La batalla legal tras la muerte de Larsson
Por Eduardo Berezan
Un verdadero fenómeno editorial recorre Europa. El escritor sueco Stieg Larsson bate records de ventas con su trilogia Millenium. Larsson falleció antes de ver el éxito pero dejó una obra que conmueve al mundo literario.
El género policial es sólo entretenimiento pero cuando describe lo que pasa en la sociedad adquiere otra relevancia y tiene más valor, decía Stieg Larsson en su única entrevista como escritor de ficción, en ocasión de publicarse su primera novela en octubre de 2004.
Stieg Larsson no pudo conocer el éxito, murió un mes después de un ataque cardíaco en la redacción de su revista Expo. Tenía sólo cincuenta años.
El escritor sueco alcanzó a escribir una trilogía Millenium y, sin buscarlo, generó un interés por el género policial pocas veces visto.
Stieg Larsson es récord de ventas en Suecia, su país natal, y esto es hasta cierto punto comprensible. Lo que lo transforma en un fenómeno editorial de inusual magnitud es que su obra trascendió en muy poco tiempo las fronteras escandinavas.
Hoy también es récord de ventas en Francia, Inglaterra, Italia. Invadió España con su primera novela traducida al castellano, Los hombres que no amaban a las mujeres, (Män som hatar kvinnor, en el original sueco). La obra fue publicada por la editorial Destino, y ahora la sigue La niña que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Flickan som lekte med elden) y luego, La reina en el palacio de las corrientes de aire.(Luftslottet som sprängdes)
La trilogía gira en torno a dos personajes: el periodista de investigación de la revista Millenium, Mikael Blomkvist, y Lisbeth Salander, una joven genio de la informática, una hacker rápida e inteligente y hasta algo salvaje. Para ella nada es imposible y es capaz de cualquier cosa con tal de lograr lo que se propone. Para los psiquiatras que la han tratado, Salander es simplemente una psicópata a la que habría que internar. Mikael Blomqvist por su parte es casi normal, un cuarentón idealista, muy pintón, padre divorciado y muy mujeriego.
La extraña pareja de la trilogía de Larsson ha vendido tres millones de ejemplares en Suecia, un país que tiene una población de nueve millones de habitantes. En Francia superó el millón de ejemplares.
Narrativa agil e inteligente
El éxito de Stieg Larsson radica fundamentalmente en su capacidad narrativa. Las historias están construidas en varios niveles y pese a lo complejo de la intriga, al lector se le hace difícil perder el hilo del relato.
Tal vez lo más llamativo para propios y extraños es el lugar, el marco, donde se desarrolla la trama. Los personajes de Larsson se mueven en el lado menos claro, por llamarlo de alguna manera, de la casi perfecta sociedad sueca, una sociedad que además de riqueza y bienestar, genera violencia contra la mujer, prostitución de menores y corrupción.
Stieg Larsson viste a sus personajes centrales con un discurso moral y ético que contrasta con la sociedad descarnada que describe. Una sociedad que comienza a ver cómo se diluyen sus valores y cómo se pierden sus objetivos de justicia, igualdad y solidaridad.
El escritor tiene algo que decir sobre la sociedad sueca de hoy, y eso no es casual. Su vida fue la vida del militante. En su juventud fue miembro de una organización de izquierda. Después, con la rigurosidad del periodista, comenzó a investigar a grupos neonazis y organizaciones de la extrema derecha de Suecia y Europa.
Con el tiempo se transformó en un experto de renombre internacional y llegó a ser consultado por la mismísima Scotland Yard. Stieg Larsson publicó varios libros sobre estos temas y tambien dirigió la revista Expo, que denunciaba las actividades de grupos antidemocráticos.
Batalla legal
Al producirse su deceso la trilogía ya había sido entregada a la editorial sueca Norstedts y sería publicada entre el 2005 y el 2007.
Larsson pensaba vivir muchos años más y no había hecho testamento. Tras su muerte sus obras comenzaron a generar grandes ingresos y estos fueron a parar a lo bolsillos de los herederos legales, su padre y su hermano.
Su compañera de toda la vida, Eva Gabrielsson, quedó marginada de esta verdadera lluvia de coronas por carecer de vínculo conyugal. La pareja jamás se casó, para preservar a la mujer de las constantes amenazas que sufría el escritor por su trabajo de denuncia. Hoy los familiares y la viuda están enfrentados en una dura batalla por los derechos de autor.
Seguramente Stieg Larsson no había pensado este final. Él quería seguir escribiendo y "asegurarse la vejez" como había dicho irónicamente a la prensa cuando la editorial decidió publicar su obra. Larsson habría proyectado diez novelas más. Doscientas páginas de una cuarta, estarían descansando en el disco duro de la notebook que Eva Gabrielsson se niega a entregar a la famila mientras dure la disputa judicial.
No son pocos los que creen ver en Stieg Larsson a un nuevo Henning Mankell, pero se trata de dos escritores diferentes aunque tengan a Suecia como común denominador.
Stieg Larsson es mas agresivo y tal vez menos filosófico. De alguna manera se parece más a Raymond Chandler con un estilo trabajado y cuidado o a un Ed McBain con sus detalladas descripciones ambientales. Por otro lado Larsson aparece en la escena literaria confirmando que la novela negra norteamericana ya no ocupa el lugar de privilegio que tenía. Ese lugar está ahora en Europa.
Stieg Larsson llegó tarde a la literatura y al género policial. Se lanzó a escribir cuando tenía 47 años y lo hacía rápido, como apurando al tiempo. Curiosamente tardó nueve meses en gestar cada novela de su trilogía. Llegó con lo justo al final, como para cerrar un ciclo y dejar que otro pueda comenzar. En la ficción como en la realidad, las cosas son así, un poco como la muerte, un poco como la vida.