La Feria de Editores salió invicta en un momento crítico de la industria editorial
El encuentro de sellos independientes del país, América Latina y España le ganó la pulseada a la crisis; asistieron cerca de 25.000 personas y las ventas, para sorpresa de los organizadores, fueron buenas
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Siguió la espiral ascendente de público en la Feria de Editores (FED), que se despidió esta tarde a todo trapo. Ayer, concurrieron 7200 personas (en 2023, habían ido 6300) y hoy, 8300 (doscientas menos que el año pasado). En total, de jueves a domingo visitaron la fiesta de las editoriales independientes alrededor de 25.000 personas (se informó un número de 24.600; 22.700 en 2023). El fin de semana, fue difícil recorrer las “calles” del C Complejo Art Media sin pisar pies o dar empujones involuntariamente. No obstante, los organizadores confirmaron que en 2025 la FED no se mudará del barrio de Chacarita.
“Estamos muy contentos: este año nos visitaron 24.600 lectores y lectoras -dijo a LA NACION el editor Víctor Malumián, coorganizador de la FED-. El apoyo a las editoriales independientes está intacto. En un año durísimo, las ventas en la FED superaron todas las expectativas. La colaboración entre librerías y editoriales es la clave de nuestro trabajo”.
“Si se vende lo mismo que el año pasado será un golazo”, había dicho Malumián a este diario. La FED continúa invicta ante la crisis que afecta el mercado editorial en el país, debido al aumento de costos y la recesión económica. A diferencia de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, donde hubo cortocircuitos entre el Gobierno y la Fundación El Libro desde el primer día, esta vez la política no metió la cola en el encuentro.
En efecto, las ventas, según la mayoría de los asombrados editores, fueron buenas. La concurrencia lo atribuyó a tres razones: la mayoría de los precios de las novedades estaba por debajo o apenas por arriba de los $ 20.000, hubo una “ingeniería” de descuentos y promociones y se trabajó en la calidad de los catálogos. Muchos editores comentaron que los mejores días habían sido jueves y viernes, cuando también compraron ejemplares -a mitad de precio- 347 “librerías aliadas” y bibliotecas (en 2023 fueron 299) en stands adheridos. El fin de semana atrajo mayor cantidad de público interesado en los libros pero sin mucho poder de compra; muchos lectores sacaron fotos de portadas con la esperanza de comprar los libros más adelante.
“Son dos años incomparables”, resumió el responsable del stand de La Carretilla Roja al ser consultado por las ventas de este año respecto del anterior. En Indómita Luz, estaban contentos porque, en promedio, habían vendido treinta ejemplares por día (el best seller fue el ensayo Únicos y repetibles: autómatas, robots, androides y cyborgs en el campo literario argentino, de Gonzalo Santos); en Común, cien (las novelas gráficas de Raina Telgemeir y el libro para chicos de Emily Tetri Tigresa vs Pesadilla estuvieron entre los más buscados) y en el stand del sello mexicano Almadía, que trajo novedades de Jazmina Barrera y Clyo Mendoza, cincuenta ejemplares por día. En el stand de Limonero se cansaron de embolsar De un gris antiguo, el libro ilustrado para todo público de Alejandra Kamiya y Yael Frankel.
Por primera vez en la FED participó una editorial de Venezuela, Acirema, que seleccionó una treintena de títulos. “Fue una sorpresa la repercusión de nuestros libros en este momento tan difícil -dijo el encargado del stand a LA NACION-. Por el interés que hubo, estamos pensando en imprimir y distribuir en la Argentina”. El título más vendido fue Bolívar y Spinoza. Reflejos doctrinarios, del ecuatoriano Jorge Dávila. Además de la colección Editor, el sello mexicano Gris Tormenta llevó a la FED títulos de la colección Paisaje Interior (que aún no están en librerías), con ensayos del peruano Mario Montalbetti, el australiano Gerald Murnane y el mexicano Julián Herbert.
Sigilo despuntó con las novedades de la franco-senegalesa Seynabou Sonko (que se presentó este domingo en la FED junto con Mónica Zwaig) y de Agustina Espasandín; la editorial Aurelia Rivera vendió bien la nueva novela de Ernesto Semán, Acá falta alguien, ambientada en la fugaz “primavera democrática” de la posdictadura, y fff, cuentos de terror de Gustavo Nielsen. En la artesanal El Vendedor de Tierra, los poemarios de Claudia Masin y María Malusardi estuvieron entre los más buscados. Además de los libros de cuentos de Kamiya, en Eterna Cadencia los lectores se encontraron con Caballo de verano, cuentos de Hernán Ronsino.
Las novedades de Galerna -Es todo verso, de Daniel Mecca (producto de su gestión en el Centro de Atención al Lector), y Volver a pensar. Filosofía para desobedientes, de Tomás Balmaceda- se vendieron a premio promocional en la FED. “Es un evento que crece año tras año y que pone de manifiesto la riqueza editorial argentina, con catálogos nuevos, y por otro lado, la demanda de lectura, no solo por parte de los lectores ‘con trayectoria’, sino también de los nuevos lectores -dijo a LA NACION Carolina Di Bella, gerenta editorial de la editorial-. Además de ser un evento editorial, la FED es un evento cultural”.
En Conejos el libro de cuentos de Walter Lezcano (Especies que desaparecen) y la novela de Salvador Biedma (Aunque no queramos) estuvieron entre los más vendidos. En Marea, la editorial de no ficción y crónica atacada por hordas digitales afines al oficialismo, se destacaron las novedades El pasadizo secreto, de Elsa Drucaroff; Una batalla de todos los días. Cómo recuperamos la democracia en la Argentina, de Juan Pablo Csipka, y Berliner. El vengador de Treblinka, de Gustavo Sierra. Buena Vista, la editorial de rescates de escritoras argentinas nacidas en el siglo XIX, presentó Poesía reunida, de Salvadora Medina Onrubia (al cuidado de Enzo Cárcano y Lucía de Leone), y La loca Basilia y otros relatos, de Ada María Elflein, con un prólogo de Natalia Crespo.
El homenaje del sello La Conjura al chileno Roberto Bolaño, 266 microdosis de Bolaño, con breves escritos de autores como Daniel Guebel, Nicolás Artusi, Nurit Kasztelan, Daniela Catrileo y Sergio Olguín, entre muchos otros, fue muy solicitado. La Mariposa y la Iguana sumó a su catálogo Pequeñas prosas blancas, un relato poético de Celina Feuerstein, y La Crujía, Los ruidos vienen de la cocina, segunda novela de Maia Debowicz.
El sábado, la charla de la escritora estadounidense Deborah Eisenberg con el escritor Federico Falco y Santiago La Rosa (traductor y editor en Chai de la autora, respectivamente) desbordó de público, entre el que se hallaba el escritor y dramaturgo estadounidense Wallace Shawn, pareja de Eisenberg desde hace cinco décadas. Al ser consultada por un asistente, la autora de Taj Mahal contó que le daba a leer sus cuentos a Shawn una vez que estaban casi terminados o terminados y que siempre la había estimulado para escribir.
Además de su vida personal, Eisenberg habló con humildad de su “lentitud para hacer todo” y su “incapacidad” para considerar que podía llegar a tener éxito en la vida con la literatura. Dijo que le costaba mucho escribir y que avanzaba párrafo a párrafo. “Lo más difícil es encontrar un título”, reveló. Sutilmente, criticó la política exterior de su país en América Central. Eisenberg mostró su asombro por la convocatoria de la FED. “This is amazing!”, le dijo a una lectora.
Fueron de compra a la FED escritores como Guillermo Martínez, Luis Mey, Dolores Reyes, Selva Almada, Pablo Katchadjian, Ernesto Meccia, Gonzalo Heredia, Natalia Neo Poblet, Guillermo Piro, Natalia Zito, Gabriela Saidon, Enzo Maqueira, Daniel Fresco, Sergio Pujol, Gustavo Noriega y Facundo Pastor, el actor Dan Breitman y el cineasta Sergio Wolf. La terraza del C Complejo Art Media estuvo abierta el fin de semana: el sábado se hicieron actividades programadas por el canal de streaming Blender y el domingo volaron al viento cenizas, cabelleras, hojas secas (de árboles), bufandas y tickets de compra.
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