"La audacia de Borges fue imaginar que el mundo era Argentina"
En esta entrevista, habla de sus últimas obras y de una historia de la literatura no oficial
Su literatura exhibe una poética profunda y sin tiempo. Y cuando habla, su sabiduría parece provenir de un alma cuya antigüedad excede en mucho su cronología.
La escritora brasileña Nélida Piñon habla y escribe como si un misterio insondable la habitara: "Mi geografia literaria es la libertad. No tengo miedo. Como no pienso en el éxito ni en los premios cuando escribo, puedo ser una aventurera en cualquier geografia cósmica y en cualquier parte de la Tierra. A lo que no puedo renunciar es a la lengua portuguesa".
Este año, se espera en español su ensayo Aprendiz de Homero, que acaba de publicar en portugués. Allí rastrea la trayectoria civilizadora y los grandes maestros del pensamiento narrativo. Y también el primer volumen de sus memorias, Corazón andariego. Ambas obras a cargo de Grupo Santillana.
"Ese corazón andariego soy yo", dice la notable narradora como si hiciera falta. "Mi vida entre dos culturas –la gallega de mi familia y la brasileña- es el fundamento. He tenido la fortuna de nacer con un doble imaginario. Soy una mujer con dos visiones del mundo", subraya.
La ganadora del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2005 estuvo en la Feria del Libro de Buenos Aires para hablar sobre el padre de la novela moderna brasileña, Joaquim Machado de Assis, y de su último trabajo literario traducido al español, Voces del desierto (Alfaguara).
-Como Kafka, que escribió en alemán, y tantos otros ¿podría usted haber elegido una lengua literaria distinta a la portuguesa?
-En el caso de Kafka parece una naturalidad histórica, no crees? Cuando yo era muy joven –tendría 16 años- me pregunté sobre esa posibilidad. Pero hubiera sido renunciar a la grandeza del portugués. Hubiera sido un acuerdo espurio para facilitar mi trayectoria literaria. Y no lo quise así. Sé que no elegí el camino más fácil. Pero elegí, sin arrepentimientos, ser una escritora brasileña.
-¿Qué le brindó la lengua portuguesa?
-Cuando asumí como presidenta de la Academia Brasileña de Letras, la mayor institución cultural de mi país fundada por Machado de Assis y Joaquim Nabuco, dije que me sentía como una brasileña reciente. Ya no tengo ese sentimiento, pero durante muchos años me sentí como si hubiera golpeado hacía poco tiempo la puerta del corazón brasileño. Y de ese modo tenía que hacer un doble esfuerzo por interpretar ese país. Como una cristiana nueva que no abjura de su anterior creencia, me tocaba mirar desde un ángulo singular por el hecho de ser de familia inmigrante gallega. Esto me ha dado una antigüedad, porque me siento como una mujer de 5000 años. Aunque soy nueva en América, soy antigua en algún sitio y he aportado esta antigüedad a mi mirada americana. La lengua portuguesa, además, ganó modernidad al llegar a Brasil…
-Como el español en América latina.
-Exacto. En el momento en que ingresamos en la corriente atlántica, el espíritu del portugués fue afectado. Empezamos a buscar interpretaciones y palabras que se ajustaran al nuevo espíritu de América.
-¿La historia de la literatura comete muchas injusticias, como el olvido al que se condenó a Machado de Assis?
-Es inevitable, porque muchas veces hay un epicentro decisorio que varía. Ese epicentro no siempre favorece el periférico. Y a Machado de Assis lo tuvimos siempre en el periférico. Machado, un genio extraordinario, fue el primer gran narrador de América Latina, el padre de la novela moderna, el que se atreve a tomar el mundo urbano como hilo conductor de su narrativa. Hace de Río de Janeiro la metáfora de Brasil. Por eso hay que considerarlo como el extraordinario intérprete de Brasil. La tendencia en nuestros países es buscar a los intérpretes en la sociología o en la enseñanza social. Pero creo que la psiquis brasileña, sus laberintos y su misterio están en la obra de Machado. Y a través de la obra de creación se puede incursionar en lo humano.
-¿Machado es a Brasil lo que Borges, a la Argentina?
-Borges es, para las últimas generaciones, un escritor cuya audacia fue imaginar que el mundo era Argentina. No hacía falta estar en la Argentina para ser argentino. El circula por el mundo, como si estuviera en la calle Posadas, de Buenos Aires. Y tiene una vocación universal. A mi juicio fue muy argentino. El abolió fronteras para las últimas generaciones. E inventó universos. Hasta un punto fue él quien ayudó a liberar el concepto de ciudades imaginarias. En ese sentido es un escritor extraordinario, a quien admiro profundamente.
-En Voces del desierto, la mujer parece detener el tiempo para que no corra sangre. ¿Sería el papel deseable para el género en un mundo dispuesto a la guerra?
-Convendría que lo fuera, pero no estoy segura. Es impredecible lo que la mujer vaya a hacer con su trayectoria. Lo importante es que ponga las pautas para hacer algo inaugural. Esa criatura tendrá que ser puesta a prueba, por si la sociedad es tan dañina que lo devasta todo y no deja espacio para la redención moral. Seria un atrevimiento. Pero hay que saber que la libertad exige una responsabilidad ética muy grande. Desde ese espacio inaugural, ella pueda aportar un elemento inesperado.
-¿Por qué los políticos prescinden de los intelectuales?
-Porque son egocéntricos y cada vez más incultos. Para ellos el libro es una abstracción. Además, piensan que los intelectuales son incómodos, un peso desagradable. Y con ideas no se gobierna. Creación, ideas y acción pública no se llevan. Ha pasado muy pocas veces en la historia. Para los políticos las ideas siempre están vinculadas a un sueño imposible y peligroso.
-¿Por qué el hombre necesita historias para sentirse vivo?
-Porque nuestra historia personal es insuficiente. Siempre tenemos que contrastarla con las de los otros, sea el vecino o quien fuera. Eso tiene que ver con un sentimiento de vacío que sólo puede ser llenado con la intriga, con el rumoreo. Para avanzar hacia sí mismo el hombre tiene que saber qué pasa en la casa del otro. Es inevitable: si no sé de tu vida, la mía reduce su dimensión. Estoy convencida de que no se puede volver a casa todos los días, desde el trabajo o de donde sea, sin llevar una pequeña intriga en el bolso. No se puede llegar a casa y decirle a otro: "No he vivido nada". Uno siempre tiene que dar pruebas al otro de que ha vivido una aventura diaria. Hay que legitimar lo cotidiano. Entonces uno llega y cuenta una historia ampliada. No somos narradores simples, nuestra vida personal no lo permite. Quien vuelve a su casa en silencio es muy peligroso. Le falta horizonte, imaginación y acepta una vida traducida, sin darse el trabajo de traducirla. Los escritores no inventamos la literatura, sino la poética. Ha sido la sociedad humana la que, desde el principio de la tribu, exigió que alguien le contara su historia. Por eso la comunidad acepta la invención literaria como si fuera suya.
-¿Cuál es la ciudad más literaria de Brasil?
-Si hablo de Machado de Assis, tengo que decir que es Río de Janeiro. Machado no cuenta la historia de Río, sino la de Brasil. Río de Janeiro es para Machado de Assis un escenario teatral. El sertón (desierto) brasileño sirvió muchas veces de escenario mítico. La materia de la realidad tiene que pasar por muchos filtros para ganar verosimilitud. Todo sirve para convencer en el arte.
-¿La lectura puede ayudar a la gente a preservarse en los países asolados por la violencia?
-Nos conviene creer eso, porque la lectura es una expresión de la civilización contra la barbarie. Es como si trabáramos batallas para enfrentar a aquellos que quieren hacernos renunciar a nuestro humanismo. Y la lectura es extraordinaria. Basta leer a Antígona para responder esa pregunta. Por eso es tan raro que la sociedad lea cada vez menos. Y eso se nota. Hoy, en el ascensor, saludé a dos brasileños que no reconocieron mi acento, porque hablé en español. Ellos hablaban un portugués indigente y hacían chistes indigentes. Hay que ser brillante en la ironía. De inmediato pensé: "¡Dios mío! Ya no es posible encontrar gente que suspenda la realidad con una frase". Es raro que te sorprenda alguien con una frase comprometedora. Al contrario, te expulsan.
-Cunde una sensación de no pertenencia.
-Exacto, es como si tú no pertenecieras ya a un universo cosmopolita, culto y civilizado. Todo es muy indigente. Y además la gente está renunciando al uso pleno de la lengua. Una sola palabra define todo. ¿Donde ha quedado el mundo de las ideas y los conceptos? ¿Debajo de la alfombra?
-Pensando en el erotismo de Voces del desierto, ¿no cree usted que el vértigo de lo cotidiano ha afectado ese elemento que atraviesa todos los vínculos?
-El erotismo está en todas las expresiones. También entre los amigos, y no hace falta que uno tenga conciencia de que es erótico en un gesto o en un anhelo temporario. Vivimos con tanta velocidad, con tanto estrés, con tanta presión, que sólo queda el sexo mecánico. Pero ese sentimiento inefable del cuerpo, que es el erotismo, está desapareciendo. La gente ya no tiene una mirada erótica, que no es de lujuria, sino de complicidad. Hoy ya no se hace el amor para dos, sino para la mirada de un tercer observador que evalúa tus habilidades. Esto provoca una obsolescencia muy fuerte y te obliga a acelerar mucho más una vida que tendría que ser vivida con otra plenitud. Parece que tuvieras que dar pruebas evidentes de que no estás muerto. Es un miedo terrible a dejarse atrapar por la finitud.
-Y aparece el botox para extender la vida...
-Vivimos en una sociedad que se vanagloria de su juventud, de los pechos grandes, de la delgadez, de la cirugía estética, del botox en todas partes. Eso es la expresión del descontento con el propio ser. Es la no aceptación de quien eres. Y además no le da tiempo al cuerpo a vivir la dramática emoción de su envejecimiento, que es algo impresionante. Cada mañana te das cuenta que tus movimientos son distintos, que tienes que caminar de una determinada manera para no caerte. Es muy fascinante. Una experiencia única. Entonces simulas que la cara que ves no es la tuya. Pero ¿a quien se la pediste prestada? A quien le estás pagando copyright?
-Usted, que es aprendiz de Homero, ¿con qué personaje homérico se identifica?
-Creo que Paris y Elena son dos tontos. Aquiles me parece interesante. Pero el mayor de todos es Ulises, por mucho más que por su astucia. Ulises es quien aprenderá a envejecer. Es quien, en verdad, sabe que puede perderlo todo y entonces engaña a las fuerzas de la naturaleza para llegar un día, quién sabe, a Ítaca. Es el gran sobreviviente de Troya. Todos hacen su acuerdo con la eternidad, pero quien sobrevive es Ulises. Es quien cruza todas las épocas.