La Bienal del Fin del Mundo muestra su arte a la intemperie
En varios escenarios de Ushuaia, 42 artistas recrean la fragilidad de la vida del planeta
USHUAIA.- Acaso haya pocos lugares tan a la intemperie como el fin del mundo. Tan extremos y tan remotos que permiten verlo todo desde otra perspectiva. Por eso la ciudad es un elemento más de esta intemperie del cuerpo y del alma que se propone, desde su lema y desde su mística, la segunda Bienal de Arte Contemporáneo del Fin del Mundo, que comenzó la semana pasada en esta ciudad, la más austral del planeta.
El curador general de la muestra es el alemán Alfons Hug, dos veces curador de la Bienal de San Pablo, y el curador para la Argentina es el rosarino Fernando Farina. Si de algo pueden estar satisfechos ellos y los 42 artistas de los cinco continentes es de que su mensaje se percibe aquí con los cinco sentidos: todas las obras dan cuenta de la fragilidad de la vida ante una naturaleza cada vez más amenazante -y amenazada- por el cambio climático.
Se trata de obras de arte que apuestan a una experiencia multisensorial para conmover al que las disfruta. Los artistas cuentan su mensaje en todos los lenguajes y soportes posibles: videos, fotografías, instalaciones, intervenciones en el paisaje, performances al aire libre y a mar abierto.
Ni los organizadores ni los curadores ni los artistas dejan de mencionar una realidad que los castigó: la crisis económica, mundial y argentina, les hizo repensar cada paso. "La crisis es la madre de todas las bienales y es la madre del arte contemporáneo -ironizó Hug en la conferencia de prensa inaugural-. La crisis puede derribar un proyecto político, pero la cultura es una oportunidad para quien sabe aprovecharla."
"Esta bienal nos va a hacer pensar en esa intemperie que construimos. Somos los seres humanos los que cambiamos la faz de la Tierra. El destino del mundo está en nuestras manos", alentó la gobernadora de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos.
El contexto geográfico no podría ser mejor. Hug se refirió a la Antártida, el vecino continente: "Es el único rincón del planeta sin especulación inmobiliaria, explotación minera ni armas. Los artistas comenzarán allí donde no alcanzan las mediciones de los científicos, posibilitando una lectura nueva".
Lugares múltiples
Cada uno de los escenarios donde se desarrolla la bienal, que estará abierta hasta el 24 de mayo y fue creada por la Fundación Patagonia Arte & Desafío, refleja la historia de esta ciudad única, donde conviven el mar y la montaña. El hangar del viejo aeropuerto reúne 20 videoinstalaciones (formadas por enormes cubos en cuyas 16 caras se proyectan videos, además de cuatro plasmas) que tienen como denominador común los cuatro elementos: fuego, agua, aire y tierra. La vieja usina y el Museo Marítimo (el antiguo Presidio del Fin del Mundo) albergan a los representantes de todo el mundo que, en muchos casos, tienen tanto de científicos y de investigadores como de artistas.
Tal es el caso de la alemana Anges Meyer-Brandis, que viajó al hielo inquieta por saber qué había debajo de sus pies. "Me preocupa saber qué hay más allá de la realidad que vemos", adelantó la joven artista, que hizo una performance a bordo de un crucero a mar abierto.
El argentino Adrián Villar Rojas es autor de Mi familia muerta , una gigantesca ballena de arcilla con estructura de madera de 28 metros de largo por tres de alto que yace varada recostada entre los árboles del parque Yatana y que abre un sinfín de reflexiones sobre el cambio climático.
La bienal tuvo antesalas en San Pablo y Río de Janeiro, en Brasil, en la Antártida, en El Calafate y seguirá su curso en Rosario, el 3 de mayo. Una bienal paralela con artistas locales también se suma a la propuesta. Para sostener e hilar una bienal con otra, un ambicioso proyecto educativo capacitó a 250 docentes y llevó el arte contemporáneo a las aulas de esta ciudad, además de capacitar a 60 guías locales para que nadie de la comunidad dejara de disfrutar de esta exposición internacional.
"No le pertenece a nadie y por lo tanto es de todos", dijo Hug sobre la Antártida, en una buena imagen que podría aplicarse al arte, para seguir el mandato de la primera bienal: pensar en el fin del mundo que otros mundos son posibles.