La Bienal de San Pablo apelará al arte para superar las grietas ideológicas
En un país gobernado por Jair Bolsonaro, exmilitar que propone armar a los ciudadanos para combatir crímenes y que se ha manifestado en contra de la homosexualidad, la Bienal de San Pablo apelará al arte para "abandonar puntos de vista estrechos y monolíticos" a nivel global.
"En el actual contexto polarizado, en Brasil y en el mundo, donde las posturas distintas se cierran cada vez más al diálogo, estas lecciones se vuelven urgentes y necesarias", sostiene Jacopo Crivelli Visconti, curador general de la 34a edición de la bienal, que sorprenderá el año próximo con un formato expandido en tiempo, espacio y profundidad.
"Creo que el papel del arte es hacernos pensar. Entonces, lo que va a traer cambios no es una solución inmediata o que se pueda describir fácilmente, sino una solución que va a surgir del hecho de que quien acompaña el arte y quien lo estudia empiece a pensar de otra manera sobre el mundo que le rodea", dice por teléfono a LA NACION con voz suave, sin la efusividad característica de los italianos, este hombre nacido en Nápoles en 1973 y radicado en San Pablo.
En los últimos meses se contó entre los candidados a suceder a Agustín Pérez Rubio en la dirección artística del Malba, cuatro años después de haber curado la sección más internacional de arteBA. Ahora tendrá a su cargo la segunda bienal de arte más antigua y prestigiosa del planeta después de la "gran madre" veneciana, que también aborda en estos días –sin fines comerciales, a diferencia de las ferias– los "tiempos interesantes" en que vivimos.
Más de una década después de que Ivo Mesquita provocara un escándalo al anunciar su bienal "vacía", sin obras de arte, Crivelli Visconti soprenderá con otra propuesta innovadora: por primera vez la bienal se expandirá a unas 25 instituciones de la ciudad, que ampliarán como una red de hipervínculos la muestra central montada en el Pabellón Ciccillo Matarazzo. Sus límites se extenderán también en el tiempo, al sucederse desde fines de febrero exposiciones con piezas que irán cambiando de contexto a lo largo del año.
El título de la bienal y algunas de las muestras de la red de colaboraciones institucionales se anunciarán en septiembre próximo, y se prevé que la lista completa de artistas –un centenar, aproximadamente– estará disponible a comienzos de 2020.
En este trabajo titánico, que busca satisfacer las múltiples expectativas de un millón de visitantes, acompañan a Crivelli Visconti los curadores Paulo Miyada, Francesco Stocchi, Ruth Estévez y Carla Zaccagnini, argentina residente en Suecia.
-¿Cuál es el criterio curatorial en el que se va a basar la próxima edición de la Bienal de San Pablo?
-Hasta ahora hay una cuestión metodológica basada en una serie de relaciones inspiradas en Edouard Glissant, en Eduardo Viveiros de Castro y otros pensadores, pero también en una manera de entender la curaduría. En el sentido de que el significado que uno le da a las obras viene mucho de cómo se relacionan con lo que está a su alrededor: con otras obras pero también con el contexto institucional, el país, el mundo. Las obras que estarán en las primeras exposiciones, entre marzo y septiembre, luego volverán a aparecer en la exposición principal. Entonces, uno es llevado a leer de otra manera obras que ha visto poco tiempo atrás. Y ese mismo ejercicio se podrá hacer entre septiembre y diciembre, cuando en el pabellón de la bienal se haga la exposición principal en paralelo con las de unas 25 instituciones de San Pablo, que alojarán exposiciones individuales de artistas que estarán también con otras obras en la bienal.
-¿Esto es totalmente nuevo para la bienal, no?
-Sí. Desde siempre, la bienal ha sido el lugar de internacionalización del arte brasileño, y las instituciones intentan hacer exposiciones representativas para coincidir con la bienal. La idea de un esfuerzo conjunto siempre existió. Pero nunca hubo esa idea de colocar en diálogo lo que se hace aquí con lo que hacen las instituciones.
-Según lo que se anunció, el proyecto apunta a "abandonar puntos de vista estrechos y monolíticos". ¿Para vos el arte puede contribuir a superar grietas ideológicas profundas como las que existen en la Argentina y Brasil?
-Espero que sí. La idea de este proyecto es que se proponga como una respuesta a la situación mundial. Lo que hemos vivido en la última década es una polarización brutal de las posiciones y un rechazo del diálogo, de la confrontación. Partimos desde el punto de vista de que es imprescindible crear una relación con el otro, por conflictiva y difícil que sea. No simplemente cerrarnos cada uno en su posición, sin admitir la existencia del otro. En ese sentido, tanto Glissant como Viveiros de Castro y otros pensadores son muy claros en el sentido de proponer una visión no monolítica, un pensamiento más rizomático, más plural y diverso.
-En el contexto político de Brasil, con el gobierno de Bolsonaro, ¿se puede decir que va a ser una edición bien política?
-Para mí hay que entender mejor este concepto de "política". Será una bienal política en el sentido de que quiere responder al contexto. Pero también creo que hemos visto muchas exposiciones en los últimos años que tratan del momento en que estamos viviendo de una manera muy literal, y se acaba por eliminar por completo una posibilidad de reflexión más filosófica o trascendente. En esta bienal estamos buscando referencias de artistas que produjeron obras en momentos históricamente muy conflictivos pero no trataban directamente de esos temas, a pesar de que en su vida personal eran muy activos políticamente. Este tipo de resistencia me parece más interesante y más fértil para enfrentar los momentos que estamos viviendo.
-Hace cuatro años decías que los momentos de crisis económica pueden ser favorables porque dejan más tiempo para pensar y que eras optimista en relación a la crisis que estaba llegando a Brasil. ¿Qué considerás que dejó de positivo la crisis desde entonces?
-Sigo pensando que son momentos importantes, tanto para la producción como para la reflexión. En buena parte de América Latina vivimos ahora crisis económicas, sociales, políticas, y creo que la producción está muy fuerte, muy interesante.
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