La curiosa historia detrás de los cuadros creados con los blindex rotos del féretro de Perón
Martín Weber desarrolla proyectos artísticos que combinan el registro documental de sucesos históricos y la ficción; en “Bajo el mismo cielo” exhibe seis obras realizadas sobre los fragmentos de los vidrios que protegían la tumba del expresidente, profanada en 1987
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Todo empezó con un ejemplar en inglés de Santa Evita que Martín Weber encontró abandonado en una escalera de incendios de un edificio de Nueva York. Corría el año 2002 y el artista ya estaba obsesionado con ciertos casos de la historia argentina reciente que quedaron sin resolver: entre ellos, qué pasó en realidad con el cuerpo de Eva Perón y quién profanó el cadáver de Juan Domingo Perón para cortarle las manos. Weber se devoró el novelón de Tomás Eloy Martínez, que cuenta desde la ficción las peripecias del cuerpo de Evita, y enseguida lo “linkeó” con otra de sus obsesiones: intervenir sucesos históricos desde el arte.
Decidido a investigar, se internó en archivos y hemerotecas, leyó el libro del médico español Pedro Ara (el encargado de embalsamar el cuerpo), habló con conocidos de conocidos con alguna conexión con el Poder Judicial, escribió cartas, pidió autorizaciones y lo logró: el juez que lleva la causa del “caso Perón” desde 1987 le permitió acceder a los restos de blindex del féretro del expresidente, que se conservan en el Museo de la Policía. Con guantes quirúrgicos, barbijo, delantal, una sábana y una tira de luces led, se puso a trabajar como si fuera un experto en ciencia forense. Convirtió el sector del museo policial en un taller de arte.
De todas las opciones posibles eligió el recurso de la cianotipia, una de las técnicas fotográficas más antiguas: desplegó papel sobre los blindex, lo iluminó con luz ultravioleta con diferentes tiempos de exposición y obtuvo cianotipos con distintos tonos de azul de Prusia. Usó la bañera de su casa para hacer el revelado.
El resultado es una serie de cuadros, que tituló “Días peronistas”, que muestran manchas de variadas intensidades: a primera vista, parecen cielos nublados. Pero cuando se los observa de cerca y en detalle se advierten rayas (los quiebres del vidrio que hicieron los profanadores para romper el blindex que protegía el cajón), círculos pequeños (el impacto del golpe para astillar el blindex) y una media esfera, que es en realidad el agujero por donde se cortaron y se robaron las manos de Perón del cementerio de la Chacarita.
Las obras que integran la muestra “Bajo el mismo cielo”, que se exhiben hasta el 9 de noviembre en la galería Herlitzka + Faria (Libertad 1630), forman parte de un proyecto integral de Weber, “Historias encarnadas, Una historia de la violencia, volumen1″, que tiene como eje tres figuras emblemáticas de la historia nacional de la segunda mitad del siglo XX: Evita, Perón y el Che Guevara, “tres cuerpos sometidos a profanaciones y ocultamientos”, como señala la curadora e investigadora Paula Bertúa en el texto de presentación.
“Es una reflexión sobre la violencia”, dijo el artista a LA NACION en un recorrido por la galería, pocos días antes de la inauguración. Colgados en paredes claras, los cuadros se destacan por las manchas azules que logró Weber. Por momentos, parecen imágenes sacadas de test de Rorschach, en los que algunos ven mariposas y otros, monstruos. El autor ve cielos azulados, la representación artística de la frase “es un día peronista”, que le quedó grabada desde la infancia.
“Yo trabajo entre el documento y la ficción. Hay un disparador que tiene que ver con el contenido. En todos mis proyectos trato de qué forma y contenido vayan de la mano, que haya una razón para elegir una manera de hacer las cosas. En este caso, elijo el cianotipo por varias razones: por un lado, porque me da ese azul que (producto de dos químicos que se mezclan) es una referencia al cielo; también, porque hay una conexión con los colores de la bandera argentina”, explica. “Es un proceso que se realiza por contacto, es totalmente analógico. Se ven los trazos del pincel con el que está emulsionado el papel. Tiene también una referencia a la sábana ‘santa’ que cubre los cuerpos y se expone con luz ultravioleta, la misma que se usa en medicina forense. El agua es lo que revela el color y, al mismo tiempo, lo que lo fija. Por todas esas razones elegí ese procedimiento en lugar de fotografiar directamente los blindex”.
Todos sus proyectos le llevan mucho tiempo de investigación, decantación, de desarrollo conceptual y, después, de realización. “Hay una cita de la novela en la que Tomás Eloy Martínez dice: ‘La Argentina es como el cuerpo de Evita: una mujer embalsamada’ y lo relaciona con la incapacidad del país de pensar hacia adelante. Siempre hay una vuelta al pasado, una incapacidad de proyectar un futuro. Y siempre aparece la crisis. Procuro que dejemos de ver la violencia como algo caprichoso, hay condiciones que permiten que suceda. La enorme cantidad de casos irresueltos, como el de las manos de Perón, no es casual: hay factores que lo anteceden. La violencia tiene una historia, cargamos de violencia nuestro lenguaje de manera cotidiana. Por eso no nos podemos sorprender cuando aparecen cuerpos individuales o sociales lastimados”, agrega.
Un artista multimedia
Nacido en Santiago de Chile en 1968, Weber es un artista multimedia. Entre sus proyectos más recientes se destaca “Mapa de sueños latinoamericanos”, un fotolibro, publicado en 2018 por Ediciones Larivière, con 110 retratos en blanco y negro de personas que sostienen entre manos un deseo escrito en una pizarra. Para concretarlo, visitó 53 ciudades y pueblos de América latina durante más de veinte años. El artista preguntó a chicos y adultos cuál era su sueño y, para lograr su objetivo, golpeó puertas y entrevistó a cientos de personas. El trabajo es un ensayo social en imágenes.
El libro se convirtió después en un documental, con el que debutó en el terreno del cine como director, guionista y productor. El film ha ganado numerosos premios en festivales de todo el mundo. Antes había publicado Ecos del interior (2011), un proyecto que desarrolló entre 1995 y 2002 que trata sobre la construcción de la identidad nacional.
Hijo de dos científicos argentinos que se exiliaron luego de la Noche de los Bastones Largos, Weber vivió en Chile y en Estados Unidos. Formado en la Universidad de Buenos Aires, entre 1992 y 1993 completó sus estudios en el International Center of Photography de Nueva York. Entre otros premios recibió el Internacional de Fotografía de CRAF/Italia, el Gran Premio de Instalaciones y Medios Alternativos de Argentina y el de la Fundación Klemm. Obtuvo, también, becas de la Fundación Guggenheim, Prince Claus, Magnum Foundation Fund, Fondo Nacional de las Artes y Mecenazgo en varias oportunidades. Y ha exhibido sus obras en diversos espacios: el Museo Nacional de Bellas Artes, el Parque de la Memoria y el Palais de Glace; el Getty Museum, de Los Ángeles; The Photographer’s Gallery, de Londres, y Photo España, de Madrid, entre otros.
“Todos mis proyectos apuntan a pensar estas cuestiones desde lo concreto y desde lo metafórico. Me interesa ver cómo se cruzan los espacios y los acontecimientos, lo individual y lo colectivo, la historia y el presente, el pasado y el futuro”, remata Weber que, por estos días, escribe una novela policial con los temas que lo obsesionan desde siempre.
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