"La crónica se acerca más a la literatura que al periodismo"
El periodista y escritor ha reunido en Imperdonables (Emecé) las columnas que escribió para varios medios argentinos
Una revalorización del género de la crónica es el sentido de Imperdonables , el nuevo libro de Orlando Barone, que a través de la selección de sus columnas periodísticas vuelve a caminar, sentir y respirar como escritor. "La crónica se aproxima más a la literatura que al periodismo. Excede a la noticia, a la información y al hecho mismo. Los atraviesa de lado a lado", describe Barone, en diálogo con adn CULTURA, al jerarquizar un género en el que dictaron cátedra firmas reconocidas como Borges, Roberto Arlt, Isidoro Blaisten y Abelardo Castillo. El libro, editado por Emecé, reúne crónicas con el estilo personal de Barone, que acompañó con su mirada los hechos, personajes y temas que nutrieron la realidad argentina en los últimos veinte años. La mayoría de las crónicas seleccionadas llegaron primero a los lectores de LA NACION, a través de su columna "Puerto libre", del suplemento Enfoques, y hay textos publicados en El Cronista y La Razón , y las revistas Expreso , Tres Puntos y Debate , además de cartas abiertas leídas en el programa de Radio Continental La Mañana , conducido por Víctor Hugo Morales. "En la selección de los textos prioricé que estuvieran bien escritos, se acercaran a un buen relato literario y no tuvieran ese grado de fugacidad propio del periodismo de noticias, que empieza a envejecer en el mismo momento en que los textos son escritos", explica el autor, en su casa del Pasaje Rivarola.
El ritmo literario
"Traté de evitar -acota- notas propias de la coyuntura política. La agenda de un periodista obliga a abordar temas específicos. En la literatura, en cambio, el tema lo marca el propio escritor."
De esa visión, y de otras respuestas que enriquecieron el diálogo, se desprende la pasión que Barone siente por el relato literario. "El libro me sirve a mí para escaparme de la agenda diaria. Siento que me traicioné como escritor", revela, sin renegar del intenso trabajo que en los últimos años alimentó su producción periodística, que seguirá adelante.
Y añade: "Pensé que había gastado parte de mi tiempo y vida desviándome de la escritura literaria. Aunque no me arrepiento. Las notas de Enfoques me dieron identidad como cronista y me permitieron poner muchos giros y estilos propios de un escritor, que tal vez no habría podido incorporar si hubiera escrito en las secciones Política o Economía".
Barone recuerda, entre tantas anécdotas, que cuando se inició en el periodismo, Ernesto Sabato, con su ironía de siempre, le preguntó: "¿No le convendría ser carpintero?". Esa punzante sugerencia lo dejó sin respuesta. Pero hoy está convencido de por qué eligió este oficio: "Primero, porque soy un mal carpintero. Y, segundo, porque tengo curiosidad por la vida".
También evoca con afecto a Isidoro Blaisten, quien al dicho popular que invita al hombre a tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro añadía con humor: "La frase dice escribir un libro, no publicarlo..." "Yo lo publiqué para demostrarme a mí mismo que sigo siendo un escritor. El periodismo es un afluente de mi condición de escritor", resume Barone, que en 1987 ganó el premio literario LA NACION en el género ficción.
Y avanza en el análisis de la crónica: "Cuando uno escribe crónicas, le agrega su impronta a la noticia. Hace de la crónica una aproximación a la literatura. El periodismo es el detonante de la crónica. Pero es el dato lateral, el aporte propio, lo que la enriquece". Barone sostiene que "la crónica enseña a escribir con brevedad, a abrir y cerrar como un cuento. Agudiza la creatividad. Me voy a ir del mundo sabiendo pocas cosas, pero me voy a ir sabiendo cómo se escribe una crónica. Nunca sé cómo voy a terminar cada nota, pero lo intuyo a medida que escribo".
Entre los cronistas que admira hay varios. "Leo mucho a los españoles", confiesa. Y enumera: Paco Umbral, un brillante cronista que nos dejó el año pasado, Manuel Vicent, Maruja Torres. Prefiere no nombrar a autores argentinos, pero no puede omitir a Tomás Eloy Martínez. "La ventaja del cronista -explica- es que aprende a escribir sin desarrollar una maratón de palabras. Eso no ocurre con un ensayista o novelista convencional." Sin abrir juicio de valor, continúa: "Mario Vargas Llosa no es cronista. Es un ensayista que necesita casi una página entera para desarrollar su pensamiento. García Márquez, en cambio, es un cronista admirable. Desarrolla la historia como una fábula. No es una comparación de calidad, sino de estilos". Barone confiesa que Imperdonables arroja una ironía sobre el periodista, trata de mostrar su vulnerabilidad. "El peligro es que muchos periodistas se creen invulnerables. Nadie tiene tanto poder. Hay que ser modestos. Un periodista es interesante cuando se lo admira por lo que escribe. Cuando se frivoliza el estrellato, corre el riesgo de escribir para ser querido y no trabaja para ser libre", advierte. Y concluye: "¿Para qué le puede servir el libro al lector? Para nada, como muchos libros. Podría decir la mayoría, pero no quiero ser tan cruel. Pero con que lo lea un solo lector se justifica la utilidad".
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