llamamiento "a cualquiera que haya perdido a un ser querido por opiáceos o conozca a alguien que está luchando contra la adicción, que incluye a la mayoría de la gente en los Estados Unidos hoy en día, y a músicos y artistas".
Goldin se tomó fotos tras consumir oxicodona, así como retrató la parafernalia de medicamentos que usaba en el peor momento de su adicción. También pintó un autorretrato, con su distintivo cabello rojizo y su mirada afilada, pero con la boca cosida. "Pinté eso en Año Nuevo. Así me sentía en ese momento. Estaba sola", dijo.