La espera valió la pena: Proa ya colgó el Cuadrado de Malévich
Tras arduas negociaciones con Rusia, todo está listo para que este fin de semana abra en La Boca la primera retrospectiva del emblemático artista
El Cuadrado negro ya está aquí. Fundación Proa trabajaba ayer a todo vapor para inaugurar este domingo la primera retrospectiva en América latina de uno de los nombres clave de la historia universal del arte: Kazimir Malévich (Kiev, 1878 - Leningrado, 1935). Desde San Petersburgo, del Museo del Estado Ruso, llegó tras largas negociaciones un valioso conjunto de 60 obras de este precursor de la vanguardia rusa, que abrió la puerta al arte abstracto que vino después y sentó las bases del arte actual. Malévich divide las aguas del siglo XX.
Se había anunciado para julio, se reprogramó varias veces y, ahora sí, están en la Argentina las obras que volverán en poco más de dos meses al país más grande del mundo, para el año próximo viajar a la Royal Academy de Londres. Dos meses también fue el tiempo que demandó el trámite burocrático, legal y aduanero para que las obras desembarcaran en la sala de exposición de La Boca, que comienza con esta exposición los festejos por sus 20 años.
"El Estado argentino tenía que dar garantías de que no serían embargadas y que regresarían a Rusia. Hubo que movilizar el aparato público para lograrlo", decía anoche, aliviada, Adriana Rosenberg, ciudadana ilustre de la cultura porteña y de la República de La Boca. La muestra ya estaba diseñada imaginariamente, con afiches de papel madera y fotos de las obras pegadas en las paredes de Proa, y ese diseño virtual mantuvo latente la expectativa hasta ayer, cuando llegó el camión de mudanzas que trajo desde la Aduana, en Ezeiza, el conteneiner Malévich que arribó al país el domingo. Antes de colgar, los conservadores revisaron cada pieza para un minucioso reporte de su condición.
"Es habitual que estas piezas se muestren en museos del mundo y pensamos que en Argentina iba a ser fácil, porque es un país amistoso: ni visa necesitábamos. Pero nos costó bastante porque las leyes argentinas y rusas tienen diferentes miradas en relación con las garantías que ofrecen. Sólo nos había pasado algo similar con Suecia", explica Eugenia Petrova, curadora de la muestra y directora de investigación en el Museo Estatal de Rusia, que custodia la mayor parte de la obra de Malévich.
La pintura de Malévich pasó tempranamente por etapas simbolistas y posimpresionistas. Cuando presentó, en 1915, Cuadrado negro sobre fondo blanco en La última exposición futurista de pintura: 0.10, marcó un quiebre de época en la cultura occidental: para él, el arte no imita la realidad, sino que crea una nueva. Postula la supremacía del espíritu sobre las formas. En tiempos de la Revolución volvió a los retratos populares, que nunca fueron sólo eso: las formas suprematistas seguían estando ahí. La muestra trae obras de los tres períodos, y los trajes que diseñó para una histórica ópera (ver aparte), sus desarrollos arquitectónicos, documentación de época, videos, gigantografías, fotos y escenas de cine. "Dedicó su vida a entender la relación entre el ser humano y el cosmos. El arte de Malévich no fue abstracto, sino sin objeto. Kandinsky quiere reflejar el sentir; Malévich, la idea", ilustra Petrova.
Paso a paso
En la primera sala, hay una línea de tiempo con la vida del artista. Un video realizado por Joseph Kiblitsky resume el contexto social desde fin del siglo XIX y principios del XX en Rusia. Primero se exhiben las obras tempranas, de su etapa simbolista, y trabajos cubofuturistas (híbrido entre el dinamismo del futurismo italiano con las perspectivas fracturadas de Picasso y Braque). "Toma bastante del Picasso, pero con otro contenido. En Retrato perfeccionado de Ivan Kliun hay indicios de algo nuevo", señala Petrova.
La segunda sala es la de su aporte central: la etapa suprematista. El cuadrado negro anula la representación del objeto y el fondo blanco y plano anula la representación del espacio. Introduce así una dimensión trascendental en el arte, con el cuadrado, la cruz y el círculo negros, tres obras cumbres que erizan la piel: se está ante lienzos que son historia.
Está el despliegue suprematista hacia otras áreas, con los "arquitectones" (maquetas de sus estudios arquitectónicos) y pinturas sobre porcelanas, y se recrea en fotos el rupturista montaje de la exhibición 0.10. En la sala, hay que notar la sutileza del cambio de tono del blanco de las paredes, a la manera del cuadrado blanco de Malévich, una pintura donde apenas se distingue la figura. "Por suprematismo entiendo la supremacía de la sensibilidad pura en las artes figurativas (...) la sensibilidad como tal es totalmente independiente del ambiente en que surgió", escribió el artista en el manifiesto.
Malévich vuelve luego a la figuración, en coincidencia con la Revolución Soviética de 1917, que imponía un realismo heroico. Pero el artista, que trabajaba en un museo público, hace caso a medias: los trabajadores y campesinos tienen por cabeza cuadrados negros o rojos. Esta etapa de su obra no es naturalista, sino supranaturalista. Petrova piensa que, aunque Malévich abraza la causa, esta etapa es parte de la evolución de su arte y que no responde a demandas externas: "Cuenta en cartas a sus amigos que sentía que el suprematismo había llegado a un callejón sin salida. Él iba por su propio camino. No se descubrió aún todo el potencial que tiene su obra. Su segundo ciclo campesino, desde 1920, es un período muy poco apreciado".
El recorrido termina con imágenes del funeral del artista. Impresiona, un poco, la copia de la mano y máscara mortuoria de Malévich, calcos en yeso tomados de su cadáver por un discípulo.
Kazimir Malévich, restrospectiva
Inaugura el domingo, en Fundación Proa, Av.Pedro de Mendoza 1929. Habrá charlas, clases magistrales y un curso virtual en alianza con FLACSO. www.proa.org
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