La Academia Argentina de Letras, “en riesgo” y con sueldos congelados desde 2019
Lingüistas, lexicógrafos e investigadores reclaman que desde entonces no reciben aumentos y alertan que el funcionamiento de la institución corre peligro; no hay respuesta por parte de las autoridades del Ministerio de Educación
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Desde septiembre de 2019, los números están congelados en la Academia Argentina de Letras (AAL): lingüistas, lexicógrafos e investigadores no reciben aumentos salariales así como tampoco se actualizaron los gastos de funcionamiento de la institución desde entonces. “La situación en la AAL es desesperante -contó a LA NACION Santiago Kalinowski, director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas-. Los sueldos están congelados y mucha gente está empezando a tener serias dificultades para llegar a fin de mes. La situación se ha vuelto insostenible”. Empleados de la AAL dijeron a este diario que tanto durante la gestión anterior como con el Gobierno actual habían agotado todos los caminos de reclamo disponibles en el Ministerio de Educación de la Nación, del que dependen las academias nacionales. El funcionamiento de la AAL está en peligro. Entre otras tareas, allí se desarrollan investigaciones lingüísticas y lexicográficas, y se hacen recomendaciones y observaciones sobre el uso de la lengua; también responden consultas y publican diversos materiales.
“No hemos recibido más que silencio -agrega Kalinowski-. Se ignora por completo la dificultad”. La demanda de la AAL es que los sueldos se ajusten junto con las paritarias del personal de la administración del Estado, que entre 2018 y 2020 obtuvo un total de aumento del 64% y sumas fijas por 22.000 pesos, mientras que los empleados de la Academia recibieron hasta septiembre de 2019 un incremento del 40%, sin extras, y ningún aumento ni bonos en 2020.
Cabe señalar que los trabajadores de la AAL son solo veinte. No incluye a los académicos de número, como los escritores Hugo Beccacece, Pablo De Santis y Jorge Fernández Díaz, y las investigadoras Élida Lois y Norma Carricaburo, entre otros, que trabajan ad honorem; sin embargo, en una reunión virtual que mantuvieron con los trabajadores, los académicos les expresaron su apoyo.
Desde el Ministerio de Educación, a cargo de Nicolás Trotta, se indicó a LA NACION que los empleados de la AAL no son estatales. “No dependen de Educación ni del Gobierno. El Estado apoya a las academias financieramente, pero depende de la presidencia de la institución”. Basta con leer el decreto ley de academias nacionales (de 1955) y los artículos del Convenio Multilateral sobre la Asociación de Academias de la Lengua Española (conocido como el Convenio de Bogotá) para relativizar esas afirmaciones. “Las academias nacionales, acogidas al régimen del presente decreto ley, gozarán a partir del 1. de enero de 1956 de una contribución del Estado que anualmente figurará en el presupuesto de la Nación (Anexo del Ministerio de Educación), y que será destinada al pago de su personal administrativo y a la atención de los gastos de su funcionamiento, entre los cuales una parte deberá ser reservada a la impresión y distribución de sus publicaciones”, se lee en el artículo 4 del decreto ley 4.362/55 (y que no ha sido modificado). La AAL depende de la Secretaría de Gestión Administrativa del Ministerio de Educación de la Nación. Y en la página web del Ministerio de Educación, hay un enlace que informa sobre el trabajo de las academias nacionales. “El Ministerio de Educación de la Nación contribuye con el funcionamiento de las Academias Nacionales a través de distintas estrategias que impulsan sus proyectos en cada campo, y promueve su interacción con las universidades y los distintos niveles educativos”, se lee en esa publicación.
El personal de la AAL envió una carta a la presidenta del organismo, la doctora Alicia María Zorrilla, donde considera que el ajuste de sueldos de acuerdo con los aumentos que se otorgan en la Administración Pública Nacional es un derecho adquirido, dado que por más de treinta años se hizo de ese modo. A su vez, Zorrilla confirmó a LA NACION que el pasado 10 de febrero le había enviado una carta a Trotta. “En mi carácter de Presidenta de la Academia Argentina de Letras, tengo el agrado de dirigirme al señor Ministro a fin de exponerle la difícil e inequitativa situación salarial en que se encuentran los veinte empleados de la institución y la institución misma en cuanto a sus gastos de funcionamiento, habida cuenta de que, desde septiembre de 2019 hasta el día de la fecha, los empleados no han recibido ninguno de los aumentos percibidos por los demás empleados de la Administración Pública Nacional, en tanto que la partida para gastos tampoco tuvo incremento alguno desde esa misma fecha”. En la misiva se informa al ministro los diversos servicios que la AAL presta a la comunidad. Actualmente, la Academia se encuentra en plena tarea de elaboración de cinco diccionarios y una obra gramatical de carácter científico (algunos en colaboración con la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española), como el Diccionario de la lengua española, el Diccionario de la lengua de la Argentina y el Diccionario panhispánico de escritores. La carta aún no tuvo siquiera acuse de recibo.
Por otro lado, Inés Bosch, jefa de despacho de la AAL, destacó que las partidas de sueldos y de gastos de la institución llegan juntas, y que los gastos tampoco se han actualizado. En 2021, la AAL recibe por mes poco más de cien mil pesos para cuestiones administrativas.
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