La feria Leer y Comer se impuso a la lluvia y concluyó una edición muy concurrida
La segunda y última jornada de la feria de libros y gastronomía estuvo colmada a pesar del mal clima
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Esta vez, la lluvia otoñal no pudo contra Leer y Comer. En su 16ª edición, y de vuelta al barrio de Chacarita, el encuentro ideado por el periodista Luis Majul convocó a una gran cantidad de público interesado en la programación cultural y artística, con entrevistas, charlas y conciertos, y en la oferta gastronómica y editorial para todas las edades. Desde la primera actividad de la tarde, se debatió acerca del lema (o el “paraguas”, como dijo Majul) del evento: “De la Argentina al mundo”. ¿Es posible emular en otros rubros -el cine, la gastronomía, la literatura, el sector vitivinícola- el triunfo de la selección nacional de fútbol en el Mundial de Qatar?
El puntapié inicial fue el diálogo de los realizadores y productores cinematográficos Gastón Duprat y Mariano Cohn, que se centró en la posibilidad de internacionalización de las series y películas argentinas. “Tienen algo de prestigio todavía, cada vez menos pero hay cierto prestigio -dijo Duprat-. A pesar de las dificultades económicas, el cine argentino tiene su identidad”. Cohn destacó que la búsqueda artística de ambos se enfocaba en señalar “cierta inconformidad” a través de la trama y los personajes, y en evitar hacer “cosas raquíticas como las de cierto cine argentino, no solo por la propuesta sino también por la producción”.
Hubo críticas a la gestión actual del Incaa [Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales]. “Los subsidios no alcanzan para hacer una película, el instituto quedó obsoleto y ahora las películas tienen que salir a la cancha para competir”, agregó Cohn. “Tenés que buscar un diferenciador para salir al mundo, y antes no pasaba eso. Si nosotros vamos al Incaa ahora, no nos aprobarían un proyecto; es todo muy endogámico y un comité decide si el proyecto es bueno o no”.
Con Majul, repasaron su filmografía. “Con El ciudadano ilustre cerramos la grieta con Dady Brieva y Oscar Martínez”, bromeó Duprat. “Después de proyectar El hombre de al lado, para algunos el hijo de puta era el personaje de Daniel Aráoz y para otros, el de Rafael Spregelburd”, contó Cohn. En la charla trascendió que Martínez está filmando una serie del tándem en España, titulada Bellas Artes y en la que el actor interpreta al director de un museo. Al actor español Antonio Banderas (que protagoniza Competencia oficial con Martínez y la actriz española Penélope Cruz), igual que a Brieva y Aráoz, lo definieron como un actor “habilidoso y pícaro”. “En la Argentina hay muchos actores que se creen superiores”, dijo Duprat.
Relataron experiencias con el actor estadounidense Robert De Niro y Luis Brandoni, que coprotagonizan la serie Nada, que estrenarán en 2023. “Beto estaba un poco duro de oído en el primer Zoom que hicimos, y le dijimos que la rompiera para convencerlo -contó Duprat-. Al final los dos hablaban un cocoliche y se reían”. De Niro -”tal vez el actor vivo más importante del mundo”, dijo Cohn- les dijo a los directores que él que trabajaba doce horas por día. “En la Argentina todo es muy burocrático, del Medioevo; acá el sindicato de actores se opuso a que filmáramos un 1 de mayo, pero De Niro quería filmar y al final lo hicimos; así como eso había mil cosas ridículas, como oponerse al uso del teleprónter; el sindicato le quería indicar a De Niro cómo actuar”.
A continuación, se largó el primer chaparrón de la jornada, que obligó a levantar la charla del sushiman Iwao Komiyana en el escenario a cielo abierto, a la vez que dispersaba algo de público. Mientras, en el abarrotado auditorio de Margen del Mundo, el periodista de LA NACION Sebastián Ríos conversaba con el enólogo Alejandro Vigil y la empresaria Patricia Ortiz, presidenta de Bodegas de Argentina, que se refirieron a la coyuntura por la que atraviesa la industria vitivinícola en el país. “Actualmente representa el 2,5% de la producción mundial, mientras que años atrás era el 4%”, dijo Ortiz. Vigil señaló que el “dólar atrasado como el actual” (los productores reciben 185 pesos por cada dólar que ingresa por las exportaciones) y la sequía perjudicaban la producción. Destacaron el interés de los consumidores internacionales en el Malbec y el Cabernet Franc de la Argentina. “Tenemos la posibilidad de mostrar los paisajes del país a través del vino”, dijo Vigil. Y Ortiz remarcó la importancia del turismo “enogastronómico” para difundir los vinos locales. “Los turistas son nuestros embajadores”, dijo.
Mientras Majul dialogaba con el director Juan José Campanella, que participó por videoconferencia desde Estados Unidos y contó que tenía muchos deseos de volver a la Argentina, en el escenario Montenegro se desarrollaba el encuentro entre dos futboleros letrados: el escritor e historiador Eduardo Sacheri y el periodista Gustavo Noriega, que conversaron algunos minutos bajo la lluvia hasta que les alcanzaron dos paraguas, mientras el público buscaba refugio bajo los árboles. Estoicos, hablaron sobre dos ídolos: Diego Maradona y Lionel Messi. “Valoro mucho la importancia de Maradona, pese a sus profundas contradicciones -dijo Sacheri-. Pero es importante que haya un nuevo hito para los más jóvenes que no vivieron el Mundial del 86”. Ambos destacaron los valores encarnados en la actual selección argentina de fútbol; el autor de La pregunta de sus ojos asoció esos valores -el esfuerzo, el trabajo en equipo, el antidivismo- con la generación de sus padres y abuelos inmigrantes.
Consultado por Noriega, el escritor dijo que para la literatura argentina era muy difícil trascender fronteras, aunque no imposible, y ejemplificó con las obras de sus colegas Claudia Piñeriro, Samanta Schweblin, Gabriela Cabezón Cámara y Mariana Enriquez. En el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas, hubo un recuerdo para los soldados argentinos. “No es bueno tener duelos sin resolver”, dijo Sacheri, y agregó que la sociedad argentina “se había borrado bastante” una vez finalizado el conflicto bélico.
Los visitantes de Leer y Comer no se amilanaron con los chaparrones y, con o sin paraguas, recorrieron los puestos de comidas y de libros. Los chicos, indiferentes a la lluvia, seguían pintando bajo uno de los frondosos árboles de Concepción Arenal, jugando en el Reciclatón o eligiendo libros de sellos como Párrafo Aparte, Nubífero y Arte a Babor.
El ensayista Guillermo Olivetto, entrevistado por el anfitrión de Margen del Mundo, afirmó que la sociedad argentina atravesaba un momento “punk”. “Quiere vivir el hoy y piensa que no hay futuro”, declaró. Entre tecnopesimistas y tecnooptimistas, el autor de Humanidad ampliada dijo ubicarse entre los segundos. “En doscientos años la sociedad mejoró muchísimo gracias a los avances tecnológicos”, dijo, y agregó que la Inteligencia Artificial (IA) implicaba un desafío para la sociedad. “Se empiezan a cruzar umbrales éticos”, remarcó, y se mostró de acuerdo con la carta de científicos, empresarios e intelectuales para “pausar” la IA por seis meses.
Entre chubasco y chubasco, la escritora Florencia Canale conversó con la periodista Belén Marinone sobre su décima novela, Bastarda, protagonizada por una prócer de las luchas de la independencia del siglo XIX, la ecuatoriana Manuela Sáenz. “Me gusta pensar que Simón Bolívar fue amante de ella, más que ella de él, pero en el siglo XIX las mujeres eran definidas por su relación con los hombres: madre, mujer, hija o amante”, dijo Canale. Esta es la primera novela en que la autora cede el protagonismo a una heroína extranjera. “Monté yo mi caballo y me fui hacia el norte”, dijo, para narrar la vida de la “indómita” Sáenz, que cautivó a Bolívar desde su primer encuentro.
Una vez concluida la charla del cocinero Luciano García, que habló sobre el vasto universo del dulce de leche, y mientras la concurrencia femenina se fotografiaba con el actor Gabriel Corrado, el doctor Daniel López Rosetti llegaba al auditorio para presentar su nuevo libro, La Gioconda y Leonardo (Planeta), que muchos lectores habían comprado en la feria para volver a casa con el ejemplar autografiado. “No hay emoción sin cuerpo -dijo López Rosetti-. El área consciente, el yo, necesita de un cuerpo. No es lo mismo una palabra que una palabra con caricias. Hay emociones que son culturales, que se expresan en distintos idiomas y lugares”.
También hizo un tributo a los caídos en la guerra de Malvinas. “Cuando llegás a las islas, es como si estuvieras en la Patagonia -afirmó-. Allí hice un amigo que, cuando visitó Buenos Aires, lo abracé como abrazamos los argentinos, y uno de sus acompañantes se asombró porque los británicos no se expresan de esa manera. La comunicación de los argentinos es diferente de la de otros pueblos, tal vez porque somos latinos”. Por último, adelantó algunos ejes de su nuevo libro. “Hoy es el primer día que veo un ejemplar -reveló-. Un libro que tiene ciencia, arte y amor. ¿Qué tengo yo, que no soy Gabriel Rolón ni Florencia Canale, para decir sobre el amor? Estudié mucho de arte para escribirlo, me pasé horas en el Louvre ante el cuadro de Da Vinci y entrevisté a Vincent Delieuvin, el curador de La Gioconda, que es una mina bárbara pero tiene más de quinientos años”. Cálido e histriónico, tal como en se lo ve en la tele, López Rosetti cautivó al público.
La anteúltima charla tuvo como protagonista a Martín Migoya, CEO de la empresa de ingeniería de software y tecnología Globant, en un diálogo “íntimo e interactivo” con el periodista José del Río, secretario general de Redacción de LA NACION. “La empresa tiene más de 27.000 empleados en más de veintinco países en América, Europa y Asia”, lo presentó Majul antes de partir a los sets televisivos para hacer “el pase” de su programa La cornisa. “Es muy imporante para mí contarles algunas de las cosas que pienso -comenzó Migoya-. Empezamos Globant en 2003, saliendo de la crisis de 2001, en una época similar a la actual, con mucha gente que se iba del país. Con mis amigos nos preguntamos cómo hacen otros países para atraer ese talento, importarlo en vez de exportarlo. Lo interesante de ese momentos nos hizo querer vender afuera, conquistar. Esa fue la línea de negocios que hicimos los cuatro amigos en un bar. El primer cliente fue una empresa británica; luego siguió Google”.
Migoya conectó ese momento con el presente. “Los argentinos desperdiciamos chances, una detrás de la otra -se lamentó-. El mundo no nos va a dar tantas. Necesitamos aprovechar esas chances y pensar en grande para nuestro país y nuestras empresas”. El “unicornio” Globant está valuado en ocho mil millones de dólares. “Se empieza por pasos simples, pero el efecto compuesto de dar pasos simples en la misma dirección es demoledor -agregó-. No nos acostumbramos a eso, vamos para atrás y para adelante en la Argentina. No hay que comerse la historia del unicornio, sino dar pasos muy simples de manera continua”. “Cual Mostaza Merlo -graficó Del Río-. Pero ocho de cada diez emprendimientos fracasan”. “Siempre hay que tener un poco de suerte -reflexionó Migoya-. Los que sobreviven deben tener una visión para generar un impacto más grande. Cuando vino la suerte, estábamos preparados”. Sobre los pronósticos apocalípticos acerca de la IA en el mercado laboral, Migoya recomendó “bajar un cambio”. “El Chat GPT es como una calculadora de texto, es maravilloso -dijo-. Pero no tiene contexto; mientras existamos los humanos vamos a seguir tomando decisiones”.
El cierre de la edición estuvo a cargo de la escritora y guionista Claudia Piñeiro, en diálogo con la escritora y directora teatral Cynthia Edul, que recordó que la nueva novela de Piñeiro, El tiempo de las moscas, es una secuela de Tuya, su primera novela. “Guillermo Martínez me sugirió que siguiera con el personaje de Inés -evocó la autora-. Me parecía muy difícil, pero cuando calculé la cantidad de años que había pasado, descubrí que el personaje ya podría haber cumplido su condena en la cárcel. Para Inés, que era una mujer muy machista y conservadora, el mundo había cambiado exponencialmente; el lugar de la mujer en el mundo había cambiado mucho. Quise llevarla a ese choque con la época”.
La autora contó que había leído muchos informes sobre las moscas para escribir la novela. “Todo lo ven en cámara lenta -dijo-. E Inés se pregunta qué hubiera sido de ella antes de cometer el asesinato que la llevó a la cárcel, y también que sería de los humanos si todos tuviéramos ese tiempo para razonar antes de actuar”. La autora, que escribió la novela durante la pandemia, se enfrascó en la “literatura sobre moscas” e hizo incluso un curso de entomología forense. “La vida de los insectos viene a explicar la muerte”, sostuvo. Antes de referirse a El Reino, la exitosa serie de Netflix que la tiene como coguionista, dijo que su novela también era “una historia de amistad entre mujeres”. En la segunda temporada de la serie, dijo Piñeiro, se enfrentan dos maneras de hacer política.
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