La curiosa historia del célebre chambergo con el que Bartolomé Mitre se tapaba una herida de guerra
El Museo Histórico Nacional cuenta en su colección con el sombrero negro que el expresidente usó hasta su muerte para cubrir la huella de un balazo
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Un balazo que recibió en la frente, en plena batalla durante el sitio a Buenos Aires, el 2 de junio de 1853, llevó a Bartolomé Mitre a adoptar un accesorio fundamental para tapar la herida: el célebre chambergo negro con el que se lo ve en la mayoría de las imágenes de la época. El fundador del diario LA NACION estuvo a punto de perder la vida. Se salvó, según testimonios propios y de sus compañeros de lucha, gracias a una escarapela argentina de lana gruesa que su esposa, Delfina de Vedia, había cosido en el interior del gorro del uniforme militar. Así que ya fuera por un motivo estético o por pura coquetería, el todavía coronel Mitre decidió, desde entonces, ocultar la cicatriz con un sombrero.
Un dato curioso que fortalece la hipótesis de que Mitre no quería lucir la herida al descubierto es que, debido a la profundidad que había logrado atravesar la bala y de la operación de urgencia a la que debieron someterlo para salvarle la vida, esa zona de la frente le “latía” por la falta de un fragmento del hueso frontal del cráneo. De hecho, el busto de Mitre que está en la Casa Rosada, junto con los de los demás presidentes argentinos de la historia, está hundido en esa zona. En la página oficial de la Casa de Gobierno dice que “está herido”. Así lo explican: “La efigie del expresidente tiene un orificio en su frente que responde a una herida que sufrió cuando un proyectil impactó en la escarapela de su gorra militar, que amortiguó el golpe y le salvó la vida”.
El grave episodio ocurrido durante la batalla de Langdon también fue relatado por la licenciada Emma Calmanash, especialista en la Guerra del Paraguay, en la conferencia “El general Mitre y su formación y trayectoria militar”, organizada por la Asociación Amigos del Cementerio de la Recoleta en el marco de los homenajes por el bicentenario del nacimiento del prócer, que se cumplió el 26 de junio. Calmanash se centró en los primeros años de la carrera militar de Mitre, desde su ingreso a la academia en Montevideo hasta la batalla de Cepeda en 1859.
“Mitre fue baleado en la frente. Les pidió a sus soldados que lo sostuvieran de pie porque quería ‘morir como un romano’. Pero lo cuidaron y siguió peleando. La bala le entró en el cráneo y luego se tuvo que operar. Se salvó porque la esposa le había cosido una escarapela argentina en el gorro del uniforme y eso amortiguó el impacto del disparo”, detalló la historiadora.
En las crónicas de época quedó registrado que el chambergo se convirtió también en un recurso de su oratoria: en los momentos cumbres de sus discursos lo agitaba y dejaba entrever que su frente palpitaba.
Claro que el expresidente no tuvo un único chambergo: tuvo varios, con ribetes de gros negro, que solía colocarse ladeado para disimular la herida. Pero hay uno en especial, el que usó hasta sus últimos días, que se convirtió luego de su muerte en una de las piezas más destacadas del acervo del Museo Histórico Nacional.
Según explicó el licenciado Ezequiel Canavero, responsable del Área de Documentación y Registro de las colecciones del Museo Histórico Nacional, la pieza que integra el acervo es el último sombrero que Mitre usó antes de morir. “Adolfo P. Carranza, por entonces director del museo, le pidió a la familia que lo donara. ‘Si aquí están las reliquias que pertenecieron a nuestros próceres, nada más digno de presentarse a su lado que el sombrero del que completara la obra de los fundadores de la nacionalidad, haciendo a ésta indivisible, organizada y fuerte’, les escribió en una carta”. La familia accedió al pedido.
El 15 de noviembre de 1901, Mitre había visitado el Museo Histórico Nacional. La casa cinematográfica Lepage registró cómo el general se distinguía de los otros concurrentes que lucían galeras y bombines por su célebre chambergo. Cuando murió, el 19 de enero de 1906, el sombrero fue colocado en una mesita al lado del féretro. Al día siguiente del entierro en el cementerio de la Recoleta, Emilio Mitre, hermano del ex presidente, donó el chambergo al museo, donde se exhibe desde entonces.