La distancia de la culpa
La oscuridad
Por John McGahern
Adriana Hidalgo/Trad.: Mariano García/258 páginas/$ 38
La oscuridad está ambientada en la Irlanda rural de una época no precisada que puede suponerse por la década del 50 o 60. Su protagonista es el primogénito adolescente de un granjero viudo llamado Mahoney, un hombre amargado cuyos hijos desconfían de sus bruscos cambios de humor. El maltrato va de lo verbal a lo físico, mientras el padre se queja de que nadie le habla y de que todos lo tratan como a un "leproso".
Esta es la segunda novela de John McGahern (1934-2006) y se publicó en 1965. La obra del escritor irlandés, fundamental en inglés pero poco conocida para los lectores en español, se compone de varios libros de cuentos, una autobiografía y seis novelas, entre las que sobresale Entre mujeres (1990).
En La oscuridad McGahern utiliza primera, segunda y tercera personas, como si le hubiese costado decidirse por una perspectiva definitiva o quisiera señalar la ambigüedad del narrador (el hijo mayor de Mahoney) frente a ciertos hechos; recordados años después de sucedidos, dan la impresión de que le hubieran ocurrido a otra persona. En algunos episodios, el distanciamiento del protagonista de sus propias emociones es menor y se habla a sí mismo como a una parte de su personalidad que ya no existe más.
Miedo y aborrecimiento constituyen dos sentimientos predominantes en el muchacho, siempre en conflicto con la despótica autoridad paterna y el opresivo dogma católico que lo llena de culpabilidad cuando es incapaz de controlar sus impulsos eróticos. Ni siquiera la fugaz y engañosa catarsis de la confesión ("Has sentido tanto alivio, el miedo y la oscuridad despejados, que nunca volverás a pecar") lo libera de "la angustia de la lucha con el fracaso repetido" y de la imposibilidad de amar a Mahoney.
La primera parte de la novela se sostiene gracias a la intensa exposición de estos dilemas morales. El estilo elude las certezas y deja al lector la interpretación de algunos incidentes, como una sospechosa muestra de afecto de Mahoney a su hijo ("Lo peor era tener que dormir con él las noches que necesitaba amor ") o las ocultas intenciones del sacerdote Gerald, un pariente de la familia ("tú te pusiste rígido cuando su brazo pasó por tu hombro "). Si el retrato del granjero representa una cruda amalgama de efusiones contradictorias, el perfil del cura está trazado con un realismo sutil que destaca sugerentes claroscuros.
Por su contenido sexual, La oscuridad fue prohibida en Irlanda, su autor debió renunciar a su puesto de maestro y se trasladó a Inglaterra. La metáfora del título concentra distintos tipos de tiniebla: la del sometimiento al poder patriarcal y religioso, la del pecado y la de la muerte, que convierte a la existencia en "un caprichoso titilar entre nada y nada". Aunque el clima sombrío persiste, la obra pierde envergadura en la segunda mitad. Las disyuntivas de conciencia y los atisbos de rebelión se estancan. A pesar de la insistencia de Gerald, el tibio proyecto del muchacho de convertirse en sacerdote queda en la nada y la obtención de una beca para estudiar en la universidad tampoco resuelve sus dudas sobre qué hacer con su vida ni calma sus ansias de seguridad espiritual. Cerca del final, McGahern le otorga a su protagonista "una risa pura, sin amargura", "una especie de alegría" en cuyo centro habita "el terror de un reconocimiento turbio de la realidad", que lo libera. Sin embargo, la repentina epifanía resulta poco convincente: huele a artificio literario y no surge como consecuencia de la evolución psicológica del personaje.
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