La casa natal de Dalí en Figueres: la faceta más personal e íntima del genio
Casi 120 años después del nacimiento del artista, abre sus puertas al público la vivienda modernista donde el catalán vivió hasta los ocho años; la visita incluye mappings, proyecciones y hologramas
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FIGUERES.- El número 6 de la calle de Narcís Monturiol de Figueres (Girona), el edificio modernista donde Salvador Dalí nació y vivió los primeros ocho años de su vida, ha abierto las puertas como espacio cultural 28 años después de que el ayuntamiento comprara una parte de los bajos y del entresuelo de la finca. Durante la hora que dura la visita, los hologramas, mappings y proyecciones que forman parte del discurso expositivo crean una experiencia sensorial que permite acercarse de una forma diferente y única a la figura del genio, del inicio hasta sus últimos días, y al mismo tiempo contextualizar la Figueres de principios del siglo XX. “No hay ningún sitio en el mundo que explique la persona y el personaje de Dalí, de ahí la necesidad de explicar Donde todo empezó y De Figueres al mundo, que son los claims del proyecto”, detalla el director de la Casa Natal, Eduard Bech.
La casa natal Salvador Dalí se ha convertido, 120 años después de su nacimiento, en un espacio cultural público de primer orden y en polo de atracción turística gracias al esfuerzo de la ciudad, que ha contado con el trabajo de seis alcaldes de distintas ideologías políticas y la colaboración entre administraciones.
En la planta baja se encuentra la sala de exposiciones temporales de pequeño formato de Dalí y empieza el recorrido inmersivo de una hora de duración y con audioguía en cuatro idiomas, que permite descubrir en entorno personal, familiar, intelectual y cultural del artista. El hilo conductor es un diálogo interior entre dos voces, por un lado una voz que evoca al genio en primera persona a partir de fragmentos de sus pensamientos, escritos, citas, entrevistas y declaraciones y, por otro, una voz narradora. Las puertas se abren y cierran solas al paso de los visitantes, que siguen el recorrido que marcan la iluminación y unas hormigas dibujadas en el suelo. La primera en abrirse lleva a una sala que da la bienvenida al visitante, donde un holograma reconstruye la notaría del padre del genio, Salvador Dalí Cusí, y sitúa la figura del notario en la vida figuerense de la época, tras escoger esta ciudad como destino aconsejado por su amigo de la infancia Pep Pitxot. Un padre a quien la voz en off califica de “personaje excepcional” a quien su hijo “admira y odia”.
El recorrido continúa por la escalera interior hasta la segunda planta. En el entresuelo una proyección audiovisual con mapeo sitúa al visitante en la casa, el edificio y muestra la conexión de la notaría con el entresuelo y el vecindario. Permite contemplar la habitación donde el 11 de mayo de 1904 nació el artista al que sus padres bautizaron como Salvador, el mismo nombre que habían puesto a su primer hijo, fallecido de una infección intestinal con menos de dos años, justo nueve meses antes. Creció con la presencia de su hermano difunto y la sensación de que usurpaba un lugar que no le tocaba y lo tuvo presente durante su trayectoria artística. “Para diferenciarme de mi hermano muerto tengo que cometer todas las excentricidades del mundo”, afirma la voz en off que emula a Dalí.
Otro de los espacios que se puede recorrer gracias a una excelente recreación es la cocina, única estancia de la casa a la que el pequeño Salvador tenía vetada la entrada. En la siguiente parada unas proyecciones permiten conocer el entorno familiar más cercano con retratos y presentaciones, la niñera, la tía Catalina Doménech, la abuela Anna Maria Ferrer, el padre, la madre, Felipa Doménech, el hermano muerto y su hermana Anna María, amiga, confidente y su musa hasta la llegada de Gala en 1929. En su primera época Anna Maria aparece en una quincena de óleos, como Figura en una ventana (1925). En la galería, delante de los jardines de la marquesa, donde los Dalí recibían a sus amistades, fue donde el artista empezó a dibujar con un tenedor y una cuchara rascando la pintura roja de la mesa. El visitante lo puede imaginar.
La visita también muestra el talante de otros familiares presentes en la vida del pintor, el punto de inflexión que representa la muerte de su madre, cuando él tenía 16 años, su amistad con Lorca y Buñuel y su estancia en la Real Academia de las Bellas Artes de Madrid (1922) de donde lo expulsaron dos veces —la última, de forma definitiva— y donde dijo: “Ninguno de aquellos profesores tenía suficiente categoría para examinarme”. También hay una sala que hunde al visitante en el pensamiento científico y la mística.
Es un itinerario que permite conocer al Dalí íntimo —y a Gala— y al Dalí espectáculo, lleno de curiosidades, como que en 1927 se dejó su característico bigote de 25 centímetros o como en 1936 en una conferencia se puso una escafandra de submarinista. El recorrido acaba en una sala que transporta a los paisajes que inspiraron al artista, como la bahía de Portlligat o el Paraje de Tudela, en el Cap de Creus.
La casa natal es, según la edil de Cultura, Mariona Seguranyes “el homenaje que la ciudad hace a Salvador Dalí”, quien pudo abrir su Teatro-Museo en cualquier lugar del mundo, y escogió Figueres.
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