"La clase política es inculta", dice Abel Posse
El escritor aconseja evitar la furia y encarar serenamente la reconstrucción
Anticipó el 17 de diciembre en LA NACION -tres días antes de la caída de De la Rúa- lo que era dolorosamente inevitable. El diplomático y escritor Abel Posse dijo: "Somos una tribu sin cacique. Todo es anarquía. Estamos entre el fin de la gran ilusión del primermundismo economicista y el temido abismo de una mitad de la población tercermundizada".
Desde aquellos días volcánicos transcurrieron dos meses y medio. Ayer, el embajador Posse volvió a Dinamarca con la convicción de haber visto "mucho dolor" y de que "hay que evitar la tentación de la furia para encarar serenamente la reconstrucción nacional".
En una larga entrevista con La Nación , horas antes de dejar Buenos Aires, el autor de "El largo atardecer del caminante"(Plaza & Janés) afirmó: "Hace mucho tiempo que tenemos una clase política sustancialmente inculta que no resistiría el debate en una mesa de café. Es una enfermedad cultural. Los argentinos hemos vivido un hedonismo casi pueril, de veraneantes eternos, y hemos perdido el sentido profundo que tuvimos. Este es un país sin proyección poética ni espiritual. Eso es lo más grave."
El escritor sostuvo que "la mujer argentina, protagonista estelar del clanc clanc de las cacerolas, está llamada a jugar un papel fundamental en el debate de la Argentina futura".
-¿Es difícil para un embajador explicar la crisis argentina?
-Sí, es muy difícil. ¿Cómo explicar que justo el año en que el país tuvo una cosecha récord, que lo ubica como el primer agroexportador mundial de cereales, que podría dar de comer a la India y a China juntas, no pudo erradicar a los cartoneros? Las razones hay que buscarlas en nuestra cultura. En esa enfermedad cultural se halla la madre de los desastres políticos. No hay que buscar soluciones por vía de las alquimias económicas. Cada vez que llego a Buenos Aires me doy cuenta de que tenemos una extraordinaria inteligencia individual y una nula inteligencia colectiva. Es como si sufriéramos una secreta venganza del gaucho, ese anarquista al que le alambraron el campo. O una secreta influencia de una inmigración que llegó para sobrevivir, y no para construir una comunidad o un país definido. Entre esas pulsiones de sobrevivencia y anarquía tal vez haya una clave para explicar nuestra incapacidad para organizarnos.
-¿Cuánto costará remontar lo que hoy es nuestro país?
-La imagen que tenemos es la de un país poco serio e inseguro que no sabe organizarse, que deja perpleja a la gente, incluso a nosotros. Tendremos que explicar cuáles son las posibilidades reales de recuperación y hacer comprender, además, los orígenes de nuestras desdichas. Hemos regresado a la Vuelta de Obligado. Nos ayudan, pero no abren los mercados, porque saben que es muy difícil detener el poder agroexportador de la Argentina. Sin esa política de subvenciones que aplican Europa y Estados Unidos, pagaríamos la deuda en poco tiempo.
-¿Ese hedonismo pueril, que usted fustiga, podría resucitar si se libera el corralito?
-Tengo la sospecha de que algo se está moviendo en la Argentina. No quiero ser falsamente optimista, y que apenas se levante el corralito la gente vuelva a pasear estúpidamente por las playas. Quiero creer que la Argentina crecerá como lo hicieron los pueblos europeos, después del sufrimiento. El 20 de diciembre de 2001 se produjo un hecho histórico. Veo que la gente quiere participar, pero aún no sabe bien cómo hacerlo. Esto está traducido en las cacerolas. Ese impulso es importante para el futuro. Durante años, algunos escritores hemos denunciado la chatura de la clase política argentina, su falta de sentido nacional, la ausencia de dignidad en el manejo de las relaciones internacionales. La sociedad tampoco quiere esto. No obstante, tenemos una ventaja: no soportamos la idea de no ser lo que hemos sido, justo nosotros que tuvimos a Borges, el escritor que Europa no pudo. Esta crisis tiene que llevar a una reflexión profunda. Todos hemos sido culpables. El sistema se nos cayó encima sin haber querido ver la profunda injusticia que se producía. En 1993 había despidos de a miles en YPF, en los ferrocarriles, en Entel, y los argentinos se pasaban al dólar sin trabajar.
-¿Cómo observa el protagonismo de la mujer en los cacerolazos?
-Siempre creí en la fuerza de la mujer. En la Argentina, ella sustituye al hombre desocupado, tiene que capitanear la crisis alimentaria en la familia. Todo esto será muy importante en la vida argentina. No es que el hombre haya fracasado, pero sí fracasó el modelo de sociedad que construyó, con tanta devoción economicista. La mujer se quedó con el fracaso y el techo se le derrumbó. La crisis de la familia le ha dado a la mujer un nuevo espacio. Durante la crisis de Rusia, la mujer y la abuela ganaron un lugar enorme. Ellas representaban la continuidad biológica.
-¿Dónde hallaremos un refugio al sufrimiento?
-El gran refugio es tener una reflexión profunda de carácter espiritual, para ubicarnos mejor en lo que nos pasa, comprenderlo y reaccionar con tolerancia constructiva para encarar la refundación del país. Hoy, la Argentina está desamparada. Y tiene que salir de este materialismo impío, carente de toda espiritualidad. El gobierno acaba de hacer una encuesta y entre los valores principales de los argentinos, en todas las clases sociales, aparecen Dios y la familia. Hay un enorme interés por esa dimensión espiritual. Me molesta ver a la Argentina arrastrada, orientada por esos técnicos extranjeros que vienen a enseñarnos a vivir. Pero para levantar cabeza, el país necesita recuperar la confianza en sí mismo.
Embajador en la Unesco
El actual embajador en Dinamarca, Abel Posse, fue designado como nuevo embajador argentino ante la Unesco, cargo que asumirá el mes próximo, una vez que haya comunicado su renuncia a su actual destino a la corona y al gobierno danés.
El escritor, autor de títulos como "El gran viraje" y "El inquietante día de la vida" (Emecé) habría aceptado el nuevo cargo ayer, a punto de tomar el vuelo de regreso a Europa.
Posse conoce al presidente Duhalde desde hace varios años y brindó su aporte durante la campaña electoral por la Presidencia en 1999.
Ganador del Premio Rómulo Gallego y el Internacional de Extremadura y América 1992, durante el Quinto Centenario del Descubrimiento, Posse sustituirá en la Unesco al embajador Lucio García del Solar.
Argentinos prestigiosos como Eduardo Mallea, Atilio Dell´Oro Maini, Víctor Massuh y Carlos Floria, entre otros, desempeñaron esa función durante distintos gobiernos durante el siglo XX.