Kristeva, intelectual y también... ¿espía?
Lo informó una comisión parlamentaria búlgara
La intelectual francesa de origen búlgaro Julia Kristeva trabajó como agente y colaboradora de los servicios secretos de Bulgaria durante el régimen comunista, según informó una comisión estatal. Escritora, filósofa, psicoanalista y una de las intelectuales europeas más prestigiosas, Kristeva, de 76 años, lleva viviendo en Francia desde mitad de la década de 1960.
La revelación la hizo anteayer la comisión parlamentaria permanente creada con la llegada de la democracia a Bulgaria para investigar los archivos de la temida Darzhavna Sigurnost (Seguridad Estatal) y revelar el nombre de quienes colaboraron con ella.
Según el documento publicado por esta comisión, Kristeva, que era conocida con el nombre en clave de Sabina, trabajó para la Sección Uno de los servicios secretos exteriores dedicada a la recopilación de información sobre aspectos artísticos y de los medios de comunicación. La escritora fue reclutada en 1971 y no se especifica cuánto duro esa cooperación ni si recibió algún pago por ello.
En el momento del inicio de esa colaboración con los servicios de inteligencia, Kristeva llevaba ya más de cinco años en París, adonde había llegado con 24 años con una beca del gobierno francés, informa el semanario búlgaro Capital. Los servicios secretos búlgaros eran estrechos aliados de la KGB soviética y tuvieron una triste fama por eliminar a disidentes en el extranjero durante la Guerra Fría. Uno de los casos más conocidos que se les ha atribuido es el asesinato del escritor y periodista Georgi Markov en Londres en 1978, después de que se le inyectara ricino con la punta de un paraguas.
Kristeva, que ha destacado por sus trabajos sobre lingüística, teoría de la literatura y feminismo, ha recibido numerosos premios internacionales por su obra, como el Holberg, el Hannah Arendt o el Vaclav Havel.
El diario El País de Madrid agregó un detalle curioso a esta historia. En su reciente novela La séptima función del lenguaje (Seix Barral), el narrador Laurent Binet le inventaba a Kristeva un pasado de espía, dentro de la investigación sobre el asesinato ficticio del semiólogo Roland Barthes que relataba su libro. Según informa El País, Binet dijo después de conocerse la noticia: "Sé que la realidad supera a menudo la ficción, pero preferiría que no supere mis ficciones. Sería un poco vejatorio para mi imaginación".