La familia de Ernesto Deira reclama la restitución inmediata de una serie de obras “secuestradas” hace décadas en Chile
Desde 1971, siete pinturas están en poder de la Universidad de Chile, que demora la entrega a los legítimos herederos; el artista argentino murió creyendo que habían sido destruidas por la dictadura de Pinochet
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Desde 2003, el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Santiago de Chile, que depende de la Universidad de Chile (UCh), tiene “secuestradas” siete pinturas del artista argentino Ernesto Deira (1928-1986), homenajeado en estos días al cumplirse sesenta años de la primera muestra del grupo Nueva Figuración, que Deira integró con Romulo Macció, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega. La historia de la serie Identificaciones se remonta a 1971, cuando Deira realizó una exposición entre el 9 y el 30 de noviembre de ese año en la Sala Universitaria de la Facultad de Bellas Artes de la UCh, organizada por el Instituto de Arte Latinoamericano (antes Instituto de Artes Visuales) de esa casa de estudios. Después del golpe militar de Augusto Pinochet contra Salvador Allende en 1973, las pinturas se dieron por perdidas durante décadas, y se creyó que habían sido destruidas por órdenes del dictador junto con otras obras de arte contemporáneo.
Pero no había sido así. En 2003, la galerista y gestora cultural chilena Carmen Waugh les dijo a los herederos de Deira -su esposa y sus dos hijos- que las pinturas estaban en posesión del MAC chileno. Se inició, entonces, un prolongado reclamo de restitución de las obras en el que participaron embajadores chilenos y argentinos (Ginés González García y José Octavio Bordón, entre ellos), directores de museos, cancilleres y ministros de uno y otro lado de los Andes. Pese a eso, la UCh, cuyo actual rector es Ennio Vivaldi Véjar, aún no devolvió a las obras a sus legítimos herederos. En ocasión de la retrospectiva del artista que se hizo en 2006 en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el MAC se ofreció a “prestar” las obras (los herederos no aceptaron y se exhibieron fotos de la serie). Y en 2008, por pedido del exdirector del MAC, Francisco Brugnoli (en un gesto que la familia de Deira interpretó como de “buena voluntad” por parte de las autoridades chilenas), se expuso en Santiago la muestra Los fragmentos del conflicto, que incluyó la serie Identificaciones y dibujos del artista aportados por los herederos. La exposición estuvo al cuidado de la historiadora de arte María José Herrera.
“En 2008 curé la exposición de estas obras en el MAC -dice Herrera a LA NACION-. Con la colaboración de la Cancillería argentina y la de Chile, hicimos esta muestra para que se conozcan las obras y como paso previo para evaluar la recuperación de las telas por parte de la familia. En 2017, también las mostré en formato digital en el contexto de una exposición de dibujos de Deira, relacionados temáticamente y que mostraban su compromiso político con las luchas del Tercer Mundo”. La serie Identificaciones denuncia el hambre, las guerras y la práctica de cortar manos para que los cuerpos no puedan ser identificados. “Fueron pintados en blanco y negro para dar el tono de ‘testimonio’, como si fuera un diario -agrega Herrera-. Américo Castilla, amigo de la infancia de Deira, lo ayudó con los fondos de la tela para poder terminarlos en una noche. Una especie de maratón. Fueron expuestos primero en la galería Carmen Waugh de Buenos Aires en 1971 y luego viajaron a Chile”.
De 2008 a 2019, con la participación del embajador de Chile en la Argentina, el doctor Sergio Urrejola, los familiares esperaron en vano la restitución. No obstante, en junio de 2020 la UCh condicionó la entrega a una serie de exigencias que los herederos consideraron “improcedentes, infundadas, ilegítimas y, por lo tanto, inaceptables”.
“Se trata de una situación cuasi extorsiva en el que los herederos para obtener la restitución de las obras deberían desprenderse, en favor de la UCh, de los atributos que hacen al derecho de dominio del cual son legítimamente titulares”, alegan los herederos. “Nuestro padre falleció en la convicción de que sus obras habían sido destruidas durante la dictadura de Pinochet -dice Silvina, médica e hija del artista-. En 2003 Luis Felipe Noé tomó conocimiento de que aquellas se encontraban en buen estado en el MAC. A partir de entonces efectuamos numerosas gestiones y reclamos para lograr su recuperación, pese a lo cual las obras permanecen retenidas sin justificación alguna. Estamos indignados por el trato que recibimos. Nuestro interés no es económico, nunca lo fue. Ninguno de nosotros vive de la venta de las obras de mi padre, queremos que devuelvan las obras porque son nuestras y queremos que se exhiban y que la gente las vea”.
Recién en enero de 2019, la UCh admitió la documentación que acreditaba la condición de titulares del dominio de las obras de los legítimos herederos. “Su director jurídico nos comunicó expresamente esa conformidad y agregó que estaban redactando la resolución del rector como para que se efectivizara la restitución -señala Martín Deira-. No obstante, seis meses después y sin mediar ningún otro intercambio, se nos hizo saber que la restitución quedaba sujeta al cumplimiento de una serie de condiciones inaceptables, que fueron inmediatamente rechazadas”.
Las condiciones, como las obras de Deira, son siete. Entre ellas, se exige que los herederos “reconocerán y agradecerán la custodia y conservación de las obras realizada por la Universidad por casi cinco décadas, constituirán usufructo a favor de la UCh sobre las obras y le otorgarán un mandato para proceder a entregarlas al MNBA”. Y se añade que el usufructo “se extenderá hasta la entrega efectiva de las obras a un tercero a título traslaticio de dominio”. Es decir que la UCh sigue considerando propias las obras de Deira. La UCh también solicita que, transcurridos cuatro años, el MNBA, “colocará a la venta la colección entera e íntegra de la obra a los museos públicos o privados interesados, de acuerdo a un pliego de condiciones que aprobará la UCh”. Según esas cláusulas, las obras no podrán venderse por separado y el dinero será para los herederos, con lo cual la institución admite tácitamente que las obras pertenecen a los Deira.
A finales de octubre de 2020, Silvina Deira y el representante legal de los herederos, Jorge Marchesi, mantuvieron una entrevista con el nuevo embajador de Chile en el país, Nicolás Monckeberg Díaz, donde se lo puso al corriente del estado de las gestiones realizadas desde 2003. El embajador manifestó su interés y disposición para colaborar en hallar una solución y, con ese objetivo, el 30 de noviembre de 2020 se le envió una carta por mail en la que los herederos, sin resignar sus derechos, consideraban un posible acercamiento con la UCh. El 3 de febrero de 2021, ante la falta de noticias, se envió un mail al embajador, solicitando una respuesta de la UCh, para avanzar en la celebración del acuerdo. El mail nunca fue contestado y frente a esta situación, los herederos efectuaron la denuncia por la retención indebida de las obras ante el Consejo Internacional de Museos (ICOM).
“El planteo cuasi extorsivo por el cual los herederos debíamos desprendernos de los atributos que hacen a nuestro legítimo derecho de dominio a favor de la UCh, contraria a derecho, significó la ruptura del marco de buena fe en el que se habían desarrollado las conversaciones -dice Silvina Deira-. Y produjo el quebrantamiento del valor de la palabra dada, menoscabando el prestigio de una entidad reconocida en el mundo de la educación y la cultura. Por eso, ante el silencio de la UCh y del MAC, y manteniendo nuestra probada predisposición al diálogo, hemos efectuado la denuncia ante el ICOM, entendiendo que, además de principios elementales éticos y de derecho, la actitud denunciada contraviene las disposiciones del Código de Deontología de dicha institución”.
LA NACION intentó comunicarse con el rector de la UCh, Ennio Vivaldi Véjar; el director jurídico de la universidad, Fernando Molina Lamilla, y el nuevo director del MAC, el artista e investigador Daniel Cruz Valenzuela, pero no obtuvo hasta ahora ninguna respuesta. “Si no nos contestan los mails a nosotros, dudo que les respondan a los periodistas”, indicó la hija de Deira.
En noviembre de 2021 año se cumplirán cinco décadas desde que Deira llevó sus pinturas para exponerlas en Chile, 47 desde que se le comunicó que habían sido destruidas y 35 desde la muerte del artista. Y pasaron dieciocho años de arduas gestiones para recuperarlas desde que los herederos, de manera fortuita, supieron que los cuadros no habían sido destruidos y se encontraban en dependencias de MAC.
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