La actriz Thelma Fardin publicó su primer libro de poemas: “La palabra es la herramienta”
En “Ausencias”, la integrante de la agrupación feminista Actrices Argentinas elige una voz íntima para abordar el erotismo y el amor de pareja, la soledad, los miedos y las despedidas
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Más famosos se vuelcan a la escritura. Como los actores Diego Capusotto y Gonzalo Heredia, las actrices Inés Estévez y Vera Spinetta, las cantantes Paula Maffia y Fabiana Cantilo y la periodista Cristina Pérez (que este mes lanza La dama oscura, biografía de Æmilia Bassano, la mujer amada por William Shakespeare en secreto), la actriz Thelma Fardin acaba de presentar Ausencias (Sudestada).
El libro reúne un centenar de prosas breves, poemas y prosas que se convierten en poemas (y viceversa). Son 107 textos donde Fardin (Bariloche, 1992) construye una “estética de la vulnerabilidad”, como señala el escritor chaqueño Juan Solá en el prólogo, que no es ajena a los hechos de este mundo: “Si hay toque de queda en Bolivia, quiero estar con vos. / Si están llamando a los militares en Chile para que se / alisten, quiero estar con vos. / Si este mundo se vuelve cada vez más inhabitable, / quiero habitar el pedacito donde estés vos / acomodándote los anteojos”. Varios de los escritos se dirigen a una segunda persona.
La autora, integrante de la agrupación feminista Actrices Argentinas, denunció en 2018 al actor brasileño Juan Darthés por abuso y violación. No obstante, la justicia brasileña determinó que el 30 de noviembre se iniciará el juicio oral contra el galán de Culpable de este amor y Patito feo. Fardin no fue la única (ni la primera) en denunciar públicamente al actor. “Me sentiría satisfecha si el juez se hace eco de lo que dicen las pericias pero no pienso en el momento que vaya preso, intento pensar en mí y dar vuelta la página -declaró la actriz al conocer la noticia del juicio en Brasil-. Que haya una fecha para mí es muy liberador”. Ausencias es el segundo libro de Fardin que, en 2019, publicó por el sello Planeta el testimonial El arte de no callar: Autobiografía entre el silencio y la impunidad, donde contaba su experiencia personal como víctima de abuso sexual. Ahora, en algunos de sus poemas, parece reflexionar sobre ese episodio: “Las cosas terribles siempre son algo que pasó / pero, ¿dónde están pasando? / ¿Dónde están en presente? / ¿O siempre son el pasado?”.
“Yo soy actriz ante todo -dijo Fardin en el vivo de Instagram en que ella y la escritora y actriz trans Gemma Ríos presentaron sus libros (el de Ríos se titula Andrógina)-. Y en mis primeros años me enseñaron a trabajar con lo que hay. Entonces la ausencia es algo que está. Lo que no está también está. Parte de hacerse cargo de una ausencia. Me pasa que tengo la necesidad de hacerlo todo carne, tangible, que exista. Incluso le quise escapar al nombre ausencias porque pensaba que iba a ser una patada. Pero después de leer todo el libro, no había posibilidad de ponerle otro nombre. Decantaba solo. La ausencia se piensa como algo negativo, pero hay ausencias que agradezco. Hay lugares que aplaudo el haber tenido la ausencia”.
La autora también reveló que no se creía escritora “por no tener formación académica”, aunque sí lectora y con un fuerte vínculo con el cuerpo y la palabra por sus estudios de teatro, que comenzó desde chica. “La palabra es la herramienta”, agregó. “Lo más hermoso de lo que hago, que es visceral, ya sea en la actuación, la escritura o lo que pasó con mi lucha, no es lo que me pasa a mí sino lo que provoca en los demás”.
“En partes iguales sensible y hostil, la poesía que va escapando del cuerpo autoral de Thelma Fardin encuentra refugio instintivamente en quienes la leen -escribe Juan Solá en en prólogo-. Su decir amalgama sombríamente la experiencia doliente y su potencial terapéutico, se deshace sobre la lisura del papel con efecto medicinal para quienes se reconocen en su voz. Abraza y sacude, se asoma al abismo y lo contempla con una copa de vino en la mano, se burla de él, pero también lo interroga, reconociéndose en sus oscuridades”.
Un poema de Thelma Fardin
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Decimos mucho: “a esta altura de la vida”.
Ahora yo lo digo al 3500, por ejemplo.
Pero lo he dicho al 100, al 5000
y en el kilómetro 20 de una ruta de México.
También en una montaña y alguna vez, junto al mar.
Lo digo siempre desde mi metro sesenta y tres.
Lo digo también desde que soy así
(y hago un gesto con la mano que no ves, pero te
imaginás).
A esta altura de la vida, y del texto, también del sexo
pero ahora me refiero al texto, creo que las preguntas
que me hago son parecidas, pero las respuestas definitivamente cambiaron. Las ilusiones, lamentablemente, son las mismas.
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