La casa de Carriego espera no convertirse en un recuerdo
Hace más de un año que está desmantelada y tapiada; un recurso de amparo detuvo obras de remodelación y los vecinos denuncian un deterioro irreversible
Fue el 20 de diciembre de 1975. Mientras caminaban, Jorge Luis Borges le dijo al escritor Luis Alposta que no creía en esas pavadas de la Academia Porteña del Lunfardo. Cuando llegaron, el patio de la casa estaba, como de costumbre, lleno de gente. En medio del gentío, podía verse una mesa cubierta con un mantel de hilo y las comidas típicas de Navidad. Después de que la secretaria les dio la bienvenida a todos, Borges improvisó unas inolvidables palabras sobre el poeta de los humildes: Evaristo Carriego. Hoy, hace unos cuantos años que la Asociación de Amigos de la Casa de Evaristo Carriego dejó de existir y hace más de un año que la casa aguarda, desmantelada y tapiada, volver a funcionar. Después del fallo del año pasado del juez Víctor Trionfetti, titular del Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario N° 15 de la ciudad de Buenos Aires, el inmueble situado en Honduras 3784 espera que se resuelva la instancia de apelaciones.
La sentencia de Trionfetti había ordenado que el gobierno de la ciudad reconstruyera el inmueble de tal modo que las cosas volvieran "al estado anterior al inicio de la obra", dando lugar al pedido de amparo interpuesto para que se detuvieran los trabajos de remodelación y se reparara la propiedad del poeta, que, desde el 9 de septiembre de 1981, funcionó como biblioteca.
El gobierno porteño presentó, entonces, una apelación a través de la Procuración General. La Justicia aún no se pronunció al respecto. Desde la cartera de Hernán Lombardi, el actual ministro de Cultura de la ciudad, afirman que "la obra está parada desde hace más de un año por orden del juez" y que "están esperando una resolución con mucha preocupación por el deterioro de la casa y mucha expectativa de poder continuar con la obra y abrir la biblioteca".
En algo coinciden las dos partes de la causa: la espera. "El gobierno de la ciudad apeló y estamos esperando. No podemos controlar los tiempos de la Justicia", explica Marcelo Charlón, miembro de la junta comunal N° 14. Charlón interpuso el pedido de amparo junto con Mónica Capano, María Cristina Souto y Ricardo Daniel Castañeda, y el patrocinio del abogado Pedro Kesselman.
Mónica Capano es una especialista en lo que a patrimonio histórico se refiere. Fue secretaria general de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la ciudad; y actualmente integra la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos y asesora a la presidenta del bloque del Frente para la Victoria en la Legislatura porteña, Gabriela Alegre.
La causa que tiene como objeto la casa donde vivió y escribió Carriego comenzó cuando, el 16 de octubre de 2012, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires llamó a licitaciones para la obra que denominó "Ampliación, renovación y actualización de instalaciones-Biblioteca Evaristo Carriego". Según consta en el pliego que acompañaba a la licitación, la ampliación significaba, por ejemplo, la construcción de todo un segundo piso allí donde sólo se encontraba la habitación que había sido utilizada por Carriego, la demolición de varias habitaciones y la construcción de nuevas losas de hormigón, paredes, pisos y cielos rasos.
Resulta curioso que en febrero de ese mismo año el propio gobierno hubiese presentado en la Legislatura un proyecto de ley que declaraba la casa como patrimonio cultural de la ciudad. Pero, como explica Charlón, "tiraron abajo toda la casa, dejaron solamente la habitación que da a la calle y la fachada".
Luis Alposta, médico y poeta, fue miembro fundador de la Asociación de Amigos de la Casa de Evaristo Carriego y estuvo esa noche de 1975 junto con Borges en la casa. Cuenta que él y Marcela Ciruzzi, testigos ambos en la causa sobre la obra, son los únicos que quedan de la asociación. "La casa está cerrada desde hace tiempo. Demolieron la escalera, el baño y otras habitaciones. La casa ya no es la misma y lo que había adentro está en condiciones irrecuperables", explica.
Rubén Carrizo trabaja en el taller mecánico que está a una casa de distancia de la que fue de Carriego. Parado delante de un afiche con un retrato y el lema "Evaristo Carriego, el poeta del barrio", cuenta: "Ya hace mucho tiempo que no hay movimiento, que tiene esas chapas y esos candados en el frente. Sinceramente, no entiendo lo que quieren hacer. No sabés la cantidad de gente que viene a la biblioteca y les tengo que explicar que está cerrada". Carolina Diez, un ama de casa que vive a la vuelta, es una de esas personas. "Venía siempre a la biblioteca. La parte que estaba ocupada por los libros estaba en buen estado y muy limpia. El resto de la casa, no. Pero me servía igual", comenta.
Justo en la puerta de al lado de la ex biblioteca viven Gladys y Vicente Forni desde hace 48 años. "Mirá cómo tenemos la pared", cuenta Gladys, mostrando los efectos colaterales de la obra detenida: humedad y grietas en las casas de los vecinos. Según Gladys, hay rumores de que querían hacer "un café concert, un bar cultural o algo así". Charlón afirma que querían poner una confitería. "Está demostrado que querían hacer un polo gastronómico. El cartel de obra anterior lo decía claramente, pero lo cambiaron."
En las diferentes idas y venidas judiciales que versan sobre el caso no hay constancia de lo que dice Charlón. Lo que sí se dice en la sentencia de Trionfetti es que "todas las instancias institucionales fracasaron", "las actuaciones de los funcionarios fueron ineficientes" y "la obra proyectada fracasó técnicamente", ya que tiene "deficiencias constructivas importantes" y es "invasiva, destructiva y traumática".
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