“La educación asegura sociedades más inclusivas”
La directora de Unesco promueve más inversiones para esa área
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La educación es un requisito esencial para el desarrollo de un país, e invertir en ella es un camino seguro para poder salir de una crisis económica y asegurar sociedades más inclusivas. Estos categóricos conceptos pertenecen a una entendida en la materia, la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Irina Bokova, de paso por el país, donde firmó una serie de acuerdos y asistió a la Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata.
Búlgara, de 58 años, ex canciller y ex embajadora en Francia y Mónaco, como jefa del organismo de la ONU ha recorrido buena parte del mundo y hablado con representantes de muchos gobiernos. Durante su estada en Buenos Aires dialogó con La Nacion.
-Los gobiernos de América latina han estado, en líneas generales, más preocupados por la economía que por la educación. ¿Cree que esto también es una forma de seguir repitiendo errores?
-La educación es uno de los requisitos esenciales para cualquier tipo de desarrollo. La situación, por supuesto, no es igual en todos lados. América, Africa? todos tienen problemas diferentes. Hay lugares donde aún se lucha contra el analfabetismo, que es un problema enorme. No podemos aceptar, en el siglo XXI, que haya casi 800 millones de analfabetos. Pero la educación es hoy crucial tanto para los países desarrollados como para los de medianos ingresos. Especialmente cuando hay una crisis global. Invertir para mejorar la calidad de la educación, al igual que en ciencia, tecnología e innovación, es un camino de salida de la crisis económica. Esto ya lo reconocen casi todos.
-¿Y en la Argentina?
-Veo que se está poniendo más énfasis en mejorar la educación y en buscar formas innovadoras de invertir en el sector. El canje de deuda por educación, impulsado fuertemente por el ahora senador Daniel Filmus, es un buen ejemplo. Estamos viendo procesos de desarrollo muy rápidos en América latina, pero las disparidades crecen, de manera que asegurar una buena educación es asegurar también sociedades más inclusivas.
-Hasta ahora ha sido difícil que los gobiernos otorguen más fondos para la educación en sus presupuestos...
-A veces lo que parece obvio y lógico es lo que más se descuida. Nosotros, en la Unesco, tratamos de defender, a través de los buenos ejemplos, lo que la educación puede lograr. Hablamos mucho con los líderes políticos. En la última cumbre del G-20, en Seúl, nos encontramos con miembros del gobierno de Corea del Sur, con los que hemos trabajado muy estrechamente. Ese país es un buen ejemplo del poder transformador de la educación. La inmensa mayoría de los coreanos era analfabeta después de la guerra. Y ahora Corea del Sur no hace más que avanzar. Ellos invirtieron en la educación. Y eso tiene un poder multiplicador. Tome por ejemplo el tema de la igualdad de género. Sin educación no es posible alcanzarlo. Y la salud maternal, la mortalidad infantil... las investigaciones científicas sostienen que esos peligros se reducen con el tiempo.
-¿Cuál es el problema más grave que enfrentan los sistemas educativos en América latina?
-La calidad de la educación. A menos que se mejore, no podremos decir que hemos llegado a la meta. Se gana teniendo más escuelas, pero más importante aún es cómo egresan los chicos de esas escuelas, cómo se pueden integrar en la economía y ser competitivos en el mundo de hoy. Y está todo relacionado, la calidad docente, el entrenamiento constante de los profesores, los programas de estudios. Tratamos de ayudar a los gobiernos en eso.
-Uno de las planes más ambiciosos de la Unesco es el llamado Educación para Todos. ¿Cuánto se ha avanzado?
-Mucho. Vemos progresos increíbles en muchos países de América latina. No obstante, para alcanzar la meta prevista globalmente en 2015 debemos invertir 16.000 millones de dólares anuales. Desafortunadamente, por la crisis, muchos países hicieron recortes a la educación y los programas de ayuda o están bajo revisión o fueron directamente suprimidos. Estamos rogando que estos compromisos se mantengan hasta entonces...
-¿Qué papel le cabe a la Unesco en el mundo de hoy?
-Vivimos momentos extraordinarios. El mundo cambia tan vertiginosamente que a veces no podemos adaptarnos tan rápidamente. Nuestro objetivo es cambiar el paradigma sobre el concepto de desarrollo, humanizar la globalización.
- Lo ocurrido recientemente con el derrumbe de un sitio histórico en Pompeya, Italia, trajo nuevamente al primer plano la necesidad de conservar los patrimonios históricos y culturales...
-Totalmente. La preservación y protección son una tarea enorme. Muchos países enfrentan desafíos por el impulso hacia el crecimiento económico y la modernidad, y a veces no es fácil conciliar ese impulso con la preservación el patrimonio histórico. Pero tratamos de que se logre, ser el eslabón entre la cultura y el desarrollo.
-Durante su visita recorrió el Espacio para la Memoria que funciona en la ex ESMA. ¿Cómo cree que la Argentina está revisando su pasado reciente?
-Cada país encuentra su propia manera de reconciliarse con su historia. Yo nací en la Europa oriental, y nosotros hemos atravesado momentos delicados. En el siglo XX Europa fue escenario de guerras civiles, hubo fascismo, comunismo... y mucho debate posterior sobre eso. Lo más importante es sacar lecciones del pasado, y mirar hacia algunos valores básicos como los derechos humanos, el fin de la impunidad, la dignidad.
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