La carta en la que Hemingway cuenta cómo sobrevivió a una seguidilla de accidentes aéreos se vendió por 237 mil dólares
El escritor estaba en un safari en África cuando, no una, sino dos veces, cayeron los aviones en los que viajaba con su mujer; la historia se la relata a su abogado
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La historia está contenida en un par de hojas arrugadas de papelería de hotel: un accidente de avión que dejó a su autor con quemaduras de tercer grado y hemorragia interna. Esas páginas fueron escritas por Ernest Hemingway y la dramática historia de cómo sobrevivió a la caída de ese avión parece salida de una de sus novelas de guerra. De hecho, Hemingway estaba describiendo su propio roce con la muerte: una increíble secuencia de dos aviones donde viajaba y que se estrellaron sucesivamente en enero de 1954, cuando se encontraba de safari en África Oriental. El famoso escritor quedó perdido en medio de la selva de Uganda y temió por su vida. Más tarde, sus biógrafos especularon que las heridas que sufrió en esos accidentes fueron parcialmente responsables del errático comportamiento de Hemingway en sus últimos años y su posterior suicidio.
El interés por ese dramático episodio de la vida de Hemingway resurgió la semana pasada cuando una casa de subastas de Los Ángeles vendió la carta de cuatro páginas que Hemingway le escribió a su abogado en 1954 mientras se recuperaba de las lesiones que le provocaron esos accidentes. Hemingway garabateó la carta con su brazo y mano derecha todavía vendadas por las graves quemaduras y la firmó como “Ernie”.
Según anunció hoy la casa de subastas Nate D. Sanders, la misiva se vendió por 237.055 dólares. Muchos de los icónicos relatos y novelas de Hemingway están basados en las cruentas experiencias bélicas que vivió en carne propia cuando era ambulanciero de la Cruz Roja y luego corresponsal de guerra, así que el autor no era ajeno a las situaciones de crisis. Pero curiosamente su mayor situación de peligro llegó en medio de un desventurado viaje turístico.
Según relata el biógrafo Andrew Farah en su libro de 2017, El cerebro de Hemingway, en 1954 el famoso escritor alquiló un pequeño avión Cessna para hacer un paseo de avistamiento desde el aire junto a su esposa, Mary Welsh. La pareja había acordado volar sobre las cataratas Murchison, en Uganda, pero cerca del lugar el avión tuvo que zambullirse para esquivar una bandada de pájaros y chocó contra un cable de telégrafo. El avión se estrelló y dejó varados a Hemingway, Welsh y su piloto, que pasaron la noche en las remotas orillas del Nilo. El relato de Farah señala que en el accidente Welsh se rompió dos costillas y Hemingway se torció el hombro, pero a la mañana siguiente pudieron detener un barco que pasaba y ser trasladados a un pueblo cercano. Allí, Hemingway y Welsh abordaron un segundo avión para salir de Uganda y, por increíble que parezca, sufrieron un segundo accidente: poco después de despegar de un campo rocoso, el avión cayó a tierra y estalló en llamas. Welsh y los demás pasajeros del avión escaparon por una ventanilla, pero Hemingway, demasiado voluminoso para seguirlos, quedó atrapado dentro del fuselaje en llamas. Finalmente escapó abriendo a golpes de cabeza una puerta atascada. Sufrió dos fracturas de disco, quemaduras en la cabeza, la cara y los brazos, y una fractura de cráneo, se consigna en el mismo libro.
En la carta, que según la casa de subastas fue escrita en abril de 1954 en un hotel de Venecia, Hemingway parece estar buen humor, recuperándose de las heridas. Gran parte de su contenido refiere a cuestiones personales que tenía que arreglar con su abogado, como los pagos que reclamaba una agencia de cobranzas por la compra de rifles de caza. Pero también entra en detalles sobre las espantosas heridas que había sufrido. Se disculpó por no escribir antes —”Estoy débil por tanta hemorragia interna”, dice en un momento— y explica que le cuesta escribir o mecanografiar debido a las heridas en su brazo derecho, que estaba “con quemaduras de tercer grado que llegan al hueso y que me causan terribles dolores.”
“Mary sufrió una grave contusión y todavía le cuesta recordar, y salir adelante nos va a llevar un buen tiempo”, agrega el escritor. En El cerebro de Hemingway, Farah dice que las heridas del escritor en los dos accidentes aéreos se sumaron a una larga lista de traumatismos físicos que ya había sufrido, como la bala de mortero que recibió en la Primera Guerra Mundial y los disparos de proyectiles antitanque en la Segunda Guerra Mundial. Según Farah, todo eso tuvo un papel clave en la depresión y el errático comportamiento que marcaron los últimos años de Hemingway antes de su suicidio, en 1961.
Pero parece que en ese momento a Hemingway le causó gracia sobrevivir a su desafortunado safari para encontrarse con que los periódicos habían anunciado prematuramente su muerte, según un documental de la PBS sobre la vida del escritor. En la carta subastada, Hemingway habla irónicamente de sus heridas y de las deudas que les habría dejado a sus acreedores. “Para ellos valgo más vivo que muerto”, escribió. “Y en este momento estoy tratando de seguir con vida.”
Traducción de Jaime Arrambide
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