
La filosofía se instala en el café porteño
En los bares emerge una nueva costumbre: reunirse para debatir temas de la vida cotidiana desde la tradición filosófica

El pensamiento filosófico, con sus 2500 años de tradición, vive por estos días adhesiones fervorosas. El ágora de la tradición socrática se ha mudado a las calles y bares de Buenos Aires. Abundan los cursos, talleres, los foros de discusión en la web, pero por sobre todo los cafés filosóficos.
Allí, la filosofía se sacude la solemnidad y el academicismo. Se trenza con la charla y la ceremonia del café, y dispara su fuerza escrutadora al corazón de los temas de la vida cotidiana. Son los neófitos en las lides de la faena filosófica (profesionales, en su mayoría) los huéspedes fugaces de esta disciplina, cuyo uso actualizado ahora intenta escudriñar la propia vida y hurgar en las cuestiones mundanas de la existencia.
Los miedos, el sufrimiento, la relación amorosa, la ética, el dinero, son algunos de los temas que se abordan en el ámbito del café filosófico. No hay escisión entre lo sagrado y lo profano: pareciera que lo que desvela al ser humano es materia de reflexión, sin jerarquizaciones de ese tipo.
El imán es la enjundia del pensamiento, las grandes ideas al alcance del hombre común. Según unos, trivializadas por la simplificación. Según otros, desprovistas de lo inextricable de su discurso y devueltas al lugar de donde nunca deberían haberse ido: el espacio público y la gente.
Lo cierto es que el auge de los cafés philos, como se los conoce en Europa y Estados Unidos, tiene su origen en el boom del mercado de libros que abrevan en la filosofía. El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder; El consuelo de la filosofía, de Alain de Botton, y Más Platón y menos Prozac, de Lou Marinoff, han potenciado la invocación de sabios y pensadores para revisar la propia existencia.
Hay otro condimento que se suma o explica el fervor metafísico. El diálogo socrático, la conversación como comunión de las personas, es una aliada fiel contra esa desazón que acecha con la fuerza de una plaga: los años 90 terminaron, pero la gente se sigue sintiendo sola. El café filosófico entonces sirve para el intercambio de miradas, para la proximidad y contacto con el otro, que se anima a desnudar lo más hondo de su pensamiento.
La filosofía práctica
Fundadora de la Asociación Argentina de Filosofía Práctica y becaria del Conicet, la licenciada en Filosofía Roxana Kreimer coordina todos los fines de semana cafés filosóficos en su departamento de Belgrano. Entre tortas de higos y litros de café, 400 personas por mes participan de las disquisiciones filosóficas. Escuchan primero la exposición de Kreimer sobre un tema previamente elegido para luego sumarse al debate.
Es viernes por la noche, y Kreimer aborda un tema más que convocante: la infidelidad. Habla del respeto a los pactos preexistentes en la pareja y explica el concepto de pasión que abrazaba Sócrates ("el deseo surge de aquello de lo que carecemos y si deseamos lo que tenemos es exclusivamente por miedo a perderlo"). Unas 40 personas (mujeres profesionales de más de 40 años en un 70%), escuchan con atención cómo se desgrana una temática que, al parecer, no resulta ajena ni lejana. Un eco de risas festeja tanto un chiste de Maitena como la frase de Bernard Shaw, para quien enamorarse de un tercero es "exagerar demasiado la diferencia entre una mujer y otra".
A las concepciones irracionalistas del amor, como es ese flechazo electrificante con el cual uno cae enamorado o el mito contemporáneo de la media naranja, Kreimer las confronta con los postulados de Ovidio y de Erich Fromm en El arte de amar.
"Epicuro afirmó que los argumentos de la filosofía son vacuos si no mitigan ningún sufrimiento -dirá después Kreimer, en diálogo con LA NACION-. La filosofía tiene mucho que aportar al bienestar de las personas."
Esteban Ierardo, docente de filosofía de la UBA y del Rojas, busca recuperar simbolismos filosóficos mientras trajina con gente las calles de los barrios porteños. En sus caminatas urbanas explora "las distintas formas de percepción que esconden las urbes. Se trata de rescatar la simbología que tiene su fuente en el mito, por ejemplo", dice, para referirse a los "significados no evidentes que confluyen en barrios como San Telmo".
Ierardo se opone a reducir a la filosofía al mero ámbito de la vida cotidiana o de relación. Pero concede que el acercamiento de la gente es auspicioso, ya que permite abrir nuevas vías de pensamiento.
Para el licenciado en Filosofía Ricardo Parodi, que coordina un café filosófico sobre cine en Bar Abierto, en Palermo Viejo, los grandes realizadores son filósofos, entendidos como productores de pensamiento. Allí, todos los martes, a las 19.30, proyecta un clásico y reflexiona en función de las imágenes que construyen los grandes directores.
"Utilizo el cine como un disparador para reencontrarnos con las preguntas básicas de la filosofía", dice Parodi. Y explica que su público no tiene entrenamiento filosófico, aunque "es sumamente incisivo en cuanto a la cultura que transmiten los medios". En sus encuentros sobrevuela la sensación de que se va allí a encontrar aquello que falta en los espacios culturales tradicionales, señala.
El filósofo Alejandro Rozitchner supo captar ese interés de la gente por la filosofía, y todos los martes, a las 19.30, se embarca en discusiones filosóficas en el segundo piso del bar El Taller, también en Palermo Viejo. El mismo público puede los viernes optar por el café filosófico tradicional, que funciona en el mismo lugar, coordinado por Florencio Noceti.
"Pretender que la filosofía viva solamente en ámbitos académicos sería como creer que sólo pueden comprender la vida los estudiantes de ciencias biológicas", sentencia Rozitchner.
En Clásica y Moderna, la filosofía se digiere en forma de desayuno continental los sábados, de 10 a 12. Allí Guido Mizrahi hilvana conceptos sobre el amor, el odio, la soledad o el alma.
La excusa es sibarita. Pero la atracción sigue siendo la materia gris que contribuye a entender el mundo y a practicar la sabiduría máxima, aquella con la que antes de beber la cicuta, acusado de corromper a la juventud y de atacar a los dioses, Sócrates animó a los hombres a adentrarse en el conocimiento de sí mismos.
Datos útiles
Filosofía práctica para la vida cotidiana: Coordinado por Roxana Kreimer. (filpractica@yahoo.com.ar). Tel. 4784-0333.
Clásica y Moderna. Desayuno filosófico, coordinado por Guido Mizrahi. Sábados, de 10 a 12. Callao 892 (pascal@infovia.com.ar).
Bar El Taller. Dirigido por Florencio Noceti. Martes, de 19.30 a 21.30. Serrano 1595.
Alejandro Rozitchner. www.bienvenidosami.com.ar
Caminatas urbanas , coordinadas por Esteban Ierardo. www.temakel.com o al mailierardo@elsitio.net
Bar Abierto. Café filosófico sobre cine, a cargo de Ricardo Parodi. Jueves, a las 20. Borges 1613.