La Academia dio la bienvenida a un gran retratista de su tiempo
Con un discurso sobre el articulismo como una de las bellas artes, Jorge Fernández Díaz se incorporó a la Academia de Letras
Con la sola forma de pronunciar su discurso de ingreso a la Academia Argentina de Letras, Jorge Fernández Díaz puso de manifiesto las razones por las que fue elegido para ocupar la silla que alguna vez fue de Juan Bautista Alberdi. Los asistentes, que llenaron ayer el gran hall del Palacio Errázuriz, siguieron su paseo por la genealogía del articulismo con la misma atención, emoción y actitud reflexiva que lo siguen sus lectores y oyentes.
"Este recinto, prestado con generosidad por el Museo de Arte Decorativo, está hoy colmado como no recuerdo haberlo visto nunca. La indiscutible calidad literaria de Fernández Díaz, única razón por la que los miembros de esta Academia lo han elegido, se ha visto excepcionalmente auxiliada por la fuerza de los medios periodísticos, radiales y televisivos, en los que también el nuevo académico se desempeña y que muy raramente se interesan por esta institución de ochenta y seis años", dijo al iniciar el acto el presidente de la AAL, José Luis Moura, quien destacó la presencia del escritor Arturo Pérez- Reverte, miembro de la Academia Real Española y amigo entrañable de Fernández Díaz. "Un día me hizo una entrevista que me gustó mucho, después leí un libro suyo que me encantó. Y desde entonces nos hicimos amigos; somos como hermanos", dijo el español a LA NACIÓN momentos antes de que iniciara el encuentro en el que otro amigo del flamante académico, Santiago Kovadloff, ofreció la bienvenida formal.
En su discurso, que tituló "Jorge Fernández Díaz, cultor de Jano" (que se publica en la sección Opinión de esta edición), Kovadloff lo describió como un "retratista de lo más diáfano y lo más opaco", un "desvelado por el presente argentino y las acechanzas que se ciernen sobre su futuro"; un escritor "que en la ficción y el periodismo por igual promueve nuestras emociones e invita a la reflexión y a no encerrarse en el servilismo". Amigo también del homenajeado, el ensayista se detuvo en su trayectoria política, aquella que lo llevó a transitar la ilusión y el desencanto.
Fernández Díaz fue elegido académico de número por los miembros de la AAL en junio del año pasado. Desde ese día ocupa el sillón Juan Bautista Alberdi, a quien se refirió como el duro fustigador de Rosas, el ironista que desató las injurias furibundas de Sarmiento y el razonador que puso en jaque algunas concepciones políticas y militares de Mitre".
Fernández Díaz, de 56 años, es columnista de LA NACIÓN y conduce el programa Pensándolo bien, por Radio Mitre. Escritor y periodista, ha publicado seis novelas, cinco libros de relatos y crónicas, y numerosos artículos sobre la política y el pensamiento. Desde hace tres décadas y media viene ejerciendo el oficio y escribiendo ficción. Fernández Díaz creó para este diario las secciones "Los intelectuales y el país de hoy", una serie sobre los vínculos amorosos cuya compilación se transformó en el libro Corazones desatados e "Historias con nombre y apellido", relatos que conformaron luego el libro La hermandad del honor. Fue director del suplemento adncultura, que fundó junto con Tomás Eloy Martínez, y de la sección Opinión. También organizó el premio LA NACIÓN-Sudamericana de Ensayo y Novela y fue jurado del Premio Emecé.
Entre otras distinciones recibió en 2012 la Cruz de la Orden de Isabel la Católica, la más importante condecoración que otorga la corona española a un ciudadano extranjero; en 2011, el premio Argentores por su guión en la serie televisiva El hombre de tu vida y, en 2007, el Konex de Platino como mejor redactor periodístico de la década .
En su discurso, ayer, Fernández Díaz argumentó con ejemplos de la historia y el presente del periodismo que el articulismo es un género crucial del pensamiento y la literatura. "El artículo está en el Parnaso de la literatura, se sienta a la mesa y mira de igual a igual al cuento, la novela, el ensayo largo y el poema. Se ha hecho imprescindible para entender, para sobrevivir a la velocidad y a la polución mediática de nuestras sociedades, y así como los otros géneros tienen una crítica concienzuda, éste deberá en algún momento ser estudiado con cuidada atención y por especialistas en la materia. En efecto, gran parte de lo mejor de la literatura moderna se está escribiendo en los diarios, aunque ni siquiera sus propios autores sean capaces de reconocerlo. Esas piezas de cada día, que a veces son una meditación y otras un retrato, en ocasiones un abanico o una ametralladora, fueron escritas para el instante, pero muchas de ellas treparán a la inmortalidad".
Lo escuchaban funcionarios de nivel nacional, como los ministros de Cultura Pablo Avelluto y de Educación, Esteban Bullrich; escritores, periodistas, actores, cineastas. Entre otros: Juan José Sebrelli, Beatriz Sarlo, Oscar Martínez, Juan José Campanella, Magdalena Ruiz Guiñazú, Joaquín Morales Solá, Gloria Rodrigué, Javier López Llovet, Ignacio Iraola, Juan Boido. También había políticos, como Graciela Fernández Meijide, Jesús Rodríguez y el ex general Martín Balza. Estaban Hugo Beccacece, Carlos Cue, Oscar Conde, Eduardo Fidanza, Darío Gallo, Ricardo Gil Lavedra, Silvia Fesquet, Ricardo Roa, Claudia Piñeiro, Daniel Sabsay, Alejandro Katz.
De LA NACIÓN asistieron el subdirector Fernán Saguier, el gerente general Guillermo Rivaben, el secretario general de Redacción Carlos Guyot, el prosecretario general de Redacción Claudio Jacquelin, el gerente de contenidos digitales Ernesto Martelli, los secretarios de Redacción Victor Ghitta y Pablo Sirvén, y el editor de Opinión Héctor Guyot.
En el cocktail, entre los invitados, se comentaba el pedido explícito que hizo Moure en su discurso. Es que en un momento admitió que se aprovecharía del inusual protagonismo que esta jornada concedió a la AAL para comentar ante la opinión pública la necesidad de recursos financieros. Y preguntó: "Más allá de la labor efectiva de nuestra institución a lo largo de ochenta años, ¿no custodia la Academia un valor simbólico imprescindible en una época en la que peligra la calidad de su más refinado instrumento de comunicación, de expresión y de pensamiento? Y si esto es así, ¿el Estado -es decir, los argentinos- debe convivir con la Academia o debe apoyarla?".
Arturo Pérez-Reverte
“Hace tiempo que las academias han dejado de ser un coto exclusivo de filólogos para ser también una puerta abierta a la realidad. Jorge trae la realidad, la calle a la Academia, y eso es fundamental. Si no, las academias serían lugares aislados”
Beatriz Sarlo
“La escritura de Jorge Fernández Díaz es generosa, es decir, abierta a varios públicos. Empieza en la escritura periodística, continúa en la crónica y explica también su enorme resonancia en la novelística”
Claudia Piñeiro
“Me emociona ver a Jorge aquí porque lo aprecio como persona y como articulista. Que sigan incorporando a la Academia plumas reconocidas por la gente, como Pablo De Santis, Arturo Pérez-Reverte en España y ahora Fernández Díaz hace a la Academia más coral”